Cuando la literatura se adentra en los senderos del terror, puede llevarnos a mundos obscuros e inexplicables. El miedo habita en los clásicos relatos de almas atormentadas o de pesadillas, tanto como en los más recónditos rincones de la mente humana. Para invitarte a recorrer estos terroríficos caminos literarios, te presentamos diez cuentos de terror que, ya sea por medio de poderosas sugestiones, magia negra o por algún espectral influjo misterioso, te cautivarán con escalofríos a cada vuelta de página.
10. “Una noche de espanto” de Anton Chéjov.
Después de una sesión espiritista en la que su muerte fue augurada, Iván Ivanovitch Panihidin se encuentra con un féretro en su habitación. El miedo le impide explicar racionalmente la presencia de la caja mortuoria, así que corre a buscar refugio en casa de sus amigos, donde, para su sorpresa, también encuentra ataúdes. Chéjov juega con la posibilidad de lo paranormal tensando la narración; así lleva al lector al mismo estado nervioso que Panihidin y a ansiar el desenlace de esa aterradora velada.
9. “Historia de un muerto contada por él mismo” de Alexandre Dumas
Las grandes historias de amor sostienen que éste es más grande que la muerte. En el relato en cuestión esta idea es distorsionada y llevada hacia los caminos del terror. En una tenebrosa noche, un joven narra a sus amigos los insólitos hechos en los que se ha visto envuelto recientemente después de obsesionarse con una misteriosa mujer. Así, Dumas nos brinda un romance de ultratumba ¡asistido por el mismo Lucifer!
8. “Una historia de fantasmas” de E. T. A. Hoffmann
Cipriano cuenta a sus amigos que las hermanas Adelgunda y Augusta tienen fantasmas en su hogar. El carácter de ambas se ha visto afectado por el ente paranormal, y la línea entre la vida y la muerte, la sanidad y la locura, se ha difuminado para ellas. ¿Hubo realmente un espíritu en casa de las hermanas? La última palabra sobre la veracidad de la historia la tienen los escuchas y, por supuesto, el lector.
7. “El monte de las ánimas” de Gustavo Adolfo Bécquer
En la noche de Todos los Santos, temibles historias sobre almas condenadas a deambular por los montes en los que perecieron se cuentan alrededor del fuego. Alfonso observa a la hermosa Beatriz y ansía hacerle saber sus sentimientos. Beatriz juega maliciosamente con él, poco le interesa su afecto. Para probar su amor, Alfonso se adentra en el monte de las ánimas. De este modo, Bécquer teje poéticamente una leyenda con la oscuridad de los primeros días de noviembre.
6. “La gallina degollada” de Horacio Quiroga
Este es un cuento teñido de rojo. Los señores Mazzini-Ferraz ignoran a sus hijos varones por la condición con la que han nacido, mientras vuelcan su cariño sobre su única hija, Bertita. El castigo que recibe el matrimonio estará más cerca de un mandato divino que de una venganza maliciosamente planeada. Aunque posiblemente este cuento tenga un mal sabor de boca —resabio de una lectura escolar—, no está de más revisitarlo para encontrar una narración en la que ningún detalle está de sobra y las descripciones transportan al lector a la escena del crimen.
5. “El huésped” de Amparo Dávila
Un misterioso invitado altera la vida de la señora de la casa, sus niños y la sirvienta. Es evidente para ellos que hay algo extraño en él, pero es imposible para la mujer convencer a su marido de esto. La narración da mínimas descripciones del huésped: no hay manera de comprobar su especie; si acaso por su proceder se sabe que hay algo de animal salvaje en él, pero, ¿qué es realmente esa criatura?, ¿carece de toda inocencia o rasgo humano? Amparo Dávila construye magistralmente los trayectos del monstruo por la oscuridad y apuesta al terror primario de lo desconocido en un relato tan cautivador como angustiante.
4. “La pata del mono” de W. W. Jacobs
Ni siquiera la magia puede proporcionar soluciones de la nada, todo efecto trae consigo una causa detrás. Los señores White piden a la pata del mono una inocente suma de dinero, pero cuando no ven aparecer frente a ellos los billetes, creen haber comprobado que las propiedades mágicas del artefacto no son nada más que un mito. Sin embargo,este deseo se cumplirá, aunque a expensas de una serie de desgracias irreversibles. La pata del mono es un cuento que recuerda al lector que en ocasiones el peor monstruo son sus propios deseos.
3. “El Horla” de Guy de Maupassant
A veces el miedo más profundo viene de convencer a la mente de que algo siniestro acecha donde en realidad no hay nada. A través de las entradas de un diario, Maupassant nos lleva a sumergirnos en la paranoia de un hombre acosado por un ser invisible. Con el paso de los días, el hombre va perdiendo la razón y su vida se convierte en un desesperado intento por escapar de la terrorífica presencia; así, intentará no sólo viajar lejos, sino también deshacerse del mal desde la raíz.
2. “El corazón delator” de Edgar Allan Poe
Poe —una de las plumas más prolíficas en ambos géneros, el cuento y el terror— narra la historia de una mente perturbada. El peor enemigo del personaje principal es el ojo con catarata de su casero, al punto que se convence de que hay algo maligno en aquel nublado globo ocular. Su fijación lo llevará a matar, pero después de deshacerse del perverso ojo, los latidos del corazón del viejo no lo dejarán en paz. Una narración que se adentra en la locura al acelerado ritmo cardiaco de la muerte.
Ilustración de Andrew Mar
1. “El ser en el umbral” de H. P. Lovecraft
“Admito que he disparado seis balas a la cabeza de mi mejor amigo”. Esta confesión de Daniel Upton abre el relato que encabeza nuestra lista. Después de que Edward Derby desposa a Asenath Waite, Upton nota cambios drásticos en su amigo: su alma pareciera haber sido intercambiada por la de alguien más. A través de un enredo con las artes oscuras que culmina dolorosamente, Lovecraft —con la gran maestría que lo caracteriza— nos ofrece un delicioso relato para no conciliar el sueño. Sin duda, la perfecta historia para disfrutar a la luz de las velas en estas oscuras noches de noviembre.