
Dormir el tiempo suficiente para nuestra edad es fundamental para mantener un buen estado de salud, ya que al hacerlo nuestro cerebro consolida los recuerdos del día, regula nuestras hormonas, se produce la regeneración celular y se llevan a cabo todo tipo de procesos que reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Además, el buen descanso nos permite estar alertas, de mejor humor y pensar con claridad.
Por el contrario, si no dormimos bien somos susceptibles de padecer desequilibrios hormonales que afectan de forma negativa nuestra salud y estado de humor, sin mencionar que limitan nuestra capacidad para hacer frente a las actividades diarias. Si lo anterior es cierto, ¿por qué es tan famoso el mito del artista que se desvela noche tras noche a la espera de que lo visiten “las musas”, o el del trabajador que se mantiene en vela para terminar arduas tareas mentales? La razón radica en que nos enfocamos en las historias de éxito de las personas insomnes y no nos interesamos en las consecuencias que esas noches sin dormir —que no son pocas— tienen sobre el cuerpo y la mente de dichos individuos.
Existen diversos factores que pueden provocar que las noches de insomnio dejen de ser opcionales y se conviertan en una condición que atente contra nuestro bienestar físico y contra nuestro desempeño en cualquier actividad que realicemos. Las causas de la alteración de nuestros hábitos de sueño pueden ser de tipo intrínseco o ambiental, y ambas son susceptibles de conducir al desarrollo de trastornos del sueño, como el insomnio. Las personas que lo padecen experimentan dificultad para conciliar el sueño y mantenerse dormidos, lo que les provoca somnolencia severa y fatiga diurna.
Según un subanálisis del estudio EQUINOX realizado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes en conjunto con el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, entre el 10 y el 30% de los mexicanos padecen insomnio crítico, y hasta el 80% ha experimentado insomnio transitorio.[1]
En el libro Un malestar indefinido: un año sin dormir, Samantha Harvey describe la progresión del insomnio que poco a poco se apodera de sus noches. Este texto, escrito a manera de diario, recopila la experiencia de la autora con dicho trastorno. En él, Harvey expone sus posibles causas y la búsqueda de un tratamiento efectivo, pues dicha condición afectó de manera significativa su salud mental, sus relaciones personales y su desempeño laboral. Su insomnio llegó a ser tan insidioso que lo describió de la siguiente manera: “Sueño. Como sucede con el dinero, sólo se piensa en él cuando escasea. Y entonces no paras de pensar en él, y cuanto menos tienes, más piensas en él. Se convierte en el prisma a través del cual vemos el mundo y no existe nada que no esté relacionado con él.”
Si has experimentado insomnio en algún grado, seguramente entiendes de lo que habla la autora. Los trastornos del sueño provocan condiciones indeseables en todos los aspectos de nuestra vida. El cerebro está tan cansado que nuestra capacidad cognitiva se ve mermada, y lo mismo ocurre con nuestra creatividad, capacidad de atención y nivel de energía. El insomnio crítico incluso se ha asociado con la aparición de cuadros depresivos.[2]
La proliferación de estudios que demuestran la relación de los hábitos de sueño con la salud mental y emocional ha debilitado la aspiración a ser una figura nocturna insomne y merecedora del ingenio creativo. Cada vez son más las áreas de la salud en las que se discute la necesidad de desarrollar hábitos de sueño que tengan un impacto positivo en la protección de nuestras capacidades cognitivas y que favorezcan nuestra claridad mental, creatividad y productividad en los distintos ámbitos de nuestra vida.
Si queremos mejorar nuestros hábitos a la hora de dormir, es necesario seguir ciertas recomendaciones; entre estas se incluyen: acostarse y levantarse siempre a la misma hora, dormir la cantidad de horas recomendadas según nuestra edad y en ambientes favorables —con poca luz y en silencio—, y evitar el consumo de estimulantes, las siestas y el ejercicio vigoroso al menos cuatro horas antes de irnos a la cama, entre otras.[3] Si bien la sociedad y el sistema económico bajo el cual vivimos no premian ni promueven estos hábitos, es importante priorizar nuestro bienestar tanto como nos sea posible.

[1] Márquez Romero, J. M.; Chiquete, E. Frecuencia del insomnio y sus consecuencias diurnas en pacientes mexicanos: Subanálisis del estudio EQUINOX. Rev Mex Neurociencias. 2013; 14:314-20.
[2] Baglioni, C.; Battagliese, G; Feige, B.; Spiegelhalder, K.; Nissen, C.; Voderholzer, U. et al. Insomnia as a predictor of depression: a meta-analytic evaluation of longitudinal epidemiological studies. J Affect Disord. 2011;135:10-9.
[3] Carrillo-Mora, P; Barajas-Martínez K.G., et al. Trastornos del sueño: ¿qué son y cuáles son sus consecuencias? Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.61 no.1 Ciudad de México, ene./feb. 2018