
Hablando en general, una red flag es una alerta o una advertencia acerca de algo que puede ser dañino o peligroso, pero en el slang de internet y la cultura popular actual, el término se emplea para designar conductas ajenas que aparentan ser normales o inofensivas, pero revelan un riesgo latente en la personalidad de la otra persona; por ejemplo, cuando alguien es amable contigo pero déspota con los meseros de un restaurante.
A menudo se piensa que las red flags son algo a lo que debemos estar atentos para evitar relacionarnos con gente conflictiva, abusiva o manipuladora. Sin embargo, pocas veces reparamos en que nosotros mismos también podemos desarrollar red flags que se presentan como hábitos dañinos, pensamientos negativos recurrentes, mal manejo de la ira, aislamiento y desmotivación.

En el camino del crecimiento personal, aprender a identificar y atender estas señales internas es algo fundamental para cuidar nuestra salud mental y emocional. A continuación, te comparto algunas de las principales red flags que pueden aparecer en nosotros mismos y cómo afrontarlas de manera consciente.
1. Negar nuestras emociones
Intentar eludir las mal llamadas “emociones negativas” es uno de los bloqueos más comunes. Algunas veces se trata de la incapacidad de llorar, de acallar lo que sentimos para no incomodar a otros o de un optimismo tóxico con el que cubrimos otros estados de ánimo. Aunque huir de las emociones desagradables puede darnos un alivio momentáneo, a la larga agrava el problema. La clave está en permitirnos sentir y expresar: puedes hacerlo a través de la música, la escritura o el arte, conversando con alguien de confianza o buscando apoyo profesional.
2. Sobreexigirnos
Ponerse metas imposibles o evaluarse con excesiva dureza genera desgaste emocional, frustración y un extremo cansancio. La búsqueda incansable de la perfección no es una virtud, aunque lo parezca; entonces, si sueles hablarte a ti mismo con críticas o si nada de lo que haces te parece suficiente, esas son red flags. Si es tu caso, practica la autocompasión —que no es lo mismo que la lástima— y reconoce tus logros cotidianos. No importa si piensas que algunos son insignificantes: celebra tus avances del día a día y detecta las frases duras que te repites y cámbialas por otras más amables.
3. Compararnos continuamente
Compararnos con otros erosiona la autoestima y las redes sociales intensifican este hábito al mostrarnos vidas aparentemente perfectas y exitosas. La comparación con alguien que admiramos puede inspirarnos, pero cuando ésta genera malestar o envidia conviene tomar distancia, limitar tu tiempo en redes, darte un detox de alguna en particular y enfocarte en tu camino. Ten en mente que tú tienes su propio ritmo y que tus procesos son únicos.
Detectar tus “banderas rojas” implica un proceso de observación y autoconciencia que puedes realizar en espacios de introspección; por ejemplo, al meditar, llevar un diario o al utilizar el arte como aliado, pues a través de la expresión simbólica puedes empezar a reconocer sin juicio lo que necesitas trabajar, simplemente observando tu creación artística. Te comparto una forma práctica para empezar a trabajar en tus propias red flags:
- Inicia por dibujar o pintar una bandera roja que represente tu estado actual. No pienses en cómo debe verse, solo permítete una libre expresión.
- Ahora, respira profundo e instala en tu mente la pregunta: ¿qué señales de alerta puedo estar ignorando en mi vida?
- Cuando te sientas listo, recorta imágenes o palabras que simbolicen las sensaciones o conductas que te están haciendo daño, como la autocritica, la sobreexigencia, mentirte a ti mismo o el control excesivo; después, pégalas dentro o alrededor de la bandera que creaste.

- Al terminar, observa cuidadosamente el resultado y respóndete las siguientes preguntas: ¿qué me llama más la atención de mi bandera?, ¿qué emociones surgieron en mí al hacerla? y ¿qué me quiere advertir esta creación sobre mi vida actual?
- Ahora, para implementar cambios que te permitan realizar acciones, pega un post-it sobre las imágenes en las que quieras enfocarte y escribe en él una labor concreta, aunque sea pequeña, que ayude a cuidarte; por ejemplo: ir a la cama una hora antes, pedir ayuda, poner un límite o retomar una actividad que disfrutas.
- Otra opción es que, cuando tengas listo tu collage, imagines que la bandera puede hablar contigo. En un cuaderno, pregúntale qué viene a mostrarte y permite que la bandera “responda” libremente, como si tuviera su voz propia. Otras preguntas que puedes hacer son: ¿qué necesitas de mí? o ¿qué pasaría si te escucho?
- Cuando termines, observa tu creación y tus respuestas. Cierra la experiencia reflexionando sobre qué descubriste de ti mismo a través del diálogo y qué puedes hacer para atender esta señal de forma compasiva.
- Sin importar la variante del ejercicio que hayas elegido, te recomiendo tener tu creación a la vista como un recordatorio de aquello en lo que debes trabajar.
Reconocer las red flags personales es el primer paso para transformar patrones dañinos y cultivar un mayor amor propio. A través de la reflexión y de la realización de pequeñas acciones, podemos aprender a poner límites, expresar lo que sentimos, darle cabida a nuestras propias necesidades y abrir espacio a los cambios que nos acercan al bienestar.



