De Moscú a Vladivostok: el Ferrocarril Transiberiano

De Moscú a Vladivostok: el Ferrocarril Transiberiano
Fausto Broca

Fausto Broca

Lugares increíbles

Un desafío casi imposible sería cruzar toda Rusia y llegar hasta China en sólo una semana. Pero el Tren Transiberiano lo consigue: en siete días, atraviesa ocho zonas horarias y hace parada en 72 estaciones antes de llegar a su destino final, en un monumental recorrido de 9 mil 289 kilómetros desde Moscú hasta Vladivostok, la línea original. Hoy, un total de 10 mil 267 kilómetros de red ferroviaria conectan el centro de Rusia con las provincias del Lejano Oriente Ruso, además de con China, Mongolia y Corea del Norte.

Antes del tren, los rusos circulaban por la Ruta Siberiana que se construyó en 1730 y se usó hasta el siglo XIX. En 1890, fueron inauguradas las obras del Transiberiano por el Zar Nicolás II, cuyo objetivo era poder viajar en su vagón personal por todo el territorio ruso. La construcción empezó en la zona oriental, donde miles de soldados y reos trabajaron en condiciones terribles, moviendo e instalando una cantidad masiva de maderos debajo de las vías durante 26 fatigosos años, sin contar con maquinaria moderna.

Ferrocarril Transiberiano en Kirov

Para conectar los dos extremos de Rusia, los trabajadores levantaron 574 puentes que cruzan ríos, lagos, desfiladeros y terrenos escarpados bajo el riguroso clima siberiano, sin carreteras, sin apoyo tecnológico y con poco presupuesto. Aun así, el primer tramo de la ruta transiberiana se inauguró en 1904 y alcanzó zonas a las que la civilización entonces no había llegado.

Uno de los grandes beneficios inmediatos que aportó el Transiberiano fue el despertar económico de zonas alejadas de Rusia. Más de 4 millones de personas provenientes de Ucrania y Rusia Occidental llegaron a Siberia y a otras zonas en este tren, lo cual alentó un ascenso en la producción de harina y grano, así como de su exportación a zonas más lejanas.

El Transiberiano también facilitó operaciones bélicas: si no hubiese sido por el tren, los rusos no habrían podido enviar refuerzos militares en la guerra contra Japón a batallas como la del río Yalu —representada en una famosa ilustración japonesa de 1904—. Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras la Unión Soviética tenía una postura neutral, Japón aprovechó el Transiberiano para transportar materiales como goma natural.

Ferrocarril Transiberiano

Una estación de Moscú llamada Yaroslavsky es el punto de partida de las líneas del ferrocarril Transiberiano. Dependiendo de tu destino, la ruta se desvía y se habla del Ferrocarril Transmanchuriano o Transmongoliano, que llega a Pekín y a Piongyang, en Corea del Norte. Un dato curioso es que, para respetar el ancho de las vías de China, cuando llega a la frontera el Transiberiano requiere un cambio en todos los vagones de los bogies, que son las estructuras debajo de la carrocería del tren a la que se unen los ejes de las ruedas.

Carro restaurante del Ferrocarril Transiberiano

Este tren cruza Asia y parte de Europa en menos de la mitad del tiempo que tardaría un barco, por lo que sirve como ruta internacional para el transporte de mercancías. Su amplio recorrido es un viaje que atrae a un sinfín de turistas, aunque no es el más largo del mundo ni es barato: entre la aprobación de documentos, los traslados adicionales y las estancias en varios hoteles, un recorrido de Moscú a Pekín en el Transiberiano puede costar unos 2500 euros y el costo se eleva al doble si eliges viajar en clase de lujo.

El Transiberiano sigue más vigente que nunca y ni siquiera las líneas aéreas lo han vuelto obsoleto: hoy es la línea de ferrocarril más usada en Rusia, con 200 mil personas que la usan para trasladarse entre Asia y Europa cada año, además de que sus vías proveen el 30% de las importaciones a Rusia. En 2013, el gobierno ruso anunció un plan para ampliar la ruta y unir Londres con Nueva York a través del Estrecho de Bering; de hacerse realidad el proyecto, la línea tendría un total de 20 mil 777 kilómetros de vías.

Y como si toda su magnitud e historia no fueran suficientes, este famoso tren también ha servido como inspiración cinematográfica para la creación de dos películas: Horror Express (1973) una cinta de terror y ciencia ficción estrenada en México con el nombre de Terror en el Transiberiano, en la que Christopher Lee es un científico que transporta una criatura prehistórica hallada en Siberia; y Transsiberian (2008) o Expreso de medianoche, un galardonado thriller con Woody Harrelson y Emily Mortimer.

Cierre artículo

Recibe noticias de este blog