Turismo de terror en la Ciudad de México

Turismo de terror en la Ciudad de México
Julio Báez

Julio Báez

Lugares increíbles

Hacer turismo es algo que siempre resulta deseable y la Ciudad de México cuenta con infinidad de lugares para visitar, en cualquiera de los planes que uno pueda decidir: hay opciones tradicionales y otras modernas; para niños, jóvenes, parejas, familias, ancianos, nacionales y extranjeros; parques de diversiones, zonas arqueológicas, sitios pintorescos, bares, restaurantes y muchas más alternativas para satisfacer la imaginación de los lugareños y de los visitantes a la ciudad más poblada del mundo, tanto para los que aman lo histórico como lo romántico, lo cosmopolita y hasta lo atrevido.

Pero a algunos lo que nos gusta son los temas que nos hacen temblar, nos aceleran el corazón y nos causan cierta paranoia. No piensen mal: a lo que me refiero es a que, en esta ciudad, también hay lugares que forman parte de leyendas escalofriantes, sitios turísticos donde —se dice— pasan o han pasado “cosas terribles”: almas en pena, sucesos trágicos, fantasmas y otros seres adornan este tipo de escenarios, que siempre llaman la atención. Y es gracias al imaginario colectivo que tales historias permanecen vigentes a lo largo del tiempo. Por eso, les presento este Trisquel de lugares para hacer turismo de terror en la Ciudad de México. Sean bienvenidos…

El Callejón del Aguacate

El Callejón del Aguacate

Empecemos por este sitio que tiene un nombre que podría ser intrascendente y, al mismo tiempo, hasta gracioso. La pregunta es: ¿ahí venden aguacates o hay árboles de ese fruto? No, en realidad es un lugar ubicado al sur de la ciudad, en Coyoacán —en el barrio de Santa Catarina, para ser más exactos—, conocido por las leyendas que cuentan los habitantes de la zona quienes, supuestamente, han tenido experiencias paranormales.

Hay algunas leyendas de la época colonial que hacen que este sitio se considere lúgubre o misterioso. Otras se remontan a los tiempos de Lázaro Cárdenas: por ejemplo, se dice que un militar solitario solía caminar por ese callejón y constantemente veía a un niño que le pedía que jugaran porque le gustaba su uniforme; al militar le molestaba la insistencia del niño, así que un día lo golpeó cerca del árbol que allí se encuentra y lo mató, colgándolo del mismo. Por eso dicen que, si te acercas al árbol, se escuchan gemidos y se siente una extraña presencia. Hay otras historias igualmente aterradoras, que convierten a este callejón en un sitio al que muchos atrevidos acuden por las noches a hacer turismo de terror.

El Hospital Juárez

El Hospital Juárez

En las calles de Jesús María y Fray Servando, en el centro de la Ciudad de México, se fundaron las primeras cuatro iglesias de la capital; una de ellas fue la Parroquia de los Indios de San Pablo y estaba a cargo de los franciscanos. Muchos años después, ese edificio se convirtió en un hospital que también sirvió como cuartel para los militares mexicanos: durante la intervención estadounidense y la Guerra de Reforma, ahí se atendía a los soldados que resultaban heridos.

En ese tiempo nació la leyenda de “la Planchada”: una enfermera que nadie conocía, pero que atendía a los enfermos cuando las otras enfermeras se quedaban dormidas. Un grupo de médicos y militares se organizaron para seguir a esta mujer y se dieron cuenta de que la presencia espectral desaparecía a unos metros del hospital. Se le dio el nombre de “la Planchada” porque su ropa siempre estaba sin arrugas, aunque algunas otras versiones la llaman “La almidonada”, pues hubo un tiempo en que las enfermeras almidonaban no sólo sus cofias, sino también sus blancos uniformes “hasta que se pararan solos”, y se supone que la enfermera fantasmal, al caminar, producía el ruidito característico de estas rígidas prendas.

Esta aparición ha sido vista desde el siglo XIX y es una de las leyendas más antiguas que permanecen vigentes de la Ciudad de México. Además, se ha extendido a otros centros hospitalarios como La Raza, el Centro Médico Siglo XXI y los hospitales del sur de la ciudad. Pero todos coinciden en que fue en “el Juárez” donde se originó la historia.

Pero ésta no es la única leyenda que se cuenta sobre dicho hospital: también se dice que allí se llegan a aparecer militares heridos que rondan por los pasillos dando gritos de dolor y que, si uno pone atención, se escuchan conversaciones en las noches. Esto convierte al hospital en un lugar digno de visitar si uno es afecto al terror y las emociones fuertes.

El Palacio Negro de Lecumberri

El Palacio Negro de Lecumberri

Otro sitio que tiene un peso histórico importante en la Ciudad de México es el antiguo Palacio de Lecumberri. Este lugar, que está a espaldas del Palacio Legislativo de San Lázaro, fue establecido por el presidente Porfirio Díaz como una penitenciaría, la cual se inauguró en el año 1900. En un inicio, la cárcel estaba planeada para albergar a unos setecientos reos, pero llegó a tener hasta cinco mil prisioneros, así que podía haber hasta quince reos en una celda de tres metros cuadrados, dormidos de pie y amarrados a las paredes.

El lugar se dividía en crujías, donde los presidiarios eran enviados dependiendo del delito cometido. Había una zona para presos políticos, otra de delincuentes religiosos, y la llamada “Crujía J”, que era el lugar destinado para los homosexuales. También existía un área conocida como “el Apando”, la celda de castigo donde los reos podían pasar semanas encerrados, con poco alimento, sin agua, luz, ventilación ni baño. Toda una tortura que, por supuesto, era digna de una cinta de terror clasificación C.

Entre otras historias, los presos contaban que en este lugar se vivían torturas, desapariciones de compañeros, asesinatos… por eso se le llamó “el Palacio Negro”. Entre los presidiarios más populares estuvieron, en sus respectivas épocas, Pancho Villa, David Alfaro Siqueiros, el “Goyo” Cárdenas y Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel, el famoso cantante fallecido el año pasado. Y a pesar de que hace tiempo que la penitenciaría dejó de funcionar como tal, la gente asegura que el lugar está lleno de almas en pena que gritan y hacen ruido durante las noches; además, quienes lo han visitado sostienen que entre esas gruesas paredes aún se percibe el aire cargado de miedo y desesperación, quizás una energía residual de los cientos de individuos que padecieron condiciones tan precarias e infernales.

Algunas personas que trabajaron ahí relatan encuentros paranormales y se dice que, cuando el edificio se remodeló, se encontraron huesos humanos enterrados en varias ubicaciones. También se cuenta que se aparece un charro negro y que en ciertos rincones se escuchan gritos, lamentos y ruidos extraños, entre otras historias macabras. En 1976 dejó de funcionar como penitenciaría y comenzó su transición para convertirse en el Archivo General de la Nación, inaugurado en 1982 y en funciones hasta el día de hoy, cuando es posible solicitar una visita nocturna: una oportunidad para comprobar en persona todo lo que se cuenta del lugar.

Ahora que conoces su historia, ¿no crees que estos sitios son lo suficientemente interesantes y terroríficos como para ir a conocerlos?

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