Hayao Miyazaki: la creatividad como resistencia

Hayao Miyazaki: la creatividad como resistencia
Carla María Durán Ugalde

Carla María Durán Ugalde

Quienquiera que seas, no importa cuán solo,
el mundo se ofrece a tu imaginación.

Mary Oliver en Gansos salvajes

Hace unos meses, en redes sociales se hizo tendencia compartir imágenes tuyas transformadas por Chat GPT para que tuvieran el característico estilo de ilustración de los Estudios Ghibli; a la par, resurgió un reel de Hayao Miyazaki horrorizado por una animación creada con inteligencia artificial. Aunque algunos aseguran que el clip se hizo con CGI, la controversia no tardó en arder en redes sociales: algunos defendían el inofensivo uso de la IA con fines lúdicos y otros decían que algo así era un insulto para un creador como Miyazaki, que a la fecha se ciñe a los medios artísticos tradicionales.

Más allá de quién tiene la razón en esta disyuntiva considero que, hoy y como nunca, el método de trabajo de Hayao Miyazaki es resistencia y rebeldía. ¿Qué no se ha dicho de él y de sus Estudios Ghibli? Desde que sus películas irrumpieron en la cultura popular, críticos de cine y fans de todas las generaciones han buscado descubrir el artificio por el cual logra crear versiones optimistas de la realidad y mundos mágicos que no resultan ajenos a la universalidad humana.

Esta búsqueda por revelar el misterio creativo ha llevado a la documentación del proceso. Alrededor del 2012, explorando el material adicional del DVD de El viaje de Chihiro (2001), di con el documental sobre la realización del filme: esa fue la primera vez que conocí a Miyazaki y francamente me sorprendió que un hombre tan implacable y severo fuera capaz de crear personajes sensibles o tímidos.a.

Hayao Miyazaki

En especial, recuerdo cuando Miyazaki compara el vuelo errático del dragón herido con una serpiente cayendo de un árbol y el resto del equipo se queda callado, sin saber a qué se refiere. Frustrado, pasa a otra escena y recibe la misma reacción de su equipo; ya exasperado, los manda a buscar referencias visuales de lo que decía y pasa a otra cosa. Escenas como esa no esclarecen el origen de su genialidad, pero sí muestran a un hombre multifacético que responde a un llamado creativo con tanta entrega como lucha.

Para mí, Miyazaki es un genio irascible que provoca una profunda admiración por su tremendo compromiso consigo mismo: su principal objetivo es que todo quede plasmado exactamente como él lo tiene en su imaginación. Ese mismo rigor es un común denominador de su vida; recopilando lo que se ha dicho en entrevistas, ensayos y documentales, un día de trabajo de Miyazaki es más o menos así: se levanta alrededor de las seis de la mañana para hacer ejercicio y tomar café, llega al estudio a las nueve de la mañana y trabaja ahí hasta las tres de la tarde, cuando hace un descanso para comer; luego, sigue trabajando hasta las nueve de la noche. Esto resulta en una jornada de trabajo de más o menos doce horas, entre las que seguramente habrá momentos de bloqueos creativos, frustración y la necesidad de moverse de lugar para que las ideas sigan fluyendo.

En su más reciente película, El niño y la garza (2023), Miyazaki demuestra tener la misma energía y pasión de siempre. En el documental disponible en Netflix, Hayao Miyazaki y la garza (2024), se resumen los años de trabajo que invirtió el director en su película, pues la producción que estaba estimada entre 2017 y 2019 se extendió hasta los años de la pandemia y un poco más. En ese tiempo, Miyazaki trabajó en su escritorio de animación tradicional de siempre, rodeado de referencias de sus personajes, lápices y colores. Una vez, el realizador sale a cortar leña para liberar sus frustraciones; al regresar, insiste en revisar personalmente toda la animación y siempre hace cambios; el productor, Toshio Suzuki, en más de una ocasión lo tacha de neurótico.

Escena de "El niño y la garza" (2023)

En esos días, Miyazaki lidiaba con el duelo de perder a dos de sus más antiguos compañeros de animación: Michiyo Yasuda (1939-2016) y Isao Takahata (1935-2018). Dolorosamente, se preguntaba por qué él continuaba viviendo mientras los demás se iban, y quizá mucho de esa experiencia se transfirió a la película, cuyos personajes son medios para inmortalizar a sus amigos. Al compartir, también, momentos en que busca la compañía de niños para levantarse el ánimo, el documental muestra el lado más sensible del adusto genio.

Hayao Miyazaki, un hombre multifacético capaz de la mayor de las exigencias y de la más aguda sensibilidad, muestra una forma de crear que sólo está comprometida con él mismo, con su visión, sus vivencias y su sensibilidad. En un mundo donde cualquiera puede “crear instantáneamente usando herramientas de IA”, Miyazaki persigue sus propias historias, recurre a medios artísticos tradicionales y dedica años a la realización de sus proyectos. Al mismo tiempo, el mundo cambia y sus contemporáneos se van yendo poco a poco; sin embargo, él insiste en asir el mundo a través de su imaginación, ofreciéndonos su creación y su proceso como resistencia a lo inmediato y lo desechable. Quizá todos, cada uno con su temperamento y desde su propia trinchera, estemos llamados a lo mismo…

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