Algunos escritores famosos acusados de plagio

Algunos escritores famosos acusados de plagio
Guadalupe Gutiérrez

Guadalupe Gutiérrez

Creatividad

En su libro Creadores de hits: la ciencia de la popularidad en la era de la distracción, el escritor Derek Thompson asegura que la mayoría de las historias que percibimos como originales en realidad son reintepretaciones de historias exitosas ya contadas; algo similar menciona Austin Kleon en su libro Roba como un artista, cuando dice que: “Nada es original, así que mejor acepta las influencias […], reimagina y mezcla tu propio camino”. Y si bien ninguna creación surge de la nada, existen diferencias entre inspirarse en la obra de alguien y plagiarla para hacerla pasar por propia.

Ningún escritor puede desconectarse por completo del resto de la literatura; por eso es posible detectar referencias, influencias en personajes o en recursos literarios. Sin embargo, no pocos autores han sido acusados de apropiarse de fragmentos o premisas de obras ajenas y, aunque en algunos casos resulta difícil discernir esta apropiación, en otros es evidente el plagio al comparar cronológicamente la evidencia.

En este sentido, ni siquiera los Premios Nobel son inmunes a dichas acusaciones: por ejemplo, el escritor mexicano Teófilo Huerta Moreno acusó a José Saramago de haber plagiado partes de su cuento “¡Últimas noticias!” en Las intermitencias de la muerte, libro publicado por el portugués en 2022. La respuesta de éste fue apelar a la lógica de que, al tratar un tema común como la ausencia causada por la muerte, es inevitable que existan situaciones similares en las historias.

José Saramago
José Saramago

En respuesta, Huerta mencionó que Saramago pudo haber tenido acceso al citado cuento en 1997, a través del editor y escritor Sealtiel Alatriste o de su agente literario, cuando fue enviado por éstos a la editorial Alfaguara en España. Como sustento a su acusación, en un blog dedicado al tema Huerta comparte los paralelismos entre ambas obras y la concordancia en oraciones que llama “paráfrasis.”

Otro caso, el cual no deja lugar a dudas, fue la acusación de la escritora mexicana Verónica Murguía contra el escritor español Arturo Pérez-Reverte. En 1997, la autora publicó un artículo llamado “Historia de Sami” en la revista El laberinto urbano; un año después, Pérez-Reverte publicó el texto “Un chucho mejicano” en El semanal, que contenía frases completas idénticas a las de Murguía, quien se percató del plagio gracias a que el relato apareció compilado en el libro Perros e hijos de perra, publicado por Alfaguara. Sobre el suceso, la autora comentó:

“No quiero dinero ni voy a entablar una batalla legal con un hombre que es mucho más poderoso y rico que yo […], pero por esas razones me parece de lo más horrible que alguien haga pasar un documento como suyo […]. Lo que quiero es una disculpa pública, que retire el texto del libro […]. Quisiera que me ofreciera una disculpa y que no confiara en Sealtiel Alatriste, quien nunca fue mi vecino y ya tiene una cola que le pisen larguísima.”

Tras esto, Pérez-Reverte negó conocer el texto de Murguía y relató: “Desde el principio del texto digo que es una historia que me contó Sealtiel (Alatriste). Estuve con él en noviembre en México por lo de la Feria de Guadalajara y anduvimos por la Ciudad de México […] y ya no recuerdo si vi al perro o me lo describió tan bien que lo conté como él me lo contó. Si la historia estaba tomada, leída por Sealtiel en un relato, pues evidentemente me disculpo con la señora […] pero que quede claro que yo cité la fuente, lo primero que hago es decir que Sealtiel me contó la historia”.

Sealtiel Alatriste
Sealtiel Alatriste

Más allá de ese caso, Sealtiel Alatriste se ha visto envuelto en otras acusaciones de plagio como las de Gabriel Zaid y Guillermo Sheridan, por las que en 2012 tuvo que renunciar al Premio Xavier Villaurrutia y a su cargo como Coordinador de Difusión Cultural de la UNAM. Sheridan —quien ganó el premio Xavier Villaurrutia en 1989— acusó a Alatriste de tomar textos del español Javier Villán en un texto donde dice: “Es una pena que un escritor engañe: las letras y la inteligencia mexicana configuraban un espacio de honestidad en un país proclive a la mentira. Ya no”.

Alatriste reconoció el uso de dichos textos, asegurando que eran sólo una parte ínfima de lo escrito, y negó que sus artículos fueran producto de plagio aduciendo: “Lo sustancial parte de ideas y recuerdos propios, con un estilo personal que se puede rastrear en toda mi obra, y si en los casos señalados refieren algo ya escrito, investigado o conocido, no constituyen la médula de mi argumentación”.

Cada quien tendrá una opinión en los casos de Saramago, Pérez-Reverte y Alatriste, pero estas acusaciones a escritores encumbrados y en puestos de poder distan mucho de ser casos aislados. Por eso, se necesitan controles más estrictos en los concursos literarios y en las editoriales al momento de la recepción de manuscritos para garantizar el tratamiento ético de las obras y el respeto a los derechos de autor. Por fortuna, las bases de datos y la documentación cronológica de las obras artísticas han permitido identificar y rastrear los plagios en la literatura; pero, más allá de las sanciones legales o económicas, es necesario reconocer que la confianza de los lectores y la reputación del gremio literario se están dañando de forma irrecuperable.

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