Todo empezó de una manera, digamos, inocente: según un artículo de la edición inglesa de Wired, el 22 de enero de este año el diario belga Het Laatste Nieuws publicó una entrevista con el médico belga Kris van Kerckhoven, en la que éste afirmaba que “la 5G amenaza la salud, y nadie hace nada”, y que esta tecnología estaba vinculada con la transmisión del coronavirus.
En su texto, el autor de la entrevista señaló a las torres de telecomunicación 5G que recién habían sido instaladas en la ciudad china de Wuhan, donde surgió la pandemia mundial, preguntándose si ambos hechos podrían estar relacionados. “No lo he investigado, pero podría haber una relación entre las dos cosas”.
Pocas horas después y debido a la falta de rigor y de fuentes científicas, el editor del diario eliminó el artículo de su sitio web, pero ya era tarde: la entrevista ya se había replicado en medios y páginas locales; al poco tiempo, ya estaba traducida al inglés y se propagaba por el mundo en forma de videos de YouTube, memes y notas sensacionalistas.
Con la declaración de pandemia por parte de la OMS, el desconcierto se apoderó de la población mundial, lo cual es un caldo de cultivo perfecto para la propagación de teorías conspirativas: ante una amenaza invisible, la gente está más susceptible a creer en “oscuros grupos de gente poderosa que hacen cosas terribles a nuestras espaldas y ponen en riesgo nuestro porvenir”.
Así, en semanas recientes los medios británicos han reportado que torres de telecomunicación 5G han sido vandalizadas y quemadas en el Reino Unido, y en los Estados Unidos celebridades como Woody Harrelson y John Cusack han expresado sus sospechas sobre esta tecnología y el virus Covid-19.
Por otro lado, el pasado 9 de abril la influyente revista Bloomberg publicó un análisis profundo de este fenómeno, en el que especialistas de distintas partes del mundo afirman haber detectado una “actividad poco auténtica” en los tuits relacionados con la 5G y el coronavirus, por lo que sospechan que existe “un esfuerzo coordinado” para amplificar esta teoría conspirativa.
Ante todo esto, autoridades como la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos han liberado comunicados en los que afirman categóricamente que “la tecnología 5G no transmite el coronavirus ni está vinculado con él”, y diversos expertos científicos y tecnológicos argumentan que el Covid-19 también se ha presentado en países sin 5G, que esta frecuencia no daña al organismo humano y que las ondas electromagnéticas no tienen relación con los virus.
¿Otra teoría conspirativa sin sustento? Así parece. Pero no olvidemos que los intereses económicos también juegan un papel en esta danza entre la salud y la tecnología. Si bien se nos dice que la 5G es segura, desde hace años los científicos han solicitado pruebas sobre los efectos de la radiación en el organismo.
Según un artículo del doctor Joel M. Moskowitz publicado en Scientific American, la implementación de la 5G expondría a la humanidad a un volumen mayor de ondas electromagnéticas, las cuales —según afirma el científico— son causa de cáncer, estrés celular, daños genéticos, neurológicos y reproductivos.
En la página 5gappeal.eu, diversos científicos enlistan sus argumentos para exigir que esta tecnología sea evaluada por expertos independientes y sin vínculo con la industria de las telecomunicaciones, para determinar si existen efectos adversos en nuestra salud antes de que la 5G se implemente en el mundo.
Vale la pena leerlo…