Soñar con muertos

Soñar con muertos
Fabio Cupul Magaña

Fabio Cupul Magaña

Inspiración

Al menos entre los humanos, el sueño es un fenómeno fisiológico que causa una disminución de la conciencia y de la respuesta a los estímulos externos; es reversible —se abandona fácilmente—, se asocia con inmovilidad y relajación muscular, presenta una postura estereotipada en quien duerme y es periódico. Su ausencia o privación induce alteraciones conductuales y fisiológicas, además de generar una “deuda” acumulativa de sueño que debe recuperarse.[1] En otras palabras, el sueño es un mecanismo de restauración y recuperación de la energía gastada en el trabajo físico y mental.[2]

Durante el sueño, existe un proceso denominado “ensueño” —es decir, el “acto de soñar” o “generar sueños”— que se refiere a la ocurrencia involuntaria de imágenes, sonidos, pensamientos, sensaciones y otras representaciones mentales.[3] Se ha teorizado que soñar es un juego imaginativo durante el sueño y que es un comportamiento innato de nuestra especie, cuyo efecto adaptativo de la supervivencia es llevar nuestra mente más allá de lo que imaginamos.[4]

Así, al soñar simulamos razonablemente la vida en vigilia; es decir, la vida que experimentamos al estar despiertos. Esta idea la expresa brillantemente el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860): “los sueños y la vida son hojas de un mismo libro, y su lectura simultánea significa la vida misma”. Por su parte, Sigmund Freud (1856-1939) fue el primero en teorizar sobre la importancia de los sueños: para él, cuando éstos son interpretados se revelan como la realización de los deseos actuales o pasados, expirados, archivados, enterrados y reprimidos, a los que por su reaparición en el sueño atribuimos una suerte de supervivencia.[5]

En ocasiones los sueños presentan características fuera de lo común

En ocasiones los sueños presentan características fuera de lo común: escenarios y objetos distorsionados, personajes inusuales, hechos inexplicables, imágenes extrañas, metamorfosis y cambios repentinos de escena.[6] Quizá por eso siempre han fascinado a los seres humanos, tanto que nos han llevado a creer que, además de tener un sentido y un significado para la vida diaria pasada, presente o futura, proporcionan un eslabón directo con lo sobrenatural.

Entre los sueños más recurrentes están aquellos donde emergen las figuras de personas vivas que en el sueño están muertas, así como de muertos que en el sueño están vivos, ya sean familiares o no. De hecho, ciertas investigaciones han encontrado que entre el 10% y el 13% de los sueños incluyen a la muerte como tópico, y que las mujeres sueñan más con este tema que los hombres.[7]

Se piensa que soñar con muertos refleja un rasgo psicológico llamado neuroticismo, que consiste en la tendencia de ver al mundo y a la vida de forma negativa, y de responder con emociones negativas ante experiencias amenazantes de frustración o pérdida. [8][9] Según Freud, la muerte de los seres queridos durante el sueño oculta el deseo de volver a verlos tras la privación de su compañía y, bajo ciertas circunstancias, puede reflejar también un deseo pasado —quizá de la infancia— de que la persona soñada muera.5

Se piensa que soñar con muertos refleja un rasgo psicológico llamado neuroticismo...

En diversas culturas, los muertos aparecen en los sueños como mensajeros de secretos y de noticias importantes para la integridad del soñador. Un ejemplo es el relato de mi suegra Golo: cuando visitaba una remota ranchería en las faldas de la Sierra Madre Occidental del norte de Sinaloa, soñaba con frecuencia que su difunto suegro Heraclio la llamaba con su voz profunda para indicarle el sitio exacto donde había enterrado la tatema[10] que le había dejado como herencia. Lo malo fue que el sobresalto la despertaba, así que nunca pudo terminar de escuchar las instrucciones para hallar el pequeño tesoro.

Para algunos practicantes de religiones afrocubanas, el sueño es un “estado de muerte” que permite diluir los límites físicos y mentales del cuerpo; así, el encuentro con las almas de los difuntos y otras entidades se vuelve accesible. En este estado, según los creyentes, nuestro sueño se torna vulnerable, pues logran asomarse muertos que no son los nuestros, sino enviados maliciosamente por otras personas para aconsejarnos a realizar actividades contra nuestro beneficio.[9]

Entres los pames y chontales de Querétaro y Tabasco, se dice que se sueña con los muertos poco antes de la celebración de su día a inicios de noviembre. De esta forma, ellos nos comunican sus deseos culinarios al indicarnos qué poner en la ofrenda: algunos difuntos solicitan dulce de calabaza con tortilla, mientras otros prefieren una carne sin hueso especial, bonita, o sea carne de pulpa.[11]

...se sueña con los muertos poco antes de la celebración de su día a inicios de noviembre...

Por otro lado, los muertos también se aparecen en los sueños para reclamar. Justamente, mientras mi bisabuela Nicanora moría muy anciana en los brazos de mi padre Luis, mi madre María Eva la soñó sentada a los pies de la cama, con mirada profunda y actitud de escrutinio, cuestionándole por qué no quería asistir al funeral; mientras le reclamaba, la bisabuela jalaba los dedos del pie de mi madre para así reprender su descortés actitud ante quien la había querido genuinamente.

Aunque dentro de la cultura popular existen más interpretaciones sobre soñar con muertos, las cuales pueden ser contradictorias, lo mejor es evaluar uno mismo sus propios sueños. Al respecto, dicen que es de buena suerte despertar sabiendo que has soñando, pero sin lograr recordar lo que fue; si logras recordarlo, no debes contárselo a nadie en ayunas y lo mejor es que lo hagas hasta después del desayuno, pues —como comentó el filósofo alemán Walter Benjamin (1892-1940)— al desayunar rompemos la continuidad del sueño y nos instalamos de plano en la realidad; de lo contrario, seguimos en ese otro mundo y es como si refiriéramos un hecho con otro lenguaje y desde una perspectiva que puede resultarnos parcialmente desconocida.[13]

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[1] Paul Carrillo-Mora, Jimena Ramírez-Peris y Katia Magaña-Vázquez, “Neurobiología del sueño y su importancia: antología para el estudiante universitario”, Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM, 56(4), 2013; pp. 5-15.  

[2] Alfonso Gómez, “El sueño: el ritmo del reposo y del exceso”, Revista Internacional de Psicoanálisis 021, 2005.

[3] Rafael I. Aguirre­Navarrete, “Bases anatómicas y fisiológicas del sueño”, Revista Ecuatoriana de Neurología, 15(2/3), 2007.

[4] Kim Bulkeley, “Dreaming is Imaginative Play in Sleep: A Theory of the Function of Dreams”, Dreaming, 29(1), 2019; pp. 1-21.

[5] Sigmund Freud, Obras completas: la interpretación de los sueños, primera parte, volumen 4 (1900). Amorrortu Editores, Argentina; p. 343.

[6] The_New_Science_of_Dreaming_3_Volumes

[7] Calvin Kai-Ching Yu, “Typical Dreams Experienced by Chinese People”, Dreaming, 18(1), 2008; pp. 1-10.

[8] Alejandro Parra y Jesica T. Sosa, “Factores de personalidad relacionados con el contenido del sueño”, PSOCIAL Revista de Investigación en Psicología Social, 5(1), 2019; pp. 19-31.

[9] Ana María García Herrero, Julio Sánchez-Meca, Francisco Javier Álvarez Muñoz, María Rubio-Aparicio y Fernando Navarro-Mateu, “Neuroticismo e ideas suicidas: un estudio meta-analítico”, Revista Española de Salud Pública, 92, 2018.

[10] Bolsa o vasija con monedas.

[11] Diana Espíritu Santo, “Purgando la otredad: muertos, visión y auto-representación en el sueño dentro de la religión afrocubana”, en: Piergiorgio Di Giminiani y Sergio González Varela (coords.), Tecnologías en los márgenes: antropología, mundos materiales y técnicas en América latina. 2015, Bonilla Artigas Editores, México; pp. 125-149.

[12] Miguel Ángel Rubio y Meztli Martínez, “De sombras, sapos y espíritus relatos sobre el día de muertos entre los chontales de Tabasco y los pames de Querétaro”, Cuadernos, Patrimonio Cultural y Turismo, 16, 2006; pp. 93-111.

[13] Walter Benjamin nos desvela el mejor momento del día para contar nuestros sueños

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