Desahogar tus frustraciones, ¿realmente te hace sentir mejor?

Desahogar tus frustraciones, ¿realmente te hace sentir mejor?
Igor Übelgott

Igor Übelgott

Mente y espíritu

Escuchabas y ya tenías el rostro enrojecido, las orejas calientes del coraje y te temblaba un ojo, pero cuando colgaste el teléfono en verdad sentías que te hervía la sangre y que echabas vapor por las orejas como un silbato. Si no hubieras estado a mitad de la calle, seguramente habrías gritado insultándolo. Pero, ¿qué se ha creído este idiota? ¡Y con tu prima! En automático, marcas el teléfono de tu mejor amiga. Necesitas desahogarte contándole “el huevo y quién lo puso”; pero, si realmente quieres sentirte mejor, ¿esa es una buena idea?…

En nuestros días, mucho se habla de lo buenas que son las “redes de apoyo”, entendiéndose como los círculos humanos capaces de brindar ayuda, compañía, validación y hasta consuelo en los trances difíciles de la vida. Pero no hace falta entrar en terminologías actuales para visualizar a una persona que, sintiéndose traicionada, necesita desfogar toda la rabia que siente hablando largo y tendido sobre el asunto con una amistad cercana. Es lo que todos hacen, ¿no? Sin duda, pero la psicología parece contradecir lo que nos han dicho al respecto.

¿Sirve desahogarse con una amistad?

Una investigación publicada recientemente en el boletín médico Clinical Psychology Review y realizada en la Universidad Estatal de Ohio sostiene que desahogar la ira y la frustración hablando con alguien no reduce estas emociones y, de hecho, puede empeorarlas. Así, la idea de “hacer catarsis” para liberar presión de la olla exprés emocional estaría totalmente errada.

“Creo que es muy importante acabar con el mito de que, si estás enojado, debes ‘soltarte de tu ronco pecho’ o desahogarte”, aclara el doctor Brad Bushman, uno de los autores de la investigación que involucró más de 150 estudios en los que participaron casi 11 mil participantes de todos los sexos, rangos de edad, grupos étnicos y niveles de escolaridad.

La noción principal, explicada en palabras sencillas, es que emociones como la ira y la frustración tienen un ingrediente de agitación —arousal, en inglés— que, lejos de mitigarse, parece revivirse y hasta exacerbarse cuando hablas de ello, pues muy fácilmente puede caerse en la rumiación, que es ese estado en el que le das vueltas una y otra vez a la misma idea, repitiéndola sin procesarla.

¿Qué hacer entonces? Los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio tienen una propuesta clara: actividad física. Pero, de nuevo, hay que tener cuidado con lo que creemos que puede ayudar a liberar tensión o a desquitar el coraje, ya que ejercicios como las artes marciales, correr o golpear una pelota con un bat o una raqueta, lejos de ayudar a disminuir la agitación, la acentúan. Necesitamos algo que reduzca los niveles de noradrenalina y de cortisol.

¡Relájate!

Hace décadas, en la TV abierta se difundía una campaña contra la violencia intrafamiliar en la que, para evitar montar en cólera, se recomendaba “contar hasta diez mientras se respira lento y profundo”. En aquellos días los anuncios fueron objeto de burlas, pero ahora la ciencia confirma dicho principio: en contraste con el box, la carrera o el ciclismo, las actividades más efectivas para reducir la agitación son el yoga, la meditación y las respiraciones diafragmáticas.

Entonces, la próxima vez que te den ganas de ir con tu amiga al café a desmigajar “ese” suceso, asunto o al individuo que te hizo rabiar, ¡detente!; piensa que, al repasar mentalmente los hechos es probable que desates una nueva reacción emocional, con su respectivo shot de adrenalina, y que lejos de sentirte aliviada tengas aún más ganas de ir a grafitearle el coche a quien te ofendió. Mejor, relájate y cuenta hasta diez… o medita, haz tai-chi, mindfulness o relajación progresiva. A la larga, tu salud mental, la de tu corazón y tu sistema digestivo te lo agradecerán.

Cierre artículo

Recibe noticias de este blog