La mnemotecnia es una serie de herramientas con las que se puede potenciar el registro, almacenamiento y la recuperación de datos en la memoria. Deriva del griego mnéme, ‘memoria’ y technos ‘tejer’ o ‘técnica’. Te aseguramos que, tras leer este tutorial y poner en práctica sus consejos, ya no tendrás pretexto para decir que algo “se te olvidó”.
Existen algunos lineamientos fundamentales: el primero es relacionar un dato reciente con uno que ya se posee; también hay que involucrar diversos canales y tipos de información —imágenes, sonidos, etcétera—; por último, si recurres a la exageración y a lo estrambótico, el recuerdo será más fácil de recuperar.
Recordando nombres
Cuando tu ocupación te lleva a conocer gente nueva todo el tiempo, resulta útil recordar sus nombres, pues para todos es grato saber que alguien recuerda cómo nos llamamos. Para lograrlo, cuando conozcas a alguien asegúrate, primero, de haber escuchado su nombre correctamente —algunas personas dicen su nombre apresuradamente, tal vez porque creen que no es importante—; inmediatamente después, llama a la persona por su nombre en voz alta mientras observas su rostro: esto activará tus memorias visual y auditiva, por lo que te será más fácil recordar el sonido de tu voz diciendo el nombre. Si puedes, repítelo varias veces en tus siguientes turnos al habla.
Enseguida, busca algo que te permita relacionar el rostro, el cuerpo, la voz o algún rasgo de la persona con su nombre; aquí no hay fórmulas mágicas, pues cada quien tiene un arsenal de recuerdos que debe poner en juego según la ocasión. Por ejemplo, si Josefina es blanca y tiene un aire aristocrático, podrías recordarla como “la mujer de Napoleón”; o si la señora Martínez tiene un peinado que te hace recordar una película en la que la Tierra es invadida por marcianos, puedes pensar que la señora Mart-ínez viene de Mart-e.
Recordando cosas por hacer
Aun si eres la persona más olvidadiza del mundo, puedes compensarlo adquiriendo nuevas rutinas y practicándolas con constancia. Un primer consejo para “apagar el piloto automático” con el que haces las cosas es retar a tu cerebro: cambia de lugar las aplicaciones del smartphone, ponte el cinturón al revés de cómo siempre lo haces o báñate empezando por los pies y terminando en la cabeza: cualquier cosa que te obligue a poner atención plena en las actividades rutinarias.
Ahora, si debes realizar algo fuera de la rutina —como llevar algo al trabajo, comprar la leche de camino a casa o llamar a alguien—, busca un objeto que uses rutinariamente —por ejemplo, tus llaves— y ponlo junto o debajo del objeto que debes llevar; o bien, visualízate a ti mismo llevando a cabo aquello que deseas recordar: por ejemplo, imagínate terminando tu jornada y pasando a la tienda por la leche, o ensaya la conversación que tendrás con la persona a la que debes contactar. Entre más clara y fuerte sea tu imagen, más fácil será que la recuerdes.
Recordando una presentación
Existe una técnica antigua para recordar algo de lo que quieres hablar: consiste en relacionarlo con un edificio conocido o con tu casa. Si visualizas con claridad una visita virtual a tu hogar, cada uno de los espacios representaría un punto que quieres abordar en la presentación. Con el tiempo, tal vez sea necesario pensar en otras viviendas, pues los recuerdos anteriores podrían mezclarse con los nuevos.
Otra técnica clásica de la mnemotecnia es la de la película mental. Comúnmente consiste en listas de palabras aparentemente inconexas entre sí, y la forma de recordarlas, cada una y en el orden correcto, es imaginando una historia en que vayan apareciendo cada una de ellas.
Supongamos esta lista: ademán, bosque, cuadro, diván, excusado. Ahora, podrías imaginar que, con un ademán abres las cortinas y ves un bosque en el cual hay un enorme cuadro colgado de dos árboles; en ese cuadro surrealista puedes ver, por un lado, un diván en el que se encuentra recostado un excusado, quejándose con el mismísimo Sigmund Freud de cómo todos lo quieren solamente para vaciar en él sus desechos. Este último detalle es importante: entre más exagerados, vulgares o extravagantes sean los detalles, resultarán más fáciles de recordar.
Recordando lecturas
Por último, puedes potenciar el recuerdo de una lectura relacionándolo con elementos del entorno que te rodea mientras lees. Alguien nos contó que, una vez, leía a Lin Yutang en el paradero del metro Basílica —ahora Deportivo 18 de Marzo—, a bordo de un camión foráneo que había sido trapeado con petróleo, mientras el chofer esperaba a que subieran más pasajeros; en tanto, el escritor chino afirmaba que “a veces es más interesante volver a casa brincando los setos del vecino que seguir el mismo camino siempre”. Y aunque esa lectura es de hace varias décadas, la persona aún recuerda las palabras de Yutang mientras se visualiza subido en el camión con olor a petróleo, brincando los asientos del camión convertidos en cercas de arbustos, vistiendo su ropa escolar y cargando libros chinos.