Cuando nos encontramos en medio de una crisis existencial, de una crisis vocacional o de una ruptura amorosa, sería fabuloso poder contar con un listado de ideas que nos ayudaran a reconstruirnos. Por ejemplo, en momentos como esos, sería de gran ayuda si alguien nos recordara que, para juntar las piezas dispersas de nuestro ser, es primordial estar conscientes de que nuestra personalidad consiste, en gran medida, de un cúmulo de actitudes adquiridas para adaptarnos y sobrevivir. El problema es que el transcurrir del tiempo puede convertir esas actitudes en comportamientos automatizados, generalizados y rígidos. Así, algunos hábitos que nos habían ayudado a vivir bien pueden dejar de cumplir su función original y comenzar a generar sufrimiento, inestabilidad y crisis. En realidad, esto sucede porque la educación emocional y la construcción de un verdadero Yoes algo que casi no se toma en cuenta como un factor importante para el desarrollo saludable del ser humano.
En todo caso, durante una crisis es esencial comenzar un trabajo introspectivo, a pesar de lo difícil que pueda resultar. En múltiples ocasiones, veremos que lo que consideramos como nuestra forma de ser es en realidad el resultado de diversas influencias de nuestros semejantes y del medio en el que vivimos. Quizá descubramos que, a pesar de lo que creíamos, no somos una serie de elecciones voluntarias: muchas veces adoptamos creencias sin que en realidad coincidan con nuestras convicciones, únicamente porque son socialmente aceptadas. En este sentido, reconstruirse es tratar conscientemente de edificar un nuevo Yo.
Para algunas personas, entonces, el trabajo de reconstruirse a sí mismas implica un cierto despertar.Es como si se dieran cuenta de que hasta el momento en que la crisis tiene lugar habían estado durmiendo y actuando de forma automatizada. El principal problema es que vivir en ese estado de aletargamiento hace que la persona viva añorando ciertas metas pero, lejos de concretarlas, se limita a vivir en los anhelos y en los deseos. Anhelar y desear es muy necesario, pero es igual de importante saber cómo concretar lo que queremos y luchar por hacerlo de otro modo, ¿qué hay detrás de todas esas ilusiones?
Existen diversas disciplinas que han intentado replicar o crear técnicas que nos permitan religarnos con la esencia de nuestra existencia, con todo aquello que subyace a nuestras ilusiones y que nos permite alcanzarlas. Algunas filosofías orientales, como el budismo o el sufismo —e incluso otras corrientes modernas, como el cuarto camino— sugieren que la reconstrucción de nuestro Yo sólo es posible al encontrarse a uno mismo. Este encuentro implica reconciliarse con el bienestar para intentar obtener un conocimiento directo y pleno de ser y estar en el mundo. Se trata, en suma, de verse como lo que uno realmente es —y no como lo que nos gustaría ser o como lo que se espera que seamos. La aceptación de nuestra verdadera esencia permite que los cambios drásticos de la vida común puedan asimilarse de manera más objetiva; así, al atravesar una crisis podría resultar de gran ayuda seguir los siguientes consejos:
- Afronta directamente lo que propició tu necesidad de reconstruirte. Asume que la necesidad de reconstruirte es el mejor aliciente para mover y cuestionarte los esquemas con los que has comprendido el mundo hasta ahora. Los cambios pueden traer muchos beneficios.
- Mira la situación desde varios puntos de vista. Puedes ayudarte de alguna terapia, o de literatura filosófica o espiritual. La diversidad de perspectivas te ayudará a reorganizar tus pensamientos.
- Resignifica los episodios más importantes de tu vida. Dales un nuevo sentido a través de una nueva lectura que aminore el sufrimiento, o que convierta los recuerdos felices en más productivos.
- Recuerda que las emociones cumplen una función orgánica. Mediante ellas, tu cuerpo te deja saber que necesitas modificar algo. Sentir ansiedad, dolor o tristeza es una señal para cambiar lo que hasta entonces había funcionado.
- Pon atención a tus voces e intuiciones internas e identifica tu voz verdadera. Es común dejarnos llevar por nuestros pensamientos automáticos, creados por todas las presiones sociales, y olvidar nuestra propia voz, de carácter más orgánico y encargada de nuestra sobrevivencia. Es esta voz orgánica la que nos acerca nuestro verdadero yo.
- Encuentra una pasión y ponte nuevas metas. Establecer una meta puede ayudarte a estructurar el curso de lo cotidiano. Es importante que la meta responda a las necesidades de tu espíritu, por eso es mejor si ella proviene del gusto verdadero por hacer algo que te apasiona —aunque no sea reconocido o aplaudido por los cánones sociales.
- Procura tu propio bienestar y el de los demás. Las emociones positivas son medicina pura y natural para el cuerpo; las acciones por el bienestar común crean círculos virtuosos. Renuncia a los hábitos negativos.
- Medita. Existen varias escuelas que muestran los pasos básicos para calmar la mente y comenzar realmente a conocerse a sí mismo. Cuando no hay tantos pensamientos entre lo que nos preocupa y nosotros es más fácil encontrar una solución, pues lo experimentamos más directamente.
- Cultívate. El ser humano es un jardín enorme en el que pueden crecer todo tipo de flores exóticas. Sin embargo, también necesita cuidados constantes, por lo que es necesario leer, conocer a nuevas personas, y descubrir nuevas maneras de ver la realidad.
A veces, cuando parece que las puertas se están cerrando, puede ser simplemente que nuestras necesidades estén cambiando y que debamos reajustar algunas cosas en nosotros mismos y en nuestro entorno. Pero no tengas miedo: cambiar es parte de crecer como personas y nos ayuda a desarrollar todo nuestro potencial. Para esto es necesario tener un profundo conocimiento de nosotros mismos. Recuerda que el autoconocimiento es un esfuerzo permanente y reconstruirse, en tanto implica desarrollarse, es un trabajo que nunca acaba.