¿Cómo definirías a un hombre? O, mejor dicho, ¿qué características debe tener alguien para ser considerado “todo un hombre”? La mayoría de nosotros crecimos con conceptos muy cerrados y excluyentes acerca de la masculinidad y la feminidad. Una “buena mujer”, por ejemplo, debe ser sumisa, recatada, delicada, sexualmente pasiva y dependiente de su reputación.
Por su parte, para “ser hombre” hay que ser sexualmente hiperactivo, promiscuo y aclamado por los de su mismo sexo; ser fuerte física y psicológicamente, capaz de sustentar él solo a una familia; ser rudo, mostrarse invulnerable al dolor y ejercer control en otros —y, sobre todo, en otras— siempre que se pueda.
Como cereza coronando el pastel, aún existe el mito de que hay “cosas de hombres” y “cosas de mujeres” que sólo pueden realizar cada uno de los sexos sin ganarse el repudio social. Para ellos, expresar sentimientos es “cosa de viejas”: hay que aguantar los golpes de la vida sin mostrar dolor o derrota.
Para “ser machos” hay que ser inmunes al fracaso y a la pobreza. El macho Homo sapiens desempleado, enfermo o con dolor deja de serlo. Un “hombre de verdad” debe estar dispuesto siempre al cortejo y al sexo heterosexual y “no rajarse” jamás ante ninguna circunstancia.
Esta gran carga emocional y social llevó a generaciones a la frustración, la cual desembocaba en trastornos psicológicos que podían conducir a la depresión o a ejercer la violencia —a menudo, contra las mujeres.
Por fortuna, poco a poco estas situaciones están cambiando para ambos sexos: cada vez menos mujeres son sumisas y los hombres empiezan a entender que no son invulnerables. La equidad poco a poco ha ido ganando terreno para darle a ambos la libertad de ser simplemente humanos.
Pero si lo masculino ya no se define a partir de la agresividad, la invulnerabilidad, de quién paga la cuenta o mantiene la casa, ¿qué valores o características definen a los hombres de hoy? A continuación, una lista de lo que se ha ido logrando:
1. Tienen más conciencia de otros y de su entorno
En este tiempo, muchos hombres son más empáticos con las situaciones ajenas; ya no buscan sólo su propio beneficio al momento de actuar y consideran las repercusiones de sus actos en los demás y en el mundo que los rodea. Entre sus nuevos valores están la conciencia ecológica y la preocupación por problemas sociales, como la equidad de género.
2. Están más abiertos a expresar sus emociones
Los días en los que un hombre tenía una coraza emocional están quedando atrás. Ahora, muchos se permiten cambios de humor, sentir ternura, mostrar compasión o dejar salir unas lágrimas, y eso es parte de su nueva fortaleza.
3. Ven más allá de los conceptos impuestos
Están conscientes de que ser malo en el futbol, estar muy delgados, practicar la danza o sentir atracción por el mismo sexo no los hace menos hombres. Así como ellas pueden vestirse como quieran y dedicarse a lo que les gusta… ellos también.
4. Son fieles a sí mismos
Lo primordial hoy en día es ser congruente con lo que se piensa, se siente y se desea, ya que de eso deriva la autenticidad. Las expectativas de ellos como hombres ya no son lo más importante a la hora de definirse; ejercen su sexualidad como la viven y son capaces de decir lo que sienten.
5. No tienen miedo de intentar algo nuevo
El nuevo modelo de vida ya no es trabajar en algo que no te gusta hasta que envejezcas para mantener a tu familia, elegir una carrera porque papá quiere heredarte el negocio y formar una familia con esposa e hijos. El mundo es muy vasto y por eso lo exploran mientras se exploran a sí mismos.
6. No tienen miedo a mostrarse vulnerables
Un hombre también necesita comprensión, cariño y una mano que le ayude a levantarse cuando caiga. Ya no debe cargar solo con su dolor o fracaso, ni debe restringir sus lágrimas cuando se emociona o conmueve. Sentir es hermoso.
7. Apoyan el crecimiento de otros
Ponerle el pie a otro para crecer es obsoleto; hoy sólo hay una manera de hacer que el mundo mejore y es trabajando juntos por el bien común. Si todos queremos una realidad mejor, ¿para qué haríamos que los otros caminaran hacia el lado contrario sólo para poder llegar antes que ellos?
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Cuando algo cambia, todo lo demás se empieza a transformar. Ahora que comenzamos a aceptar que no todas las mujeres quieren ser madres, también comenzamos a entender que no todos los hombres deben ser proveedores. Y si bien muchos de estos cambios representan un avance para la sociedad, es un hecho que aún no alcanzan a la mayor parte de la población.
Estamos entrando a una era en la que cada quien se forja la concepción de sí mismo y, antes que entregar nuestra vida a algo o a alguien más, buscamos el crecimiento personal, el autoconocimiento y la autenticidad.
Aunque hay muchos que dicen —a veces con orgullo y otras, con miedo— que las mujeres ya no necesitan de los hombres, lo cierto es que nos necesitamos mutuamente, porque nadie se forjó a sí mismo solo. No hay una respuesta única sobre cómo ser “hombre” o “mujer”, pero estamos seguros de que la clave es la empatía, el respeto mutuo y siempre tender una mano a quien la necesite.