¿Somos lo que nos decimos? —Programación Neurolingüística (PNL)—

¿Somos lo que nos decimos? —Programación Neurolingüística (PNL)—
Verónica Arias

Verónica Arias

Inspiración

Si el pensamiento corrompe al lenguaje,
el lenguaje también puede corromper al pensamiento.

George Orwell

Uno de los rasgos que nos distingue como especie es el lenguaje, una facultad muy compleja y exclusivamente humana que surge de la interacción entre el desarrollo biológico del cerebro y el medio social, y que se instrumenta mediante la creación y el uso de las lenguas —que no son otra cosa que sistemas de signos lingüísticos, tales como sonidos, grafismos y gestos.

Desde hace siglos, los científicos han intentado comprender cómo es que nuestro cerebro interpreta el lenguaje. Hoy sabemos que el hemisferio cerebral dominante para el lenguaje es el izquierdo, pero que en la función lingüística interactúan los dos hemisferios: el izquierdo nos ayuda a hablar con ligereza y el derecho se especializa en comprender o interpretar profundamente lo que decimos, leemos o escuchamos. También sabemos que todo lenguaje es aprendido, y que ello tiene que ver con dos tipos de evolución: la biológica, determinada por la herencia genética, y la cultural, que no es hereditaria sino adquirida y transmitida de generación en generación entre miembros de la misma especie y el mismo grupo.

Pocas veces nos detenemos a pensar en la repercusión que tiene el lenguaje en nuestra vida: al usarlo irreflexivamente a diario, en ocasiones parecemos olvidar que, hasta cierto punto, el lenguaje no sólo es una herramienta para describir la realidad, sino también la base sobre la que se construye la vida humana, nuestras interacciones y hasta nuestro concepto del propio ser. En otras palabras, nuestro lenguaje crea la realidad que somos.

PNL: control sistemático del lenguaje

La Programación Neurolingüística (PNL) nació en 1973 como resultado del trabajo conjunto de John Grinder —lingüista—, Richard Bandler —matemático y terapeuta de la Gestalt—, así como de un grupo de estudiantes, entre ellos Robert Dilts y Judith deLozier. Su propósito era encontrar nuevos modelos para el desarrollo de la excelencia humana: en su libro De sapos a príncipes, precisan que el fin de este metamodelo es lograr un control sistemático sobre el lenguaje.

La PNL funciona a partir de dos sencillos principios: la escucha de uno mismo y de los demás, y el “modelado” del diálogo interno. Con ello, el cerebro comienza a reordenar desde cero la información almacenada y a guardar la nueva información de un modo que ayude a cambiar los propios paradigmas.

La mayor parte del tiempo, nuestro diálogo interno consta de pensamientos lingüísticamente estructurados que se suceden de forma inconsciente, continua e incontrolable. Estos pensamientos generan sentimientos, y éstos causan acciones impulsivas, automáticas e igualmente inconscientes, las cuales a menudo frustran nuestros objetivos de vida y nos dejan una sensación de sufrimiento y confusión.

Entonces, según la PNL, si un sujeto es capaz de controlar su diálogo interno y sustituir sus pensamientos automáticos por otros que contengan una carga positiva específica y deliberada, podrá librarse en gran medida de estos sentimientos y de los actos fallidos; con ello, mejorará también su calidad de vida —en lenguaje coloquial, es comparable a la expresión “cambiar el chip”.

Las partes y el proceso de la PNL

Programación. Tiene que ver con el comportamiento aprendido: de qué forma el ser humano organiza las ideas y las acciones, y cómo éstas producen resultados, ya sean esperados o inesperados. Para la PNL, este concepto se asemeja a la idea zen de “vaciar la taza”: desechar las viejas creencias equivocadas y sustituirlas con creencias nuevas, frescas y sin juicios de valor.

Neuro. Son los procesos del pensamiento: de qué forma el ser humano utiliza sus sentidos para comprender lo que ocurre a su alrededor. Los sentidos llevan la información al cerebro y éste, a su vez, determina las acciones a tomar: es aquí cuando el sujeto comienza a construir su propia historia obedeciendo a impulsos, y no a razonamientos. De acuerdo a la calidad y consistencia de la información recibida, será la calidad y consistencia de la decisión tomada. En general, los humanos defendemos por igual nuestras creencias saludables y las no saludables, las racionales y las no racionales, las correctas y las erróneas. Nuestro dialogo interno inconsciente tiene su propia base de datos y, a partir de lo que ocurre en el exterior, lanza en automático sus juicios de valor aprendidos. 

La PNL nos indica que es en ese momento cuando la reprogramación es posible, al sustituir los argumentos aprendidos con nuevos argumentos o al replantear los problemas desde otras perspectivas; por ejemplo, formulando preguntas distintas. Si una pareja es capaz de discutir durante cuarenta minutos sin parar, enojándose y subiendo el tono porque ambos quieren tener la razón, valiéndose de la PNL uno podría preguntar a cualquiera de los dos: “Cuando conociste a tu pareja, ¿te enamoraste con la idea de que por fin tendrías a alguien con quien discutir cualquier tema… para siempre tener la razón?” Con esta pregunta, el hecho toma otra dimensión, sustituye la vieja programación y ubica a los participantes en lo esencial.

Lingüística. Son las formas de expresión: de qué forma se utiliza el lenguaje, verbal y no verbal, y qué influencia tiene éste en el sujeto y en los que le rodean. Hay quien dice que el ser humano aprendió a hablar para mentir y, según Bandler, el fondo de todo sufrimiento humano se basa en la autonarración que hacemos de lo que nos sucede. Y en este sentido, sostiene que el noventa por ciento de la carga simbólica de la palabra lo da el tono y no la palabra en sí: el lenguaje corporal y las expresiones faciales revelan el verdadero sentido de lo que se dice.

Como cualquier otra escuela que busca desentrañar la psique humana, las distintas vertientes de la PNL cuentan con un importante número de detractores, algunos de los cuales las han tachado de pseudociencia, de tener tintes de culto o secta y de guardar similaridad con el lavado de cerebro. Y a pesar de que existen numerosos casos de personas que han logrado superar de manera efectiva problemas como fobias, pensamientos obsesivos y otras pulsiones de la mente, la resolución definitiva sobre la efectividad real de la doctrina de Grinder y Bandler aún está pendiente.

Pero no te dejes llevar por el prejuicio: sé tú quien, a partir de la información disponible —y, quizá, de la propia experiencia—, tome su propia postura al respecto. Porque de eso se trata la PNL…

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