
A lo largo de la existencia enfrentamos muchas adversidades, desde las que son simples inconvenientes hasta las que nos cambian la vida; además, la tecnología, las redes sociales y las prácticas laborales actuales abonan a un mayor nivel de tensión, de suerte que todo ello se convierte en una fuente de estrés que, dependiendo de cómo lo manejemos, puede afectar la salud física y mental; por ello, es útil contar con herramientas que disminuyan sus efectos perjudiciales.
Sin importar qué tan fuertes seamos, nadie es inmune a la adversidad. Sin embargo, a las personas capaces de encarar los problemas sin quebrarse y de salir victoriosas se les llama resilientes, pues la resiliencia es la capacidad de enfrentar la adversidad y el estrés que deriva de ella, así como de recuperarse rápidamente. Y aunque podría parecer algo con lo que naces o que es muy difícil de desarrollar, se trata de una aptitud que se puede construir con disciplina y esfuerzo.

No hay un método universal para crear resiliencia, pero existen consejos generales para construir un modelo personal de resiliencia basado en herramientas de la psicología con un enfoque cognitivo conductual. Eso sí: hay que entender que este es un proceso largo que exige mucha reflexión y deseos de mejorar aspectos personales y de nuestro entorno. Si estás decidido a transformarte en una persona resiliente, estos son algunos consejos que te ayudarán a conseguirlo:
Evalúa tus relaciones
La familia, los amigos, la pareja y las personas con las que trabajamos impactan nuestro bienestar; por ello, debes reflexionar sobre la cantidad y la calidad de tiempo y energía que les dedicas a estas personas en tu vida. Pregúntate: ¿Cómo me siento antes y después de interactuar con ellas? ¿Esas emociones son constantes? ¿Te gustaría cambiar algo en estas interacciones?
Rodearnos de personas con quienes tengamos relaciones respetuosas y de cuidado mutuo es importante para no sumar estrés innecesario a nuestra vida. Difícilmente se puede elegir a los compañeros de trabajo, pero sí podemos decidir en qué medida involucrarnos con ellos, dependiendo de las emociones y del aprendizaje que aporten a nuestra vida.
Practica el autocuidado
Es esencial cuidar de ti mismo, tanto física como mentalmente, pueslas emociones tienen un impacto significativo en nuestra bioquímica corporal; por eso, las actividades y ejercicios que nos permitan regularlas deberían ser una prioridad. Tal vez pienses que no tienes tiempo para meditar, ejercitarte y otras actividades que te hagan feliz, pero éstas son indispensables para disfrutar de la vida y equiparte con las habilidades necesarias para gestionar tus emociones y acciones.
Conoce tus fortalezas y debilidades
Para desarrollar la resiliencia, es importante ser consciente de tus habilidades y de las áreas de crecimiento en las que puedes trabajar al momento de encarar un cconflicto. Resulta importante entender que la confianza en ti mismo no es arrogancia ni sensación de superioridad, sino autoconocimiento de tus capacidades y límites. Por ejemplo, si quieres prevenir o resolver un conflicto, necesitas comunicarte de modo eficiente, transmitir el mensaje adecuado y aprender a negociar; si no cuentas con esa habilidad, puedes enfocarte en ella para empezar a desarrollarla.

Ten una actitud positiva
Ser positivo no significa ignorar los acontecimientos negativos en tu vida, sino comprender que todas las situaciones son temporales y que está en tus manos buscar soluciones, en lugar de dejar que la adversidad te doblegue o drene totalmente tu energía. Así, confía en tus habilidades, conocimientos o disposición para aprender a resolver los conflictos.
No te autosabotees
Cuando no puedas evitar ceder ante la negatividad que invariablemente llega con los problemas, reflexiona sobre tus acciones y tu actitud general. No siempre podrás estar feliz o sentirte positivo, pero ser optimista no está peleado con ser realista al analizar las situaciones y tus posibles respuestas o reacciones a éstas. Evita actuar impulsivamente o dar pie a un problema mayor que amenace tu bienestar; recuerda que lo importante es prevenir y hallar soluciones a los conflictos.
Construye un modelo personal de resiliencia
Las terapeutas Christine Padesky y Kathleen Mooney crearon un modelo personal de cuatro pasos para construir resiliencia, el cual implica:
- buscar tus fortalezas dentro de tus actividades y actitudes positivas;
- construir una identidad resiliente, convirtiendo tus fortalezas en estrategias y usando imágenes o metáforas —por ejemplo, puedes visualizarte como un fuerte roble o un salmón que nada a contracorriente—;
- aplicar tu modelo personal de resiliencia, identificando problemas donde necesites aplicarla, eligiendo qué estrategias aplicar; y
- practicar poniendo a prueba tus estrategias y el modelo en casos donde tengas algo de control para pronosticar el resultado, para después saltar a la vida real. Esta estrategia construye una mentalidad de “ganar-ganar”, pues las situaciones positivas se toman como victorias y las negativas fortalecen nuestra resiliencia.
Por último, recuerda que la resiliencia en sí no es la solución a los conflictos y las adversidades, sino la habilidad de concentrarte en hallar soluciones, prevenir futuros conflictos y hasta obtener aprendizajes de una situación inevitable.
