Escribo estas líneas en el solsticio de invierno, una fecha que los pueblos antiguos consideraban el cierre del ciclo anual y el inicio del siguiente. Pero para quienes observamos el calendario gregoriano es el preludio del fin del año, así que en estos días fríos y oscuros es común trazar planes y propósitos para el Año Nuevo. Por ello, resulta conveniente contar con consejos útiles y probados por la psicología para permanecer motivado a lo largo de los doce meses que vienen.
¿A quién no le sucede que inicia una dieta, entra a un gym o deja el hábito de fumar de forma fácil y entusiasta las primeras semanas de enero, pero luego la rutina, el estrés y el tedio hacen lo suyo y terminan desistiendo al final del mes? Para que esto no suceda, puedes echar mano de estas tácticas sencillas[1] que te ayudarán a lograr los objetivos que tienes para 2024.
I. No pienses en “todo o nada”
La mente es una herramienta que está a nuestro servicio, pero actúa a partir de impulsos primarios como la supervivencia y el ahorro de energía; es decir, busca el máximo beneficio con el menor esfuerzo. Por eso a veces halla maneras de disuadirte del esfuerzo de salir de la cama en la madrugada para hacer ejercicio o de ir a tocar las puertas de la oportunidad, el trabajo o el negocio que has buscado. Y una de las formas más frecuentes en que opera es castigándote con la culpa cuando flaqueas, te equivocas o te desvías de tu objetivo.
En ese momento, es muy común albergar pensamientos como: “Es inútil”, “No sirvo para esto”, “Jamás lo lograré”, “A nadie le va a interesar”, los cuales terminan desmotivándote y, en el peor de los casos, haciendo que desistas de tu empeño; pero, si pones atención, notarás que esta línea de pensamiento se basa en el todo-o-nada. Por eso, la táctica consiste en estar consciente de tus pensamientos, detectar el momento en que te fustigas y aprovecharlo para hacer ajustes en el presente, en lugar de usarlo para culparte por el pasado: si no lograste despertar a las 6:00 am para ir a correr, puedes intentarlo el mismo día en la tarde; o, si rompiste tu dieta keto, a lo mejor necesitas adoptar un régimen menos exigente. No se trata de ser el mejor, sino de mejorar un poco cada día.
II. Visualiza tu éxito
En el mundo empresarial y de los emprendedores se habla mucho del “sueño” y de la “visión”; del mismo modo, se ha probado que el rendimiento de los atletas es más eficiente si antes se ven a sí mismos cruzando la meta, rompiendo el récord o recibiendo una medalla. Así pues, aprovecha estas ideas e invierte unos minutos en tu día o tu semana para imaginar con lujo de detalles cómo sería el momento de tu éxito o, si tienes aptitudes artísticas, incluso puedes hacer un collage o una obra que represente aquello que deseas conseguir.
Si tu visión te emociona, lo que estás haciendo es estimular tu cerebro para que produzca dopamina, la cual servirá como un combustible que te llenará de motivación para llevar a cabo los esfuerzos necesarios y que no pierdas el timón, incluso cuando estés bajo una tormenta y parezca que vas a naufragar.
III. Prepárate debidamente
Imagina a un montañista a punto de emprender el ascenso del K2 o de alguna otra cumbre; ¿crees que sólo con motivación, actitud positiva, una lista de objetivos en una hoja, decretos al Universo y el amuleto que le dio su abuelita saldría bien librado de su empresa? Desde luego que no. De igual forma, para que logres lo que te propones es necesario que te prepares debidamente: desde abastecerte de lo necesario —y eso empieza por comer bien, beber suficiente agua y tener un sueño reparador— todos los días, hasta informarte lo mejor que puedas y contar con las herramientas imprescindibles para lo que pretendes.
La idea es prevenir que a mitad del camino tengas que desandar tus pasos porque “no era por ahí” o que fracases, no porque no seas capaz de lograrlo, sino simplemente porque no te capacitaste lo suficiente y de forma oportuna.
IV. Fragmenta tus sueños en mini objetivos
El sueño de muchas personas es convertirse en millonarias. Pero si pones todo tu empeño en ese solo objetivo tan alto, cuando te des cuenta de lo arduo que resulta quizá termines “botando el arpa” y te resignes a seguir en tu empleo mal pagado de siempre. Por eso, lo mejor es dividir el esfuerzo en pequeñas dosis que sean mucho más manejables y digeribles; volviendo al ejemplo anterior, en lugar de soñar con hacerle la competencia a Elon Musk, un primer mini objetivo sería juntar diez mil pesos en los próximos tres meses e invertirlos en un negocio que deje al menos tres mil de ganancia. Así sí juega uno, ¿no?
V. Reconoce tus pequeños triunfos
En la mitología, Sísifo fue condenado a empujar hasta la cima de una montaña una pesada roca que, a unos metros de la meta, inevitablemente se precipitaba para que el desdichado tuviera que empezar de nuevo, y así por los siglos de los siglos. Y algo similar sucede en el mundo actual, pues los modernos Sísifos están siempre en busca de “el paso siguiente” y de “esforzarse más la próxima vez”, sin coronar nunca la pendiente que están remontando.
Este consejo tiene que ver con el anterior, pues la desmotivación que nos abruma deriva de la falta de reconocimiento, de retroalimentación positiva y de “palmadas en la espalda” cuando se hace algo bien o se logra un objetivo. Entonces, trátate bien cuando logres un mini objetivo, celébralo e incluso date un premio: eso te motivará a seguir caminando hacia tu objetivo.
VI. Haz una lista de beneficios
Es común que, cuando nos ataca el cansancio, empecemos a pensar en buenas razones para claudicar. Como ya dije, la mente nos pone trampas y a veces nos hace ver ciertos esfuerzos como excesivos, a menos que vea una salida clara o una luz al final de tanta penuria. Por eso hay que tener claros y enlistados los beneficios, internos o externos, que obtendremos como premio a nuestros esfuerzos: desde un cuerpo más sano, fuerte, ágil y estético, hasta el sentido de realización y trascendencia personal, pasando por otras ventajas como la independencia financiera, la fama o la libertad para viajar.
VII. Dale un sentido a tus propósitos
Ya que pensamos lo suficiente en los “cómo”, ahora meditemos en los “para qué”; es decir, en el sentido o el fin último de lo que sea que estemos emprendiendo. Volviendo al asunto del dinero, si tu objetivo es acumular riqueza por el hecho de acumularla es muy probable que, aunque la consigas, termines sintiéndote vacío; en cambio, si planeas construir una casa, hacer un viaje al Tíbet, construir un hogar para gatos abandonados, guiar a la gente para que lea tu libro o llegar sano a tu vejez, tu visión del futuro será mucho más amplia y será como un polo magnético que orientará la brújula moral de tus decisiones y tu motivación.
[1] La información de este artículo fue tomada del artículo de Lindsay Tigar publicado en Real Simple y consultado en: https://www.realsimple.com/work-life/life-strategies/inspiration-motivation/how-to-accomplish-goals-psychologist-tips