Rudolf Steiner (1861-1925) fue un filósofo austriaco de pensamiento inquieto: estudió desde temas científicos, filosóficos, arquitectónicos y pedagógicos hasta esoterismo y doctrinas espiritistas. Muchos lo consideran uno de los humanistas más versátiles de finales del siglo XIX y principios del XX, aunque quizá también ha sido uno de los más incomprendidos.
Steiner fundó la Antroposofía, que se resume como el estudio del ser humano a través de capacidades innatas como la intuición. Algunos principios que promovía con este movimiento eran la empatía, la espiritualidad y la idea de que el ser humano, a través de la evolución de sus sentidos, puede acceder a un autoconocimiento mucho más profundo.
Este filósofo argumentaba que la sociedad debería orientarse hacia el bien común, la cultura y los aspectos espirituales, y alejarse del materialismo. Creó, junto a su esposa, una coreografía llamada Euritmia, que supuestamente ayuda a liberar los mejores aspectos del ser humano como entidad.
Consideraba que el ser humano debía vivir en un cuerpo mental y físicamente sano, a tal grado que ninguna enfermedad debería vencerlo. Sobre los males físicos, pensaba que eran personales y que cada uno de nosotros así debía tratarlos, pues lo que para uno es un remedio para otro podría ser un veneno.
Más adelante, Steiner fundó la conocida escuela pedagógica Waldorf, que según sus adeptos busca la libertad creativa del niño. También destacan sus estudios vinculados con la agricultura biodinámica, en los que planteaba el concepto de granja como un sistema vivo relacionado con las estaciones del año y los ciclos de la luna, en el que el uso de pesticidas y fertilizantes estaba proscrito.
A pesar de todo lo anterior, en días recientes la figura de Steiner ha regresado a la conversación por otras razones: nos referimos a una conocida teoría conspiratoria que vincula a la tecnología 5G con la propagación del coronavirus y que argumenta algo que el austriaco afirmó hace casi un siglo.
En 1918, durante el apogeo de la pandemia de gripe española, Steiner fue cuestionado sobre las posibles causas de ésta, y en su respuesta afirmó que “los virus son el desecho de células envenenadas”. Este argumento fue retomado por el doctor Thomas Cowan, quien en un video reciente —tomado en una cumbre de salud y derechos humanos— reafirma lo dicho por Steiner y añade la idea de “saltos cuánticos en la electrificación de la Tierra”.
Según esta teoría conspirativa —que se ha propagado con una rapidez mayor a la del propio virus—, cada vez que se da un salto en dicha “electrificación” del planeta, se produce una suerte de “desestabilidad” en el campo magnético terrestre que conduce a una pandemia. Si uno cree en ello, lo que vivimos hoy en día habría sido causado por la electrificación derivada de la 5G.
Con todo lo brillante e inquieto que pudo haber sido Steiner, hay que considerar que nunca ejerció la medicina ni estudió los virus, de modo que su afirmación de que éstos son “desechos de células envenenadas” carece por completo de sustento científico. Especialistas médicos, entre ellos el biólogo español Christián Constán, han rechazado tajantemente esta noción.
Por otro lado, si se revisa el currículum del doctor Cowan se verá que aunque ostenta el grado de médico, su práctica se ha enfocado en la medicina alternativa —así fue que conoció el ideario esotérico de Steiner— y no en la virología o la epidemiología, y muchos menos en la física cuántica. Y si uno rasca un poco más, puede encontrar, por ejemplo, que en 2017 el estado de California le revocó su licencia médica por “negligencia y conducta poco profesional”.
Considerando que se trata de un tema de vida o muerte, lo anterior debería encender nuestras alarmas. Pero volviendo a Rudolf Steiner, resulta sorprendente que a casi un siglo de su muerte sus ideas sigan siendo motivo de polémica, tanto por quienes las defienden en el campo de la educación, la salud y la producción alimentaria, como por quienes las desestiman como meras afirmaciones seudocientíficas.
Al principio se dijo que Steiner había sido un humanista poco comprendido. ¿Será este el caso: que se malinterpretaron sus ideas? Sólo el tiempo y los acontecimientos que veremos en los próximos meses de esta pandemia nos dirán si lo que afirmó Cowan tenía algo de sustento y razón, o si sólo se apalancó con las ideas del austriaco para desinformar… y vender más libros.