Rituales sencillos para reconectar contigo (y no con tu celular)

Rituales sencillos para reconectar contigo (y no con tu celular)
Michelle Medrez

Michelle Medrez

En un mundo que corre deprisa, donde todo parece urgente y digital, es fácil perder el hilo de lo esencial: el vínculo contigo mismo. Nos conectamos constantemente con lo externo, pero olvidamos cultivar esa conexión sutil con nuestro interior, con el alma. Desde la perspectiva de la psicología humanista y transpersonal, recordamos que la persona es más que su historia, su mente o sus emociones: es también conciencia, presencia y un proceso en expansión.

¿Qué es un ritual y por qué puede ayudarte?

En el camino terapéutico, el ritual no es un acto mágico ni una rutina vacía, sino una acción simbólica cargada de intención. A diferencia del hábito automático, el ritual se realiza con plena conciencia y propósito. Puede ser tan sencillo como poner atención a la forma en que caminas o contemplar la llama de una vela encendida, pero su fuerza está en que crea un espacio de conexión y sentido.

Cuando estos actos se integran con prácticas contemplativas, se amplifican sus efectos. La arteterapia —que traduce emociones en imágenes, formas y colores— y el mindfulness —que invita a vivir con atención plena y sin juicio— abren puertas para habitar el momento presente con mayor conciencia. Laury Rappaport, en Mindfulness and the Art Therapies, destaca que esta integración favorece estados de flow, mayor presencia durante la creación y expansión de la conciencia. Desde ahí, el proceso creativo deja de ser solo expresión y se convierte en una vía de transformación.

Aquí te comparto dos rituales sencillos que pueden ayudarte a volver a ti, a tu centro… sin necesidad de notificaciones:

Escritura para el alma (mindfulness narrativo)

Antes de llegar a la cama con tu teléfono, escribe en un cuaderno: sin filtro estructura ni exigencia. La escritura consciente está vinculada con el inconsciente: no se trata de controlar lo que sale, sino de abrir espacio para que lo que aún no ha sido nombrado comience a asomarse. Como si ilumináramos con una linterna los rincones más profundos de nuestra caverna interior, esta práctica nos ayuda a que lo inconsciente se vuelva consciente y, así, pueda integrarse a nuestra experiencia. La creatividad y el juego son esenciales aquí, porque el inconsciente no responde al control, sino a la apertura y la confianza. Recordar y escribir sueños, escenas espontáneas o fragmentos sueltos puede ser una vía poderosa para decodificar esos mensajes que el alma nos susurra por las noches, cuando el ego se relaja y algo más sabio toma la palabra. Escribir sin expectativa nos permite ver con otros ojos aquello que aún no tenía forma.

Escritura para el alma

Crear sin juicio, espontáneamente

Susan Bello refiere en su libro Pintando su alma que, al desarrollar la atención plena, cultivamos un estado de observación que mira todo lo que surge en nuestra conciencia: pensamientos, sentimientos, sensaciones, imágenes, impulsos o movimientos corporales. Nos observamos sin identificarnos con el pensamiento.

Según el método desarrollado por la Dra. Bello, la pintura espontánea es un acto de libertad interior: un ritual en donde el inconsciente toma forma sin censura, juicio ni necesidad de interpretar de inmediato lo que aparece. No se busca hacer “arte bonito”, sino abrir un espacio simbólico donde el alma pueda hablar con imágenes y colores.

Pintura espontánea

Para comprobarlo, te propongo un ejercicio. Vas a necesitar un rotafolio o cartulina, pinceles de distintos tamaños, pintura témpera y ropa cómoda. Comienza respirando profundamente. Cierra los ojos por unos momentos. Pregúntate en silencio: “¿qué quiere salir hoy a través de mí?” Abre los ojos y empieza a pintar sin ideas preconcebidas. Permite que tus manos guíen el proceso. No corrijas, expliques ni pienses demasiado. Solo déjate llevar. El trazo y el color serán tus aliados para descubrir partes de ti que aún no han tenido voz. Al finalizar, observa la imagen con suavidad, como si miraras un sueño. No hace falta entenderla de inmediato. Puedes preguntarte: “¿qué símbolo me habla?” o “¿qué historia podría estar contándose aquí, aunque aún no la comprenda?”

Este tipo de ritual puede practicarse de forma regular, como un acto de reconexión profunda con tu mundo interno. Cada pintura es un fragmento del viaje y, en conjunto, se convierten en el mapa simbólico de tu alma en movimiento.

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Como ves, reconectar contigo no es un lujo ni una moda, sino una necesidad profunda del alma, porque cuando te habitas de verdad, todo empieza a ordenarse desde dentro, y estos rituales te ayudan a conocerte sin juicio, para habitarte desde otro lugar.

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