En estos días, los primeros del 2024, en los que mucha gente recomienda películas o libros con mensajes de fortaleza e inspiración para empezar el Año Nuevo con el pie derecho, este humilde sombrerero sugiere invertir algunas horas en ver dos documentales: Squaring the Circle: The Story of Hipgnosis (2022) y Have You Got It Yet: The Story of Syd Barrett and Pink Floyd (2023). Pero, antes de hablar sobre ellos, convendrá hacer las presentaciones pertinentes.
Hipgnosis fue un despacho de diseño inglés dirigido por Storm Thorgerson y Aubrey Powell, que de 1968 a 1983 fue un referente en la industria de la música rock, pues concibieron y realizaron portadas de discos tan reconocibles como The Dark Side of the Moon (1973) o los últimos álbumes de Led Zeppelin. Por su parte, Syd Barrett fue el guitarrista fundador y líder original de Pink Floyd que dio su nombre a la banda y que, por razones de inestabilidad mental, fue despedido de la misma en 1969 y reemplazado por David Gilmour.
Como es fácil deducir, ambos documentales están íntimamente relacionados. Para empezar, uno de los protagonistas del primero, Storm Thorgerson, es también codirector del segundo; después está el enorme vaso comunicante de Pink Floyd y sus discos más emblemáticos —aunque hay que destacar que el portafolios de Hipgnosis también incluía a artistas como Peter Gabriel, Electric Light Orchestra, Genesis, Paul McCartney y The Alan Parsons Project, entre muchos otros—; por último, ambos narran un ascenso meteórico y una caída estrepitosa. Como Ícaro, unos se elevaron demasiado intoxicados por el éxito y la fama, y el otro, por el abuso de sustancias psicoactivas.
Para quienes estudiamos y ejercemos el diseño gráfico, Hipgnosis constituye una especie de piedra angular o “vaca sagrada”; conocer su historia de primera mano, narrada por uno de sus fundadores, es adentrarse en la mente y los procesos creativos de un par de genios que, con tremendo arrojo y un gran poder intuitivo, destrozaron los paradigmas que existían en la industria fonográfica y crearon portadas más próximas al arte que al márketing o la publicidad.
Después de ser una de las agencias creativas más famosas, exitosas y caras del mundo, Hipgnosis terminó como muchos de los rockstars para quienes trabajaron: asfixiados por su propio éxito. Una serie de conflictos, la debacle de la industria del disco y, sobre todo, el despilfarro y los malos manejos financieros dieron al traste con el despacho y, de paso, con la amistad de Storm y Aubrey. Toda una lección que confirma que incluso los genios más formidables también deben prestar atención a cuestiones mundanas como el dinero.
Por su parte, la historia de Roger Keith “Syd” Barrett es la de un deslumbrante sol que, por el breve espacio de unos años, fulguró intensamente hasta alcanzar su cenit, para después desplomarse en la más profunda tiniebla; “brille en ti, diamante loco”, dice el estribillo de la canción que sus ex compañeros escribieron en su honor. Y aunque conocemos de sobra el trágico desenlace —tras grabar dos discos solistas en los que su deterioro mental era evidente, Syd se recluyó en su casa y murió de cáncer de páncreas en 2006, a la edad de 63 años—, lo que sorprende de la narración es “el otro Syd”; o sea, Roger Keith.
Así es: una lectura de este recuento del vuelo y la caída de Barrett es que se convirtió en un ídolo, pero dejó de reconocerse en esa encarnación de sí mismo que había creado y llamado Syd. Por eso hizo lo posible por destruirlo, pues en el fondo deseaba convertirse en otra clase de artista —pintor, para más señas—; pero las herramientas que usó para tal demolición cavaron demasiado profundo y terminaron rompiendo las cuerdas que lo unían a la realidad.
Más allá de estas reflexiones de melómano —y aunque Pink Floyd o el rock no sean lo tuyo—, ambos documentales son muy recomendables por la forma en que se hilvana la narración, por la enorme cantidad de fotos y grabaciones inéditas, de entrevistas con artistas de primera talla, y de sketches y diseños nunca antes vistos, pues todo ello permite empaparse del espíritu libertario, experimental e irreverente que caracterizó a ese momento de la historia.
Y, ¿por qué hablo del “lado oscuro” de Pink Floyd? Además de aludir al lado oscuro lunar del que hablan en su álbum más exitoso, me parece que en ambos testimonios es posible ver, desde la barrera, las posibles consecuencias de jugar a la ruleta rusa con el arma de los excesos y con las balas de las sustancias, la ambición, la fama, el dinero y el ego desmedido…