Oración vs. meditación: ¿en qué se parecen y cuáles son sus diferencias?

Oración vs. meditación: ¿en qué se parecen y cuáles son sus diferencias?
Igor Übelgott

Igor Übelgott

No creo que haya estadísticas para comprobarlo, pero estoy convencido de que orar y meditar son las dos prácticas espirituales más populares en la historia de la humanidad. La oración a menudo se vincula con religiones monoteístas como el catolicismo, con el Rosario y el Padrenuestro, mientras que la meditación deriva de religiones y prácticas venidas del Oriente, tales como el zen y el budismo; pero, ¿en qué se parecen y en qué se diferencian?

Si eres un católico practicante, quizá no te sorprenda saber que, de hecho, los cristianos también meditan. Pero vamos por partes: según el portal católico catholic.net, existen tres expresiones dentro de la oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa.[1] Veamos qué se dice de cada una.

Meditación

La oración vocal son las oraciones que ya tienen una forma fija, como el Ave María, el Padrenuestro o el Credo, y se pronuncian oralmente; por su parte, la meditación es una reflexión única y personal que no depende de palabras preestablecidas, sino que es una conversación con Dios desde el corazón; la oración contemplativa, por último, deja de lado las palabras y las ideas, y se centra en experimentar la presencia de Dios.

Vemos, entonces, que lo que normalmente concebimos como “orar” o “rezar” es la oración vocal: la repetición sistemática de una misma fórmula heredada desde una tradición ancestral, a veces para hacer una alabanza, otras para hacer una petición o, por ejemplo, solicitar el descanso del alma de alguien que ha fallecido. El creyente también puede rezar el Rosario, que consiste en cinco ciclos de un Padrenuestro y diez avemarías, reflexionando en torno a un “misterio” o hecho doloroso, gozoso o glorioso de la vida de Jesús o de la Virgen.

La meditación oriental, en cambio, no se dirige hacia Dios, una divinidad o a un santo. Existen diversas escuelas, pero en general consiste en el acto de enfocar la atención en un objeto que puede ser la respiración, el caminar o un mantra —una suerte de frase sagrada en lengua sánscrita— con el propósito de centrar la mente en el aquí y el ahora, lo que en última instancia brinda una claridad que cesa el sufrimiento por el deseo, el apego, el arrepentimiento y la angustia.

Algunas de las principales escuelas de meditación son: la meditación budista, ya sea zen, vipassana o tibetana; la meditación trascendental, popularizada en la década de 1960 por los Beatles; la meditación guiada, comercializada hasta en cintas magnéticas, y más recientemente el mindfulness, que retoma los principios de la meditación vipassana para brindar técnicas de relajación y manejo del estrés.

¿En qué se parecen la oración y la meditación? Sin duda, hay puntos en común: las malas tibetanas y los rosarios católicos son similares y tienen exactamente la misma función de contar el número de mantras o de avemarías; en ambas es propicio un espacio apartado, silencioso o sagrado, son benéficos velas e inciensos, y casi siempre se cierran los ojos; a través de ellas se construye un estado mental y espiritual de recogimiento y contacto con el propio interior, y con frecuencia recurrimos a ellas en momentos de estrés o en una vicisitud.

Oración

¿Y en qué se diferencian rezar y meditar? Las nociones y las prácticas pueden variar, pero me atrevo a asegurar que la principal diferencia radica en la intención de cada una: al orar o rezar, uno se dirige a Dios mismo, a Jesús, a la Virgen, a un santo, un ángel o una santa para comunicarse, dialogar, agradecer o pedir algo; al meditar, uno no invoca ni recurre a ninguna entidad, sino que busca entrar en contacto profundo con el propio cuerpo y la mente para, desde ahí, ver la realidad con claridad y sin caer en mentiras e ilusiones mentales.

¿Alguna de las dos es mejor que la otra? No veo un contexto o una situación en que podría decirse categóricamente que sí. Todo dependerá, me parece, de lo que te haga sentir mejor y del tipo de persona que seas: una que cree en la existencia de un dios o una entidad superior a la que uno puede dirigirse, o una que lo niega o, al menos… lo pone en duda.

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