El lado oscuro de la creatividad

El lado oscuro de la creatividad
Alan Flores Soto

Alan Flores Soto

Creatividad

En el pensamiento colectivo, se da por sentado que la creatividad es siempre buena. Y, de hecho, es innegable que a lo largo de la historia nos ha conducido a avances beneficiosos en muchas áreas del conocimiento humano. Pero esto no siempre ha sido así pues, como todo, la creatividad también tiene un lado oscuro…

De eso trata el libro The Dark Side of Creativity de David H. Cropley, Arthur J. Cropley, James C. Kaufman y Mark A. Runco, que describe cómo esta línea de pensamiento ha hecho que casi no reconozcamos que la inventiva humana también puede ser empleada para hacer el mal.

El lado oscuro

Resulta curioso cómo nuestra percepción “positiva” de la creatividad no se ha visto afectada por sus malos usos: en la publicidad, por ejemplo, se usa para promover el consumismo; en el entretenimiento, puede alentar valores y conductas perniciosas; en la política es capaz de orquestar campañas de odio y xenofobia, y fue la creatividad lo que permitió el desarrollo de armas de destrucción masiva. 

Adolf Hitler

En el ámbito cotidiano, un mal uso de la creatividad puede verse cuando alguien inventa una mentira ingeniosa y creíble para faltar al trabajo. Aunque vista de lejos esta acción podría considerarse inofensiva, no se toman en cuenta sus posibles consecuencias negativas para la empresa, los compañeros y clientes. Si bien es cierto que las mentiras no siempre son malintencionadas, muchas veces sí existe la conciencia de que se está haciendo algo negativo de modo deliberado.

Como muestra, ahí está la creatividad de los delincuentes, de la cual Ronnie Biggs fue un claro ejemplo: reconocido a nivel mundial por el asalto al tren postal de Glasgow-Londres, en el que se hizo de varios millones de libras esterlinas, Biggs mostró un enorme ingenio para evadir a la policía durante muchos años, hasta que la vejez y la enfermedad física lo persuadieron para que se entregara.

También hay momentos oscuros en la historia en los que cuesta trabajo no reconocer la genialidad de sus actores. Un ejemplo de esto es el “Golpe de hoz” del ejército nazi, cuando invadió Francia durante la II Guerra Mundial: los alemanes atacaron la Línea Maginot, una serie de fortificaciones francesas que protegían la frontera entre ambos países, pero no cubría la región montañosa de las Ardenas, que los franceses consideraban impenetrables.

Pero tres días después de iniciar la ofensiva, los nazis lograron atravesar las Ardenas e iniciaron el movimiento conocido como La Hoz: en lugar de dirigirse hacia París, rodearon al ejército francés, rompiendo su línea defensiva, y llegaron a París en poco más de una semana. La Francia derrotada tuvo que firmar un armisticio con Alemania a tan sólo una semana de iniciada la operación.

Pero no sólo hablamos de actos deliberadamente malos: la creatividad benevolente también puede tener consecuencias negativas imprevistas, pues quienes realizan una invención o descubrimiento no siempre pueden anticipar todos los efectos de su trabajo. Esto sucedió, por ejemplo, con el descubrimiento en 1938 de la fisión nuclear, que poco después sentó las bases de la bomba atómica. 

El hongo atómico

No todo es blanco o negro

El proceso creativo, que implica ver lo conocido bajo una nueva luz, cambiar la perspectiva y abrir nuevas posibilidades, tiene un lado oscuro: estudios médicos han revelado que la creatividad está vinculada con trastornos como el narcisismo, la depresión o el trastorno maniaco-depresivo. Así, la creencia de que la genialidad y la locura van de la mano no está muy lejos de la realidad.

Si nos centramos en la creatividad artística, existen muchos ejemplos recientes de escritores, músicos y pintores que se suicidaron, abusaron de sustancias hasta la muerte o terminaron en instituciones de salud mental. ¿Será que la creatividad causa trastornos psicológicos o que éstos son los que fomentan la creatividad? Por toda respuesta digamos que, cuando se trata de la mente humana, no hay nada que no sea complejo y se necesitan más estudios al respecto.

Ahora bien, calificar un acto creativo como “bueno” o “malo” siempre implica un juicio moral; las diferentes opiniones de lo que es moralmente bueno o malo son muy subjetivas, pueden diferir de modo notable de persona a persona, y dependen mucho de las ideologías dominantes en cada época y lugar.

Un ejemplo es la teoría heliocéntrica enunciada por Galileo Galieli, que afirma que la Tierra gira alrededor del Sol y no viceversa, y que en su tiempo se oponía a lo que sostenía la Iglesia católica; por ello, fue considerada una herejía que condenó al científico a un arresto domiciliario de por vida.

Así, vemos que distinguir entre el lado luminoso y el lado oscuro no siempre es fácil y, también, que uno no puede existir sin el otro. Las áreas grises de la creatividad surgen cuando nosotros, como jueces de producciones originales, aún no tenemos claro dónde radica el beneficio del acto creativo.

Por ejemplo: ¿el hacktivismo es bueno o es malo? Los denunciantes anónimos y sin pruebas, ¿son perjudiciales o benéficos? Y, ¿desde el punto de vista de quiénes? Quizá ha llegado el momento de reconocer que las manifestaciones creativas en el pensamiento y la acción no son sólo blancas, sino también negras y grises. Después de todo, no hay luz sin oscuridad.

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