Gracias a Akie Ito
En el folklore japonés proliferan leyendas fantásticas pobladas por seres sobrenaturales llamados yokai —término que hace referencia a cualquier criatura o fenómeno inexplicable. Dichos seres, por lo general, viven en un entorno natural y advierten a las personas sobre algún peligro, aunque también pueden ser responsables de la buena o la mala fortuna que éstas experimenten. Se han encontrado miles de ejemplos de yokai en los registros antiguos, donde se narra e ilustra su historia. A continuación, te comparto nueve de ellas:
1. Tsukumogami. La leyenda de estos yokai tiene dos siglos de antigüedad y cuenta que, durante la limpieza anual de una casa, ciertos artefactos fueron desechados sin que se les agradecieran sus años de servicio. Con el tiempo se habían impregnado de la energía del lugar, por lo que adquirieron un espíritu propio, el cual se tornó vengativo debido a la ingratitud de sus dueños. Se cree que en la historia de estos objetos se encuentra el origen de otros yokai, como el llamado karakasa: una sombrilla que, molesta por haber sido olvidada por su dueño, se esconde entre los paraguas inanimados para darle un susto a quien se atreva a tomarla.
2. Tanuki. El mapache japonés —Nyctereutes procyonoides— es conocido en el folklore por sus habilidades fantásticas. Esta especie habita en los bosques de Japón y, aunque tiende a ser tímido, las leyendas lo pintan como un animal travieso y tramposo. Su capacidad mágica más importante es la de cambiar de forma: usualmente aparenta ser humano para jugarle alguna broma a los habitantes de las villas cercanas. Los tanuki, cuando tienen su forma original, suelen mostrarse joviales e inofensivos, pero al adoptar la forma humana, son fácilmente corrompidos por el alcohol y los juegos de azar.
3. Kitsune. Como a los mapaches japoneses, a los zorros también se les ha atribuido la capacidad de transformarse en seres humanos. Una leyenda presenta a los kitsune como seres celestiales y protectores de los hombres, que proveen sabiduría y servicio a los virtuosos. Aunque, según otros relatos, los kitsune son similares a los tanuki: traviesos y ávidos de burlarse de los humanos; no obstante, suelen cumplir sus promesas, recordar amistades y pagar favores.
4. Zashiki warashi. Este yokai es un espíritu hogareño que trae buena fortuna. Tiene la apariencia de un niño o niña que lleva vestidos tradicionales japoneses, aunque resulta difícil verlo con claridad, pues es muy escurridizo. Su pasatiempo es hacer travesuras, como mover cosas de lugar, dejar sus huellas sobre el piso limpio y hacer ruido por las noches —a veces ríen o tocan un instrumento musical. Suelen hacerse amigos de los niños de la casa y enseñarles canciones o rimas; también son compañía de ancianos y de parejas que no pudieron tener hijos. Hay familias que les dejan dulces o comida en agradecimiento por traer riquezas a sus hogares.
5. Nopperabo. El único interés de esta criatura es el de espantar a los seres humanos. De espaldas podría parecer una persona cualquiera, pero una vez que se da la vuelta quien lo mira se horroriza al constatar que no tiene rostro. Los nopperabo visitan zonas urbanas para tomar por sorpresa a sus víctimas, aunque también suelen aparecerse en caminos desiertos. Un cantinero que se encuentra de espaldas a la barra podría ser un nopperabo esperando el momento justo para aterrorizar a un cliente.
6. Jorogumo. En la actualidad, éste es el nombre común de la especie Nephila clavata, una araña inofensiva que, sin embargo, el folklore japonés presenta como una tejedora de trampas mortales para los hombres. A jorogumo se le considera un espíritu del agua, y varias narraciones la ubican cerca de las cascadas de Izu, donde atraen a los hombres al adoptar la forma de una hermosa mujer para después ahogarlos utilizando sus hilos de seda. Una leyenda del periodo Edo habla sobre un hombre adinerado que, en sueños, era atormentado por una anciana y su hija, quienes resultaron ser arañas que vivían en su casa.
7. Rokuro Kubi. Se trata de otra mujer monstruo que se alimenta de la vida humana. Se introduce en las comunidades y atrae a sus presas con su hermosura. Ataca sólo por las noches: alarga su cuello, parecido a una serpiente, y se dispone a devorar. En ocasiones se conforma con beber el aceite de las lámparas o con asustar a algún desvelado; sin embargo, puede ser mortal para el hombre incapaz de resistirse a sus aparentes encantos.
8. Tengu. En el imaginario occidental, suele ser clasificado como un duende, pero en los registros más antiguos estas criaturas aparecen con la forma de aves erguidas. Con el tiempo, su aspecto se transformó en el de un hombre de piel roja con alas negras y nariz larguísima. Una de las características primordiales de los tengu es que son expertos espadachines y conocedores de las artes marciales. En algunas narraciones, son ellos quienes enseñan a los samuráis sus habilidades, aunque el grueso de historias gira en torno a provocarles infortunios a los monjes.
9. Kappa. También son conocidos como duendes. Estas criaturas habitan diversos cuerpos de agua y, por ello, distintos puentes o estanques donde se asegura haberlos visto han sido bautizados como ellos. Las ilustraciones los representan con piel y manos de rana, caparazón de tortuga y un plato sobre la cabeza. A los kappa se les culpa de ahogar niños en los ríos, aunque algunos gozan de una fama distinta. El templo Sogenji, en Tokio, está dedicado a estas criaturas pues, según una leyenda, hace más de doscientos años ayudaron a evitar que un río se desbordara. Así, este yokai se convirtió en una deidad del bienestar y de la fortuna económica.