Tres grandes e imperdibles escritoras mexicanas

Tres grandes e imperdibles escritoras mexicanas
Fernando N. Acevedo

Fernando N. Acevedo

Inspiración

Las grandes voces que representan a la literatura mexicana son célebres a nivel mundial. Sin embargo, algunas de ellas —igual de brillantes, pero menos difundidas— resultan novedosas incluso para los mexicanos. Por eso, en esta ocasión te contaré sobre la vida y obra de tres escritoras, cuya narrativa y estilo particulares dejaron una huella indeleble en las letras nacionales, específicamente en el género del cuento y la narrativa breve, donde su perspectiva trascendió en el tiempo.

Amparo Dávila

Amparo Dávila

Amparo Dávila nació en Zacatecas el 21 de febrero de 1928 y murió en la Ciudad de México el 18 de abril de 2020. Única sobreviviente de cuatro hermanos que fallecieron durante la infancia por diversas causas, se dice que pasaba el tiempo en la biblioteca de su padre. Es reconocida por su habilidad para entretejer el acontecer cotidiano con la fantasía, al crear atmósferas cargadas de tensión psicológica. En sus textos explora temas como la soledad, la locura y el miedo —este último la acompañaría durante toda su vida—, a menudo desde una perspectiva femenina que desafía las normas sociales. Secretaria de Alfonso Reyes entre 1956 y 1958, fue becaria por el Centro Mexicano de Escritores en 1966, ganadora del Premio Nacional de Cuento Emilio Abreu Gómez en 1986, y también del Premio Jorge Ibargüengoitia de la Universidad de Guanajuato, en 2020. Además, por sus obras más representativas, como Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Árboles petrificados (1977), le fue otorgado el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia en 1977.

Inés Arredondo

Inés Arredondo

Inés Arredondo (Culiacán, Sinaloa,1928 – Ciudad de México,1989) es otra figura clave de nuestra literatura. Su obra, con un total de treinta y cuatro relatos contenidos en tres libros cuyas fechas de publicación fueron distantes entre sí, se caracteriza por un lenguaje poético y una exploración profunda de la condición humana, ya que aborda temas delicados para la sociedad mexicana, tanto antes como ahora: las disfunciones en las relaciones familiares y de pareja, valores tradicionales,  y muchos otros temas entonces considerados tabú que hoy están más a la vista, como el erotismo, la perversión, los abusos y los maltratos en la familia, el machismo, el aborto, el incesto y el bullying. Es así que sus cuentos a menudo se centran en la complejidad de las relaciones personales y en la búsqueda de identidad, y son considerados clásicos de la literatura mexicana: “La señal” (1965), “Río subterráneo” (1979, Premio Villaurrutia), el cuento infantil ilustrado “Historia verdadera de una princesa” (1984) y “Los espejos” (1988) son algunas de sus publicaciones más emblemáticas. Además, fungió como crítica literaria y ensayista al colaborar en diferentes revistas y suplementos culturales, textos que fueron reunidos en el libro Ensayos (2012).

Fue galardonada con la Medalla Fray Bartolomé, entregada por vez primera en la historia de Sinaloa en 1986, y homenajeada en Culiacán por sus méritos literarios (1987). Asimismo, recibió un Doctorado honoris causa por parte de la Universidad Autónoma de Sinaloa (1988) y resultó homenajeada por segunda ocasión en el II Festival Cultural de Sinaloa.

El Fondo de Cultura Económica publicó en forma póstuma tres cuentos inéditos más dentro de la colección completa de sus narraciones, en 2012, bajo el título Cuentos completos.

Guadalupe Dueñas

Guadalupe Dueñas

Guadalupe Dueñas (Jalisco, 1910 – Ciudad de México, 2002) es conocida por su capacidad para capturar la esencia de la vida cotidiana y transformarla en relatos de gran carga simbólica y poética. Sus cuentos reflejan una aguda observación social y una gran sensibilidad hacia los detalles. Tiene la noche un árbol (1958), No moriré del todo (1976), Imaginaciones (1977) y Antes del silencio (1991) son los cuatro libros que publicó en vida. A ellos se unen reseñas, adaptaciones para la televisión, textos autobiográficos, primeras versiones de algunos cuentos y textos varios publicados aquí y allá, o guardados en algún cajón de sus Obras completas, un volumen editado por el Fondo de Cultura Económica en 2017.

Fue colaboradora en una gran cantidad de revistas, becaria en novela por el Centro Mexicano de Escritores (1961) y Premio José María Vigil (1959) por “Tiene la noche un árbol”. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, alemán, italiano y francés.

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Leer a estas autoras es entrar en un universo donde la realidad, lo onírico, lo simbólico y lo fantástico se entrelazan, así como una invitación a conectarse no sólo con emociones y pensamientos universales que trascienden el tiempo y el espacio, sino con el gozo de la literatura rica y compleja. Sus narrativas nos convocan a mirar más allá de lo aparente y a encontrar belleza y significado en los rincones más oscuros y profundos de la psique humana.

Sus obras, además, son esenciales para entender la evolución del cuento mexicano y su capacidad para reflejar y cuestionar la sociedad. Además, su escritura es un testimonio de la lucha femenina por encontrar una voz propia en un mundo predominantemente masculino. En resumen, su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de lectores y escritores, manteniendo viva la llama de la literatura mexicana.

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