Buscar la verdad en lugares alocados

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Ana Pazos

Ana Pazos

Inspiración

La imaginación nos llevará a menudo a mundos que no existieron nunca.
Pero sin ella no podemos llegar a ninguna parte.

Carl Sagan

“Las piedras no pueden caer del cielo, porque allí no hay piedras”, decretó Antoine Lavoisier, el padre de la química moderna. Pero sus palabras fueron sepultadas la noche del 26 de abril de 1803, cuando los habitantes de LʼAigle —un pequeño pueblo al norte de Francia— despertaron con el estruendo de una lluvia de meteoritos. Ante aquel fenómeno, la Academia de las Ciencias de Francia se vio obligada a reconocer que las piedras podían caer del cielo, [1]  y entonces pudo nacer la astronomía meteorítica.

El 26 de enero de 1926, el ingeniero escocés John Logie Baird realizó la primera demostración de un televisor en funcionamiento frente a un grupo de científicos en Londres. Mientras la imagen de un muñeco de ventrílocuo llamado Stooky Bill viajaba de una habitación a otra hasta configurarse en la pantalla que miraban los incrédulos asistentes, éstos vociferaban: ¡Debe ser un truco!, “No entiendo por qué un televisor es necesario”, “¿Qué utilidad puede tener?”

Los hermanos Wright, por su parte, eran considerados unos necios; un par de fabricantes de bicicletas que enloquecieron al anunciar que surcarían el firmamento a bordo de una máquina inventada por ellos mismos. Durante los primeros años del siglo XX, los periódicos aseguraban que los vuelos en avión eran científicamente imposibles, así que ese artefacto que sobrevolaba el pueblo de Kitty Hawk, en Carolina del Norte, no podía ser más que una ilusión óptica orquestada por Wilbur y Orville Wright…

Los ejemplos anteriores son muestra de que en cada periodo histórico surgen personajes injustamente catalogados como charlatanes o simples entusiastas que, en realidad, terminan por cambiar la forma en que entendemos el mundo. Y esta época nuestra, en la que todos los enigmas parecen haber sido resueltos, no puede ser la excepción. Entonces, cabe preguntarnos: ¿qué figuras tabú de la actualidad científica adquirirán popularidad en el futuro? Una opción podría ser el bioquímico y escritor británico Rupert Sheldrake, quien formuló una hipótesis sobre los “campos mórficos” que constituyen la “memoria de la Naturaleza” y asegura que los dogmas del actual paradigma científico son muy cuestionables.

Las ideas prohibidas de Rupert

Rupert Sheldrake estudió ciencias naturales en la Universidad de Cambridge, se graduó en filosofía e historia en la Universidad de Harvard, y tiene un doctorado en bioquímica. Es un orador elocuente, autor de varios libros y, por sobre todas las cosas, un soñador que busca construir una ciencia más imaginativa aunque siempre sustentada por la evidencia. Así que no es el método científico lo que Sheldrake pone en tela de juicio, sino el “delirio de que la ciencia ya conoce todas las respuestas”, lo cual consiste en una serie de suposiciones que, según él, no necesariamente corresponden con la realidad.

Rupert Sheldrake

Un dogma es una proposición incuestionable que no es susceptible de sufrir cambios, y todas las religiones están sostenidas por estos pilares inamovibles: la virginidad de la madre de Cristo es un ejemplo del cristianismo; por otro lado, en la frase “No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta” podemos encontrar un ejemplo del Islam. La ciencia, sin embargo, que a través de la observación, la experimentación y la evidencia ha cuestionado todas estas “verdades” intocables, también es dogmática. “La ciencia contemporánea está basada en la afirmación de que toda la realidad es material o física […] El gran problema de la teoría materialista es la existencia de la consciencia” [2], afirma Sheldrake, con lo cual intenta demostrar que los científicos pueden llegar a conclusiones a priori —basadas en razonamientos del estilo: “Porque así es la visión científica y fin de la discusión”— con tal de mantener el paradigma e impedir que algo nuevo o inusual aparezca.

Probablemente, al leer las últimas líneas del párrafo anterior, algunos lectores hayan elevado las cejas con indignación; no obstante, en la famosa conferencia “prohibida” por la organización sin fines de lucro TED: Ideas worth spreading, titulada “El delirio de la ciencia” [3], Rupert Sheldrake ofrece argumentos que sin duda invitan a reflexionar. Dice, por ejemplo, que en la actualidad la investigación científica es principalmente financiada por la visión materialista del mundo —es decir, por los gobiernos y las grandes corporaciones que eligen los temas de investigación de acuerdo a sus propios intereses, despreciando otras áreas del conocimiento— y que, a medida que nos separemos de ella, las ciencias se regenerarán.

Pero según el orador británico, para que esto suceda, también debemos eliminar la idea de que todo el conocimiento científico es inapelable. Werner Heisenberg, el físico alemán que formuló el principio de incertidumbre, estaba de acuerdo con esto; en su ensayo “Si la ciencia es consciente de sus límites” [4], habla de las “teorías completas” —aquellas que se mantienen válidas en todo su rigor y no son susceptibles a cambios a lo largo del tiempo— y de las “teorías cerradas”, “que pueden ser consideradas como idealizaciones relativas a campos restringidos de experiencia, y que llevan aneja la pretensión de ser válidas en todo tiempo”, las cuales, en consecuencia, podrían sufrir modificaciones o ser sustituidas por otras teorías en el futuro.

En la ya mencionada TED Talk, Sheldrake sugiere cuestionar los diez principales dogmas de la ciencia. Uno de ellos, por ejemplo, dice que: “La consciencia humana es una ilusión creada por el cerebro, que no es más que una especie de computadora genéticamente programada” —entonces, ¿cómo explicar el eterno misterio de la consciencia, la experiencia subjetiva que cada individuo tiene de la realidad? ¿Y por qué los seres humanos, a diferencia de otras especies, somos conscientes de que existimos? Según otro de los dogmas: “Las leyes de la Naturaleza son fijas: son las mismas que fueron al principio y se mantendrán sin cambios por siempre” —sin embargo, al consultar viejos manuales de física, Sheldrake encontró que, entre 1928 y 1945, la velocidad de la luz se redujo cerca de veinte kilómetros por segundo; del mismo modo, la constante de gravitación universal (G) ha tenido variaciones de hasta 1,3% en los últimos cien años. Si estos valores sufren fluctuaciones, ¿en realidad podemos hablar de leyes eternas y absolutas?

Imaginemos…

Tal vez, como postula Sheldrake en su hipótesis de la resonancia mórfica, las leyes de la Naturaleza —al igual que los seres vivos— tengan la capacidad de evolucionar y de adaptarse a los cambios del universo. Quizá también existan los “campos mórficos”, que serían sistemas de información compartidos y heredados por cada especie animal, vegetal o mineral del planeta, los cuales podrían sintonizarse como si fueran frecuencias de radio que, en su conjunto, darían forma a la gran memoria de la Naturaleza. Y, asimismo, es probable que la consciencia humana, más que una ilusión del cerebro, sea una especie de aura que se expande más allá de nuestro cuerpo para viajar por el tiempo y el espacio, alcanzando a otros seres humanos en el camino, lo cual podría explicar el fenómeno de que alguien tome el teléfono para llamar a un amigo y, en ese preciso momento, reciba una llamada de la persona en cuestión… Aunque, por otro lado, es posible que todas las ideas de Sheldrake resulten falsas.

Para continuar ascendiendo en la infinita espiral del conocimiento —donde algunas ideas sobreviven y otras tienden a ser reemplazadas por nuevos conceptos— debemos cuestionar todos los dogmas, sin importar su origen, así como cualquier teoría alocada que llegue a nuestros oídos. El secreto consiste en no descartar ninguna idea antes de haberla sometido a los distintos filtros de la razón y la imaginación, pues la historia ha demostrado que la verdad a veces se encuentra en los lugares más extraños.

Cierre artículo

[1] Todos los informes sobre meteoritos anteriores a este acontecimiento fueron catalogados como pseudocientíficos por la Academia de las Ciencias de Francia.

[2] Rupert Sheldrake PhD, “Setting science free from materialism”, Explore: The Journal of Science and Healing, julio/agosto 2013, Vol. 9, No. 4.

[3] Éste es el enlace para ver la conferencia.

[4] Incluido en el libro Cuestiones cuánticas, escritos místicos de los físicos más famosos del mundo, Kairós, 2013.

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