“A todos los mexicanos nos gusta el corrido” y otros prejuicios por nacionalidad

"A todos los mexicanos nos gusta el corrido" y otros prejuicios por nacionalidad
Mad hi-Hatter

Mad hi-Hatter

Hace unos meses, la presentación de la banda Metallica en la Ciudad de México causó dosis iguales de furor que de indignación. La causa: que una de las piezas interpretadas fue nada menos que “La Chona”, el gran éxito que Los Tucanes de Tijuana lanzaron en 1995, la cual dividió la opinión del público: unos aplaudían la “puntada” de que unos metaleros de pura cepa le entraran con gusto al ritmo bailable de las quebraditas, mientras que otros los criticaron duramente por “venderse” y por “haber caído tan bajo”.

No es mi intención inclinarme por uno de los dos juicios, sino tomar el asunto para ilustrar una actitud, práctica o noción muy común en nuestros días, y que constituye una cara más de la discriminación: el prejuicio por nacionalidad, que no es sino la concepción negativa o estereotípica de una persona —y, a veces, el trato desfavorable hacia ella— por motivo de su país de origen.

Mujer vestida como soldadera de la Revolución Mexicana

Poniéndolo en palabras simples, este tipo de prejuicio se expresa en frases e ideas que generalizan un rasgo o una cualidad entre la población de todo un país, tales como: “todos los japoneses son feos”, “los cubanos bailan muy bien”, “los italianos —o los argentinos— son guapos”, “los chinos son muy groseros”, “los gringos son güeros e ignorantes” y, desde luego, “los mexicanos son transas y les gusta el corrido”, las quebraditas, el reguetón, las rancheras o la música de banda.

Hablando de música, resulta evidente cómo los algoritmos de las plataformas de streaming y videos operan a partir de estos prejuicios pues, si los dejas, invariablemente te programan aquello que creen que puede gustarte, no por el contenido que consumes a diario, sino por tu ubicación geográfica: así, sin importar que todos los días yo escuche rock en inglés, música sinfónica y jazz, siempre intentarán colarse por ahí los corridos tumbados, la música regional y el conejito malo, por una sencilla razón: como dijo Del Toro, porque soy mexicano.

Un artículo de BBC News Mundo aborda el tópico desde la perspectiva de dos publicistas brasileños que usaron el autollenado de las búsquedas de Google para detectar estos prejuicios, los cuales —como sucede con el streaming— se alimentan de las opiniones de la mayoría. Así, cuando escribían oraciones como “Los chilenos son…”, el buscador completaba la frase con un adjetivo, que la mayor parte de las veces era despectivo: racistas, bajitos, molestos, arrogantes.

Tiago Abreu, uno de los dos autores de esta investigación, acota que “Google nada más registra las opiniones más buscadas para sugerir la continuación más probable de la frase, lo que quiere decir que somos nosotros mismos los que pensamos y buscamos esos estereotipos”. Dentro de su proyecto, titulado “People are Equal”,[1] contrastan los adjetivos que arroja una búsqueda relativa a un gentilicio con fotografías de personas con dicha nacionalidad; en México, podríamos contrarrestar un prejuicio del tipo “Los mexicanos son chaparros, morenos, flojos” con la imagen de un regiomontano alto, blanco y trabajador.

El asunto aquí, creo, tiene que ver con cierta pereza mental, con la influencia mediática y con los llamados sesgos de confirmación. Así, si crecimos viendo películas en las que los rusos, los chinos o los árabes son antagonistas y se muestran fríos, crueles o irracionales, es probable que no nos detengamos a cuestionar esa representación y vayamos por la vida pensando que, en efecto, esos países son “los malos”. Lo mismo sucede con otros estereotipos, como el de la latina “sexy y malhumorada” —gracias Salma, Martha y Eiza—; el francés elegante, coqueto y medio descarado —variantes de Pepe LePew—, y los orientales que, todos sin excepción, dominan las artes marciales.

Pareja vestida tradicionalmente en el Templo Senso-ji de Tokio

Más allá de opiniones subjetivas y de lo que el llamado big data diga acerca de los gustos y las prácticas de las mayorías, el fondo de esta cuestión es simple: estas ideas son falsas y corresponden a una representación errónea de la realidad. Y este humilde sombrerero cree que esta falta de interés en la individualidad de las personas es una de las raíces de males sociales como el racismo, el clasismo y el odio exacerbado hacia migrantes, latinos, afroamericanos, musulmanes, judíos, nacos, whitexicans o cualquier otro adjetivo generalizador de “los otros”.

Así, volviendo a Metallica y “La Chona”, cabe preguntarse si la ahora famosa interpretación fue un acto de inclusión, un juego medio en broma para conectar con el público desde otra frecuencia, o si simplemente fue un encontronazo de estereotipos por nacionalidad: gringos ignorantes que piensan que a todos los mexicanos les gusta la música regional, sin importar que sean fans del heavy metal. ¿Tú qué dices?

Cierre artículo

[1] Puedes darle una mirada en: https://www.facebook.com/peopleareequal/

Recibe noticias de este blog