Durante décadas pensamos que no llegaría a pasar o, en el peor de los casos, que pasaría pero no viviríamos para verlo. Al bañarnos, lavar el coche y jalar el inodoro sin ningún reparo, generaciones enteras desperdiciamos el vital líquido; después de todo, ¿qué podía pasar? Pero entonces la escasez fue avanzando y ahora, al parecer, en el Valle de México es inminente la llegada del llamado ‘Día Cero’: la fecha fatídica en que nos quedaremos sin agua.
En 2024, todo el país resiente los efectos de la sequía: el sistema Cutzamala, que surte de agua al Valle de México, vive su peor momento; en Michoacán, el lago de Cuitzeo está en riesgo de secarse para siempre; la laguna de Yuriria en Guanajuato, considerada la primera obra hidráulica de América Latina, hoy parece un terreno baldío y basta recordar que desde hace años Monterrey padece una preocupante escasez de agua.
Sobre el ‘Día Cero’, la Fundación Social Water, que lleva agua a comunidades vulnerables, es clara y lapidaria en su definición: “… es el momento en el que una ciudad, región o país se queda sin la suficiente agua como para satisfacer plenamente sus necesidades principales, subsistir y desarrollarse”. Es un día marcado con rojo en el calendario pues, según previsiones elaboradas por gestores, ya no habrá suficiente líquido disponible para beber, cocinar, regar plantas o bañarnos y, simplemente, no saldrá más agua de nuestros grifos.
Aclaro: no estamos siendo amarillistas, sino realistas; en cualquier sitio de noticias o medio de comunicación serio puedes confirmar la información anterior. Y aunque ésta pueda parecer una situación remota y poco probable, si no se toman las medidas adecuadas, inexorablemente llegaremos a ella en muchas zonas del planeta, incluyendo el Valle de México y la CDMX.
Más allá de la realidad y de nuestro presente, lo cierto es que desde hace décadas autores de ciencia ficción nos advertieron sobre el ‘Día Cero’ y no les hicimos caso. Quizá creímos que era sólo literatura especulativa y que ese día fatídico era tan improbable como los viajes en el tiempo o la clonación de seres humanos; sin embargo, hoy la escasez de agua es ya nota periodística y no ciencia ficción. Como sea, aquí enlistamos algunos ejemplos de la literatura y el cine que, más que darnos una visión pesimista del futuro, quizá nos ayuden evitar un mundo seco y estéril.
Las últimas gotas
Un escritor británico de ciencia ficción poco conocido entre el público no aficionado es Charles Eric Maine (1921-1981), autor de la novela The Tide Went Out, después rebautizada con el título de Thirst! o ¡Sed!Aunque publicada en 1958, su trama es escalofriantemente actual: Philip Wade, un periodista, descubre que se están abriendo fisuras en el planeta y que por ellas se está escurriendo toda el agua de los océanos; el comercio marítimo colapsa y, a medida que el líquido vital escasea, se agudizan las crisis mundiales y empieza a imperar la violencia.
Otro autor de la misma nacionalidad es James Graham Ballard, mejor conocido con el nombre de J.G. Ballard (1930-2009), autor de las novelas El Imperio del Sol y Crash, ambas convertidas en películas. En 1964, Ballard publicó La sequía, un libro nada sutil que describe el panorama que —¡Dios no lo quiera!— nos espera en este verano: la contaminación llega a tal grado que los polímeros se adhieren a los océanos y no pueden evaporarse, por lo que el ciclo hídrico en el mundo se afecta y el agua potable se convierte en un producto sumamente escaso y preciado.
El protagonista de esta novela es el doctor Charles Ransom, quien en el pueblo donde vive ve cómo los ríos se convierten en tristes lodazales y cómo, de forma tan gradual como la evaporación del agua, la gente va perdiendo su humanidad. En su tiempo, La sequía era una novela distópica que plasmaba las luchas entre grupos humanos por los pocos recursos naturales del mundo; hoy, es una aterradora posibilidad que nos golpea la cara como los rayos del sol.
Paolo Bacigalupi (1972- ) es otro importante escritor de ciencia ficción nacido en los Estados Unidos. Una de sus obras más destacadas profundiza en el problema de la escasez de agua y se llama The Water Knife, la cual narra lo que ocurre cuando el Río Colorado se seca y, como es de esperarse, muchos optan por migrar, pero sus mismos compatriotas les impiden el paso. El personaje principal es Ángel Velázquez, quien trabaja para un cártel que ya no busca traficar con drogas y controlar plazas, sino hallar mantos acuíferos; le acompañan una periodista y una inmigrante que cree que más al norte la situación del vital líquido será mejor.
El cine no se ha quedado atrás al abordar el tema de la sequía. Uno de los ejemplos más recientes es la última versión de Mad Max: Fury Road (2015), protagonizada por Tom Hardy y Charlize Theron, bajo la dirección de George Miller. La trama transcurre en un mundo desértico donde hay dos líquidos invaluables: la gasolina y el agua; por ello, los pocos sobrevivientes son controlados por Imortan Joe, Señor de la Guerra que tiene total control del páramo y decide cuándo darle agua a su pueblo y cuándo dejarlo morir de sed.
Otra cinta sobre el tema —que en su momento fue duramente criticada, pero con el tiempo se ganó su merecido lugar— es Waterworld (1995), protagonizada por Kevin Costner, quien encarna a un hombre que intercambia tierra y agua como si fueran las más inusuales curiosidades en un mundo inundado por un inmenso océano, ya que los casquetes polares se derritieron debido al calentamiento global y los pocos habitantes del planeta sobreviven en atolones en medio del mar.
El 22 de marzo de 2024 se celebra el Día Mundial del Agua, cuyo lema es “Agua para la paz”. La explicación en el website de la ONU es clara: “El agua puede crear paz o desencadenar conflictos. Cuando escasea o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países”. Entonces, si queremos que las obras anteriores sigan siendo sólo historias, producto de la creatividad e inspiración de sus autores, todos debemos tomar cartas en el asunto para que la ciencia ficción no se convierta en realidad, en noticia… y en tragedia.