Todos los días, decenas de millones de personas llevan a cabo un trabajo que les permite tener ingresos y buscar su realización personal. Y sí, en el mundo contemporáneo trabajar es casi una obligación incuestionable; pero, ¿te has preguntado qué es lo que nos motiva a despertar antes de la hora natural, tomar un café, darnos un baño, arreglarnos, desplazarnos en automóvil o en transporte público a nuestro centro laboral —o conectarnos al home office— y trabajar al menos ocho horas diarias durante la mañana, la tarde o la noche, ya sea en días hábiles o durante el fin de semana?
Por décadas, psicólogos, administradores y líderes empresariales han buscado el “santo grial” de la motivación laboral y la definición de los factores que nos hacen cumplir con horas de trabajo y esforzarnos para lograr los objetivos de la organización que nos contrata. Una de las aproximaciones más famosas es la de Abraham Maslow, quien en su famosa pirámide ordenó las necesidades humanas en cinco escalones desde las del orden físico, que son las más básicas, hasta las más etéreas como la autorrealización y el propósito vital.
Pero en un artículo para Psychology Today, los especialistas en sitios de trabajo Milo Sindell y Thuy H. Sindell resumen las múltiples circunstancias que hoy motivan a los trabajadores en tres factores, cada uno subdividido en dos conceptos. Así pues, la próxima vez que te preguntes qué es lo que te hace levantarte todos los días a las cinco a.m. para acudir a un trabajo que muchos odiarían —o que necesites motivar a tu equipo de trabajo, si tienes una posición de liderazgo—, podrás apoyarte en este texto para dar con respuestas precisas.
El primer factor es la seguridad, claramente expresada en la idea de tener qué comer, dónde vivir, con qué vestirse y recursos para adquirir los bienes y servicios que requieres: incluso Maslow coincide en que las necesidades físicas son una prioridad. Esta seguridad se expresa en dos subfactores: el salario, que puede o no ser suficiente a nuestras necesidades y acorde a la tarea realizada, y la estabilidad laboral, o sea la relativa certeza de que mañana seguiremos teniendo empleo y de que podremos seguir con nuestro mismo estilo de vida.
Pero no todo termina en estas dos ideas básicas, que a veces son lo único que mencionan muchos empleados cuando se les pregunta qué los motiva a trabajar, pues el segundo factor es la identidad. Consideremos que el género humano está compuesto por seres sociales que necesitan sentir que forman parte de algo más grande, importante y trascendente que ellos mismos; así, los dos conceptos asociados son el sentido de afiliación —aquello que nos hace sentir orgullo por lo que nuestra empresa y lo que nosotros hacemos— y, sin duda, el título; es decir, el cargo o “título nobiliario” que uno ocupa en una organización, pues nadie puede negar que el que te llamen “director creativo”, “editor en jefe”, “Chief Executive Officer” o “gerente regional” hace que nos sintamos bien.
El tercer factor es la estimulación, ya que nadie quiere un trabajo monótono y que no implique ningún reto. Por el contrario, un ambiente laboral rico implica que haya oportunidades de alcanzar nuevos objetivos, de ascender en la escala jerárquica o de que nuestro trabajo tenga trascendencia en el mundo, así como crecimiento, refiriéndonos a la posibilidad de adquirir nuevas habilidades y conocimientos que nos permitan “ir más allá” en nuestra carrera laboral.
Si bien ésta no es la única lista de motivaciones laborales —pueden existir tantas como personas hay en el mundo—, dicha aproximación es interesante porque nos permite ver claramente que, aunque sí es un factor determinante, no todo en el trabajo se resume a “tener un buen sueldo”, por lo que para valorar debidamente un puesto laboral hay que considerar cuestiones que van más allá del aspecto material y monetario. Y a ti, ¿qué es lo que te motiva a trabajar?