Hace no mucho tiempo se escuchó en México una noticia confusa. Al parecer, un programa gubernamental llamado “Niños talento”, que consistía en otorgar apoyo económico a infantes con excelente promedio y bajos recursos, iba a desaparecer. Más tarde se aclaró que no era “Niños talento”, sino PIDASI, el programa que desaparecería. Ahora bien, ¿qué es PIDASI? Para empezar, examinemos el acrónimo. PIDASI significa ‘Proceso Integral para el Diagnóstico y Atención a la Sobredotación Intelectual’. El término clave es sobredotación, y se trata de un programa de apoyo a niños con capacidades intelectuales superiores, lo que comúnmente llamamos niños prodigio. Al parecer, PIDASI sí desapareció y los niños que iban a beneficiarse de él se incluyeron en la población general del programa Niñas y Niños Talento en CdMx.
En fin, estuve muy cerca de participar en PIDASI como colaborador en el taller de literatura y me parece interesante comentar que durante las entrevistas para entrar como colaborador, la gente encargada del programa hacía mucho hincapié en que yo debería estar listo para ayudar a los niños con cuestiones más bien emocionales y de socialización, pues es común que los niños prodigio enfrenten dificultades en estos aspectos de la vida.
Para ahondar en qué son los niños prodigio y cuáles son los problemas que pueden enfrentar, decidí presentarle algunas preguntas muy puntuales a la psicóloga y especialista en rehabilitación neurológica Edith Doniz, quien se ha dedicado desde hace diez años a la atención infantil. Por motivos de espacio, he decidido reproducir las preguntas y sus respectivas respuestas de la manera más sintética posible; sin embargo, en aras de preservar cierta claridad es importante mencionar dos precisiones hechas por Doniz que no están transcritas, pero que sirven para contextualizar nuestra discusión. En primer lugar, el término niño prodigio implica una evaluación de inteligencia respecto a alguna actividad, como jugar ajedrez, realizar cálculos o tocar un instrumento. En segundo lugar, la idea de que la inteligencia puede ser evaluada está íntimamente ligada a un constructo psicológico surgido en la Francia del siglo pasado mediante el cual se pretendía clasificar a los niños para saber si se les daba o no instrucción escolar. Desde luego, este problema —el de la evaluación intelectual— se ha tratado extensamente por varios autores y, claro, ha dado pie a distintas definiciones de inteligencia —y, eventualmente, también a diferentes tipos de inteligencia. Ahora bien, la evaluación a la que se somete a los niños prodigio consiste en comparar su desempeño en algunas pruebas determinadas con los resultados esperables para su edad. Basten estas dos precisiones para contextualizar el breve diálogo que reproduzco a continuación.
JS: ¿Cómo podría definirse un niño prodigio?, ¿tú utilizas alguna definición en especial?
ED: Básicamente, un niño prodigio es aquel que puede resolver situaciones nuevas con mayor rapidez, con un manejo del lenguaje superior al esperado para su edad, o que presenta habilidades singulares para realizar alguna actividad. En muchas ocasiones también pueden aprender cosas por sí mismos.
JS: ¿Cuáles crees que son las complicaciones más comunes a las que se enfrentan este tipo de niños?
ED: Me parece que la complicación más común es enfrentar dificultades para socializar, pues sus intereses no son los mismos que los de sus compañeros de escuela. También suele suceder que ellos logran comprender los contenidos de las clases muy rápidamente y desean pasar a otra actividad, entonces es frecuente que los profesores los vean como distractores para el resto del grupo; pero, si lo piensas bien, debe ser muy aburrido estar en una clase en la que ya entendiste el tema y la discusión deja de ser interesante para ti.
JS: ¿Cómo pueden saber los padres si su hijo es un niño prodigio?
ED: Normalmentelos padres observan un desarrollo más rápido que el de los otros niños, especialmente en el lenguaje; es decir, desde edades tempranas este tipo de niños pueden conversar con adultos y expresar sus ideas con claridad. También es usual que presenten capacidades notables para resolver “problemas”, como armar rompecabezas, o encontrar una misma solución para distintas situaciones.
JS: ¿Cómo deben atender esta situación los padres o la familia en general?
ED: Es fundamental presentar al niño un ambiente estimulante, con reglas claras sobre lo que se vale y lo que no. Desde mi perspectiva, es también importante promover la socialización con sujetos del mismo grupo etario [i.e. del mismo rango de edad —nota del autor], pues un niño con inteligencia superior puede tener una capacidad extraordinaria de razonamiento matemático, pero también debe saber cómo solucionar situaciones cotidianas con los otros, y desarrollar su paciencia y su empatía.
JS: ¿Es correcto el término niño prodigio?
ED: Yo no lo utilizo, pues desde mi formación vemos al sujeto como biopsicosocial y usar ese término implica colocarles una etiqueta que puede ser difícil de llevar, incluso para los papás.
Parecería entonces que la desaparición de un programa como PIDASI sí afectará a estos pequeños que requieren una atención especial en lo relativo a la socialización y al manejo de las emociones. Yo no tuve la fortuna de conocer a ningún niño prodigio, pero podemos respaldar esta conclusión con dos casos bien conocidos en México. Primero, el de Dafne Almazán que, a sus trece años, se convirtió en la psicóloga más joven del mundo e ingresará a la Universidad de Harvard; ella recibió orientación emocional en el CEDAT —Centro de Atención al Talento—, por las mañanas estudiaba y por las tardes jugaba con sus compañeros. Todo parece indicar que esta dinámica fue benéfica para su desarrollo. Por otro lado, encontramos el caso de Carlos Santamaría Díaz, que a los nueve años comenzó a estudiar un diplomado en bioquímica y biología molecular. A él le costó mucho trabajo pasar por el sistema educativo tradicional, pues a causa de sus capacidades intelectuales, se aburría y dormía en las clases, lo que volvió su relación con los maestros un poco complicada. A pesar de todo, a sus doce años logró iniciar una licenciatura en la UNAM.
Es una suerte que existan programas que ayuden a este tipo de personas, esperemos que sigan existiendo y que se puedan reactivar los que han sido cancelados. De cualquier forma, lo importante es que si notas alguna de las características mencionadas en este artículo en el comportamiento de tus hijos, o en el de los niños cercanos a ti, trata de comprenderlos, busca retos intelectuales para ellos e intenta familiarizarlos con el mundo cotidiano y las emociones para que no enfrenten tantas dificultades al hacer amigos. Desde luego, considera también la opción de inscribirlo en programas que fomenten el desarrollo de su potencial.
Para concluir, quisiera expresar un sentido agradecimiento a la psicóloga Edith Doniz por su amable colaboración y, sin más, ¡nos leemos la próxima vez, querido lector de Bicaalú!