Breve historia de Ciudad Universitaria

Breve historia de Ciudad Universitaria
Miguel Ángel Hernández Acosta

Miguel Ángel Hernández Acosta

Lugares increíbles

¿Cómo contar la historia de la Ciudad Universitaria, de esos 7,300,000 metros cuadrados de terreno pedregoso de origen volcánico? ¿A través de los miles de mexicanos que han pasado por sus aulas, por sus recintos culturales y deportivos o por sus laboratorios científicos y que han salido con el puño en alto entonando un Goya? ¿Dando voz a los personajes ilustres que la han vivido: desde el sexto hombre más rico del mundo, Carlos Slim; hasta el Premio Nobel de Química, Mario Molina; el primer astronauta mexicano, Rodolfo Neri Vela; o el mejor futbolista mexicano, Hugo Sánchez? ¿Quizás hablando de los miles de proyectos culturales, artísticos, políticos y sociales que han generado sus egresados, estudiantes e investigadores? ¿Tal vez recordando los partidos clásicos de futbol americano que aparecían en las películas del cine nacional o la mítica marcha encabezada por el rector Pablo González Casanova? ¿Imaginando las brigadas de estudiantes que se organizaron en el ochenta y cinco para ir a rescatar sobrevivientes de aquel devastador terremoto; pensando en aquellos muchachos que paralizaron la UNAM en 1999 con una huelga de diez meses; o palpando la juventud de quienes hoy asisten a clases, hacen amigos y comienzan noviazgos? ¿A lo mejor evocando ese instante del 2004, cuando Jimmy Lozano, jugador de Pumas, anotó un gol, corrió eufórico, se levantó la playera y descubrió en su camiseta la genial frase que hoy define a todos los que han pasado por ahí: “Hecho en CU”?

La Ciudad Universitaria es la UNAM, pero no es la UNAM: posee las instalaciones más importantes de la universidad, pero carece de los murales de San Ildefonso y de la grandiosidad del Palacio de la Autonomía. Se trata de una zona cubierta de la lava que recorrió la Ciudad de México en aquel remoto pasado, cuando hizo erupción el volcán Xitle. Es un terreno cuya primera piedra fue colocada el 5 de junio de 1950, mientras el arquitecto Carlos Lazo —encargado de la obra— decía: “No estamos poniendo una primera piedra en el primer edificio de la Ciudad Universitaria, estamos poniendo una piedra más en la fervorosa construcción de nuestro México”. CU también es el espacio que el 22 de marzo de 1954 comenzó a albergar la casa de estudios más grande del país cuando, en sesión de consejo, el presidente Adolfo Ruiz Cortines inauguró los primeros cursos. Y es, como su nombre lo indica, un área donde lo mismo hay canchas deportivas, multifamiliares para profesores, bibliotecas que resguardan el legado de todo un país, cafeterías, teatros, cines, salas de conciertos, y hasta rutas internas de camiones que llevan a sus habitantes de un punto a otro.

1954: C.U. abre sus puertas

Creada a partir de un proyecto de Mario Pani y Enrique del Moral, la Ciudad Universitaria fue construida en varias etapas y todavía hoy continúa en permanentes obras. Su campus central, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2007 por la UNESCO, fue el primero en completarse. Éste incluye la Torre de Rectoría, con sus dos escultopinturas hechas por David Alfaro SiqueirosEl pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo y Estudiantes que extienden sus brazos a la cultura—; la Biblioteca Central —recubierta por un mural de piedra natural creado por Juan O’Gorman, que cuenta la historia de México y la visión del universo de Ptolomeo y de Copérnico—; así como las facultades de Filosofía y Letras, Derecho, Odontología, Economía, Medicina, Química, Arquitectura, la antigua de Ciencias, la Torre II de Humanidades y una zona comercial. Estos edificios forman una herradura, en cuyo centro se extiende un vasto campo abierto conocido como “Las islas”, donde los fines de semana las familias acampan, llevan a pasear a sus mascotas, comen tacos de canasta o raspados y, en época de viento, vuelan cometas. Dicho espacio, junto con la Torre de Rectoría, son los lugares predilectos por los estudiantes para tomarse las fotos de graduación y también para ir a convivir. Esta zona y la entrada por Avenida Universidad 3000 fueron los principales accesos a CU hasta 1983, cuando se inauguró la extensión de la Línea 3 del Metro, que llega hasta la estación Universidad.

Hacia el sur se encuentra otra zona delimitada por el circuito exterior, que incluye el Centro Médico, la alberca olímpica, los frontones y —debido al crecimiento del campus original— las facultades de Contaduría y Administración, así como la Escuela Nacional de Trabajo Social —edificios que se construyeron entre finales de los años sesenta y principios de los setenta—, el Instituto de Ingeniería y el de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas.

Entre 1976 y 1980 se concretó otro de los emblemas de Ciudad Universitaria: el Centro Cultural Universitario. Ahí están la sala de conciertos Nezahualcóyotl, el teatro Juan Ruiz de Alarcón, el foro Sor Juana Inés de la Cruz, el Centro Universitario de Teatro, la sala Miguel Covarrubias, la sala Carlos Chávez y las salas de cine José Revueltas y Julio Bracho, además de la Biblioteca y Hemeroteca Nacional. En 2008, a este conjunto se añadió el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, proyecto que estuvo a cargo del arquitecto Teodoro González de León.

También, a finales de los años setenta, se creó el Espacio Escultórico, una obra colectiva realizada por los artistas Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Mathias Goeritz, Hersúa, Sebastián y Federico Silva. Este lugar está compuesto por una gran escultura hecha a base de sesenta y cuatro contrafuertes gigantescos que forman un círculo, y cuyo centro es un mar de lava natural; además, a su alrededor, hacia el sur, se hallan diversas esculturas que pretenden conjuntar el arte con la ecología. Entre éstas destaca Las serpientes del Pedregal, de Federico Silva, una especie de muralla hecha con roca volcánica que puede ser recorrida a pie.

Espacio Escultórico en Ciudad Universitaria

Otro de los emblemas arquitectónicos de Ciudad Universitaria es el Estadio Olímpico, inaugurado el 20 de noviembre de 1952, que ha sido campo de épicas batallas entre los equipos de futbol americano de la UNAM y los del Politécnico, así como la principal sede de los Juegos Olímpicos de 1968; hoy es la sede del equipo de futbol soccer Pumas —aunque entre mediados de la década de los cincuenta y la de los sesenta también albergó al América, al Atlante, al Necaxa y a la selección nacional. Este recinto deportivo cuenta con un mural de Diego Rivera: La Universidad, la Familia Mexicana, la Paz y la Juventud Deportista; dentro de sus muros se han tejido historias de leyenda —como aquella en la que Enriqueta “Queta” Basilio entró corriendo, atravesó la pista, ascendió las escaleras y encendió el fuego olímpico en 1968—, pero también de tragedia —por ejemplo, cuando en 1985 siete aficionados murieron en el túnel 29.

Ciudad Universitaria es y no es la UNAM. Alberga a sus instalaciones y a su gente, y su historia puede contarse a través de sus edificios o de sus momentos clave. Pero también es un recuerdo y una emoción de todos los que fueron formados ahí y rememoran las amistades que forjaron, el amor que perdieron o ganaron, el maestro que les cambió la vida y la música de una juventud que viene y se va. La historia de CU es imposible de abarcar porque depende de cada quien, sea universitario o no, le vaya a los Pumas o no, y sin importar si la visita para estudiar o divertirse. Su historia es la de la uruguaya Alcira Soust, que vivió escondida en los baños de la Facultad de Filosofía y Letras durante quince días porque temía lo que pasaba en ese 1968 que marcó a México; pero es también la del policía federal preventivo que, en el año 2000, entró de madrugada al auditorio Justo Sierra para acabar con una huelga. También es la historia de José Narro —entonces director de la Facultad de Medicina—, que se puso a recoger la basura del piso para dar una muestra de amor por su universidad, y la de los miles de estudiantes que a diario ven en ese espacio el inicio de un futuro promisorio.

La historia de Ciudad Universitaria comienza en 1945, cuando se expidió la ley para su fundación, continúa en 1946, año en que se decretó la expropiación de sus terrenos, pero continúa hasta hoy en cada una de las ideas y emociones de todos los que, como Jimmy Lozano, estamos hechos en CU.

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