Retos Bicaalú: 10 propuestas para mejorar nuestro entorno y ayudar a los demás

Retos Bicaalú: 10 propuestas para mejorar nuestro entorno y ayudar a los demás
Nancy Gutiérrez Olivares

Nancy Gutiérrez Olivares

Inspiración

El mundo moderno está lleno de factores que fomentan una vida solitaria y más centrada en el individuo que en sus relaciones con los otros. Vivir en grandes metrópolis junto con millones de personas, bombardeados de imágenes, sonidos y olores, además del enorme flujo de información al que estamos expuestos cotidianamente, hacen que en ocasiones queramos olvidar que las demás personas siquiera existen. Es evidente, pues, que necesitamos replantear y reconstruir nuestra vida en sociedad.

Es ya un cliché decir que “El cambio empieza por uno mismo”, pero resulta innegable que con pequeñas acciones podemos ir transformando nuestro entorno. Y como pasar de lo poético a lo práctico puede ser un trabajo realmente arduo, te proponemos un decálogo que ponga a prueba tu capacidad de cambio, el cual podrás reinventar cada vez que lo consideres necesario. Básicamente, se trata de un ejercicio de autocrítica y autoconocimiento para identificar las maneras positivas en que puedes impactar tu entorno. Confiaremos, pues, en que estas acciones tengan como consecuencia un impacto favorable en nuestro ambiente, y en que comprobemos que la ley de la acción y la reacción de Newton funciona no sólo en lo físico, sino también en lo social.

1. Saludar

Aunque los orígenes de este gesto no son claros, es un hecho que las tribus más primitivas lo practicaban como una forma de expresar cordialidad. Estrechar la mano de otra persona también permitía demostrar al otro que no se portaban armas.

Sin embargo, saludar de mano no es estrictamente necesario para establecer contacto con los demás. Detenerse, mirar a la otra persona y decir “Hola” puede ser suficiente para generar en ella una sensación distinta en su día. Lo diferente estará en el detenerse a saludar, en brindar unos minutos del propio tiempo para hacerle saber a nuestro interlocutor que al preguntar “¿Cómo estás?”, lo hacemos de manera genuina.

2. Fijarte en los detalles

En ocasiones, el cuerpo dice lo que las palabras no pueden. Que alguien te responda “Bien” cuando le preguntas cómo está, no significa que realmente sea así. Debemos aprender a leernos entre líneas. Los gestos, la voz y las miradas también están cargadas de información. Fijarte en los detalles te permitirá preguntar un genuino “¿Cómo estás?”, que posiblemente preceda a un genuino “¿Necesitas algo?”

3. Ofrecer ayuda

Permitir que alguien se desahogue contigo, ayudar al vecino que llega con las bolsas del súper, cuidar las plantas o a la mascota de un amigo cuando éste sale de viaje, y ofrecer palabras bondadosas a las personas con las que interactúas día a día son tan sólo algunos ejemplos de las formas en que podemos aligerar la vida de otros. 

4. Desprenderte de algo material

El concepto del minimalismo y la practicidad prolifera cada vez más, quizá porque mantener nuestros espacios limpios y amplios a través de la no acumulación es prácticamente terapéutico: sólo nosotros sabemos por qué no podemos desprendernos de todas las cosas que ya no usamos —y que probablemente ya no nos son útiles—, pero es muy probable que todo aquello que nos sobra pueda ser provechoso para alguien más. Regalar o donar las cosas que ya no necesitamos podría darles mucho más valor que el que actualmente tienen.

5. Enviar cartas

Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp son medios de comunicación rápidos y eficaces, pero a veces podrían parecer un poco impersonales. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste una carta?, y ¿cuándo fue la última vez que enviaste una? Las relaciones epistolares pueden haber pasado de moda, pero la sensación que provoca ver tu nombre como destinatario en puño y letra de alguien más en un sobre, nunca lo hará.

6. Compartir los alimentos

Ya sea a nuestros amigos en la escuela, a los compañeros del trabajo o a extraños en un hospital, compartir con alguien más lo que nos llevamos a la boca alimenta no sólo el cuerpo, sino el corazón y el alma.

7. Compartir los conocimientos

Cada quien sabe algo que alguien más no. Algunas investigaciones, además de la propia experiencia, han comprobado que existen diferentes tipos de inteligencia y, por tanto, la disposición a enseñar y a aprender puede generar sinergias para el conocimiento colectivo.

8. Agradecer

Dar las gracias por un bien o favor recibido es darle el justo valor a la persona de quien lo recibimos y, al igual que el saludo, hace saber a los demás que apreciamos no sólo su presencia, sino lo que hacen por nosotros.

9. Decir lo que te molesta

Construir un mejor entorno es responsabilidad de todos. Si algo no funciona para nosotros es más conveniente decirlo que mantener el silencio; sólo así podremos hacer que las cosas sean diferentes. Es verdad que confrontar al otro puede resultar difícil, ya que pocas veces la crítica se recibe como una posibilidad de cambio, pero, de asumirse como tal, generará un beneficio colectivo.

10. Felicitar a alguien por su trabajo

Si alguien nos ofrece un buen servicio —en la cafetería, en el banco, en una oficina de gobierno, o incluso en un call center—, ¿por qué no decirlo? Reconocer la calidad de un trabajo bien hecho probablemente hará que quien lo realiza se sienta motivado a mantener la calidad o, incluso, a mejorarla.

Intentemos una al día, de poco en poco: ése es el verdadero reto.

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