“Pulir y encerar, Daniel San”: Los Miyagi de carne y hueso

"Pulir y encerar, Daniel San": Los Miyagi de carne y hueso
Bernardo Monroy

Bernardo Monroy

Inspiración

Una pregunta, estimado lector: “El miedo no existe en este dojo. ¿O sí?” Si viene a tu mente la imagen del malvado John Kreese y sus alumnos gritando “¡No, sen-sei!”, eres una de las millones de personas a las que Karate Kid les marcó la vida, que ubica las frases, las escenas y, sobre todo, a los personajes que la habitan.

Frase y logo del dojo "Cobra Kai"

Karate Kid es una saga cinematográfica que marcó a una generación con una historia tan poderosa que treinta y cuatro años después de que Daniel diera la patada de la grulla sigue siendo recordada. Esto se debe, en parte, a exitosas series como Cobra Kai, de Youtube Red, que une de forma magistral a la generación x con la millenial.

El éxito de Karate Kid se debe en gran parte a sus memorables personajes, cada uno de ellos perfectamente definido. Quizá de entre todos el que más destaca es uno de los más sabios, queridos y entrañables; una encarnación del arquetipo del anciano maestro que sabe cuándo reprender y cuándo felicitar. A pesar de que el actor que le daba vida falleció en 2005, su impacto sigue vigente, en la nueva serie, por ejemplo. Me refiero, desde luego, a Nariyoshi Miyagi.

Como todo gran personaje de ficción, el Señor Miyagi está basado en personas de carne y hueso, tan reales como tú y yo. De la misma forma en que Bram Stoker se basó en Vlad el Empalador para crear a Drácula o Arthur Conan Doyle en el profesor Joseph Bell para dar vida a Sherlock Holmes, el guionista de la saga, Robert Mark Kamen, tomó elementos de gente real para crear al maestro de Daniel San.

Así que escuchemos “The momento of truth” en nuestro reproductor de música, mientras revivimos a ese hombre que aparenta ser un simple y gris encargado de mantenimiento.

Karate en tiempos de guerra

Dos personas inspiraron al maestro de Daniel Larusso. El primero fue Chōjun Miyagi, quien al igual que el personaje vivió los horrores de la Segunda Guerra Mundial. El Miyagi original nació en 1888 y fue designado desde temprana edad como heredero de su acaudalado y recién fallecido tío, lo que le permitió dedicarse en cuerpo y alma al karate. Además de ser un hombre disciplinado, era bastante culto —la encarnación de la frase “mente sana en cuerpo sano”—, y no sólo se dedicó a practicar artes marciales, sino a darles un enfoque intelectual, publicando varios libros, fundando grupos de investigación y siempre tratando de sistematizar la enseñanza del karate. En 1921, dio una demostración de esta arte marcial que impresionó al mismísimo Hiro Hito.

Miyagi creó el Gōjū Ryū—’duro’ y ‘suave’, respectivamente—, un estilo de karate que eventualmente se popularizó en todo el mundo. En la década de los setenta, el estilo encontró a quien sería un nuevo impulsor: un joven estadounidense, estudiante de artes marciales, llamado Robert Mark Kamen. Unos cuantos años después, este muchacho se convertiría en cinta negra de la escritura, al crear el guion de la saga de Daniel Larusso y Johnny Lawrence.

Los personajes de la serie "Cobra Kai" Johnny Lawrence y Daniel Larusso

Pero abandonemos los años de guerra y viajemos a los años ochenta, durante la filmación de Karate Kid, para conocer al segundo hombre que inspiró la creación del personaje que atrapa moscas con palillos chinos.

Sensei Pop

Si hay un sensei [1]  que se ganó el respeto de todo Hollywood, incluyendo a los semidioses del cine de artes marciales como Chuck Norris, Steven Seagal y Bruce Lee, ese fue sin duda el gran maestro Fumio Demura —tan solo imagínalo, estimado lector, ¡alguien a quien Bruce Lee y Chuck Norris le muestran respeto!

El Demura sensei trabajó como asesor de varias películas de los ochenta y noventa, entre las que destacan Mortal Kombat, Sol naciente y, por supuesto, la saga de Karate Kid. El maestro nació en 1938, en Yokohama, y durante los sesenta emigró a Estados Unidos para probar suerte. Sobra decir que tuvo un éxito brutal haciendo exhibiciones de artes marciales en Las Vegas. Al igual que a su contraparte ficticia, le gustaba mostrar el karate como algo de naturaleza lúdica, que se podía aplicar en la vida diaria. Su estilo tan alivianado le ganó reprimendas de Ryusho Sakagami, su sensei, quien estuvo a punto de expulsarlo de su dojo, pero cambió de parecer al conocer a fondo cómo divulgaba el karate. Durante la filmación de Karate Kid fungió como asesor, y se volvió gran amigo de Pat Morita, quien se basó en el experto karateca para terminar de retocar a su personaje. Muchas de las escenas en las que vemos a Morita pateando traseros de los Cobra Kai son, en realidad, del Demura sensei.

La historia de este maestro es digna de uno de los personajes de la película que asesoró. De niño, su familia no podía comprar ni siquiera arroz, por lo que su madre tuvo que empeñar hasta el kimono. Demura, apasionado de las artes marciales desde niño, comenzó a practicar kendo, una suerte de esgrima japonés, con un shinai fabricado por él mismo a partir de un pedazo de madera. Eventualmente, entró a un dojo de karate bajo la tutela de Sakagami, y ahí conoció a Dan Ivan, que tenía varios dojos en California y que enseguida le ofreció trabajo como profesor. Sin hablar una sílaba de inglés, Demura atravesó el Pacífico: “Cada paso fue aterrador. Me iba a un país diferente, no dominaba el idioma y no tenía dinero. Cuando llegué a Estados Unidos quise irme a casa. Llorépor dos días”. Esto y más nos cuenta él mismo en el documental, disponible en Netflix, El verdadero Miyagi.

En 2011, el maestro Demura sufrió un infarto y los médicos pronosticaron que tenía apenas un 5% de posibilidades de sobrevivir. Para su fortuna, años de ejercicio lo premiaron, y su vida continúa hasta el día de hoy.

El momento de la verdad

Tanto Chōjun Miyagi como Fumio Demura han dejado un legado cultural muy importante. Ambos publicaron artículos y libros sobre artes marciales. Miyagi incorporó el karate al entrenamiento de la policía japonesa, y se preocupó mucho por sistematizar y perfeccionar métodos de enseñanza para el karate. El caso de Demura, por otro lado, es admirable, pues tuvo que aprender a pensar y escribir en otro idioma, entre sus textos más importantes se encuentra un libro sobre el uso del nunchaku, y su autobiografía, titulada My story.

La saga de Karate Kid siempre dará de qué hablar. Hasta el día de hoy sigue sujeta a interpretaciones —como aquella que hace ver a Daniel como el verdadero abusivo y a Johnny como la víctima de las circunstancias. Nada mal para una historia que nos habla de un par de muchachos que aprenden diferentes perspectivas de la vida. Uno, que pelear no es bueno, pero si hay que hacerlo lo mejor es ganar. Otro, que es mejor atacar primero, atacar más rápido, y no mostrar piedad.

Cierre artículo

[1] Esta palabra, como sabemos, ha entrado en el léxico de muchos idiomas asociada a las artes marciales. El término original japonés, sin embargo, es más bien un título honorífico aplicable a los maestros en general, o personas con cierta autoridad en alguna materia.

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