Hoy en día, están de moda los cursos para superarse, los coachings para “volverse la mejor versión de uno mismo” y otras opciones que huelen a desarrollo, felicidad y crecimiento. Pero, ¿qué tanto es todo esto un mero alimento para el ego y qué tanto implica un verdadero desarrollo de las capacidades personales? En otras palabras, ¿cómo reconocer qué es ego y qué es autoestima?
Para responder estas preguntas, primero necesitamos tener presente un tema: la programación mental. Esto es fundamental, pues todo aquello que fue sembrado, cultivado o programado en tu mente durante los primeros siete años de vida detonará conductas, sentimientos adictivos y virtudes durante el resto de tu existencia.
Así, todo pensamiento que invoca, procura o se instala adictivamente en el pasado, el futuro o en la idea de cambiar a los demás crea sufrimiento. Tu mente programada inconsciente ha creado y creído su propia narración dramática de la realidad, y tu ego, para poder existir, busca revivir penas o logros del pasado como una forma ficticia de sentir que vale; se resiste a cambiar y goza su sufrimiento. Por ello, en la medida que vas descubriendo y disolviendo tu ego, permites que tu estado natural de paz vuelva a expandirse, diluyendo así el sufrimiento y las pretensiones, proporcionalmente.
Por lo anterior, podemos decir que ego y programación mental autodestructiva son lo mismo. Y ya que sufrir es parte de las funciones que tiene el ego, si disolvemos en alguna medida este programa mental, podremos vivir en armonía. Es en este punto donde puedes experimentar paz, entendimiento y unión consciente con la vida.[1]
Las principales funciones del ego son: desear y rechazar, autoengañarse y apegarse o poseer. Del mismo modo, sus tres actividades adictivas son: pensar en el pasado, pensar en el futuro y pensar en querer cambiar a los demás. De modo que esa parte de nuestra mentalidad dirigida a buscar, de una u otra manera, reconocimiento, aceptación o ‟aplausos” de las personas, ya sea por medio de competir y ganar, de tener la razón y/o ser “superior o mejor” que otros, es sólo ego y únicamente crea sufrimiento.
Ahora que está más claro el mundo del ego, quiero compartirte algunas claves para descubrir al tuyo, que tal vez podrán hacerte reír o te mantendrán un tiempo ocupado si quieres domesticarlo para tener un desarrollo humano verdadero.
El ego te dice siempre: “Sólo déjame pensar un poco más, una vez más en este sufrimiento”. Al ego le hace sentir maravilloso el hecho de pensar que tú estás bien y ellos, los otros, están mal. El ego busca “ser algo” estable, reconocible, alabable; no impermanente, incierto ni desconocido. El ego es el que quiere ser licenciado, certificarse, tener títulos y cargos, para creer que ahora sí es algo seguro, confiable y que existe. Vive buscando la atención de los demás, pues sin “los demás” el ego no destaca y se muere por inanición.
Sí, creo que sé lo que estás pensando: entonces, ¿todo es ego? Tal vez no, pero casi todo en nuestra educación es pro ego. Nuestra civilización no se basa en el petróleo, se basa en un ego insatisfacible.Hasta ser padre puede ser puro ego: dominar, tener la razón, ser reconocido y admirado por alguien, cumplir deseos personales. Entonces, si quieres vivir más pleno, pero sigues bajo la programación del ego, el panorama es complejo y sombrío.
La diferencia entre ego y autoestima la podemos ilustrar de una manera sencilla: cuando hacemos cosas por amor y en beneficio común, sin esperar aceptación o temer el rechazo de los demás, es autoestima; cuando las hacemos buscando reconocimiento, aceptación o con miedo al rechazo ajeno, normalmente es el ego el que nos está impulsando a crear o actuar.
En síntesis, el ego no es más que la parte de la mente que está programada para buscar aceptación y reconocimiento de los demás. Autoestima es, en cambio, esa porción de tu mente que te inspira a encontrar maneras de ayudarte a ti mismo y a otros, propiciando condiciones de vida más plenas y sostenibles para todos. Dejar de luchar por ser reconocido es disolver parte de la energía del ego, pues éste existe porque luchas; así que si dejas de luchar por ser admirado, tu ego disminuirá, junto con tus sufrimientos.
Para finalizar, te comparto una historia de humor zen, en la cual un maestro es cuestionado por su discípulo:
—Maestro, ¿cómo puedo entender qué es el ego?
—Es muy sencillo —le contestó el maestro—. Es como si tuvieras tu propia agencia de autopublicidad y pagaras muy caro por anuncios que ves sólo tú.
[1] Tomado de Danos hoy el zen de cada día, de Armando Rekury. Es posible adquirir esta obra en PDF enviando un correo a: amorconciencia@hotmail.com.