Existe un increíble lenguaje creado por los habitantes de Kuşköy, una villa ubicada en las montañas, al norte de Turquía. El nombre del lugar significa “pueblo de los pájaros” y se debe a que, justamente, este modo de comunicación hecho a base de silbidos da la sensación de que son las aves las que hablan entre sí, de un extremo al otro y entre la niebla.
Este lenguaje, llamado Kuş Dili —y pronunciado “kush dili”—, tiene más de cuatrocientos años de existencia y originalmente era usado por los granjeros de la zona para comunicarse a través de grandes distancias sin tener que desplazarse.
En 2017, la UNESCO incluyó el lenguaje Kuş Dili en su lista del Patrimonio Cultural Inmaterial, el cual abarca todas aquellas costumbres y tradiciones que cambian con el tiempo, pero que favorecen el sentimiento de identidad de la cultura. En este sentido, desde 1997 Kuşköy celebra una fiesta que incluye una competencia en la que los concursantes silban las instrucciones dadas por un grupo de jueces y el vencedor es quien logra hacerlo de la mejor manera.
Pero, si cualquiera de nosotros puede silbar y es un hecho que entre familiares, en ciertos barrios o entre los miembros de una pandilla, el reconocimiento mutuo puede darse a través de un silbido particular, local y reconocible entre ellos, ¿qué es lo que hace que esta forma de comunicación con silbidos sea tan peculiar?
La diferencia con el el Kuş Dili es que se trata de algo más universal y establecido. En cierto sentido, es similar al lenguaje de las señas, pues no sólo se transmite con la práctica, sino que incluso se estudia: Kuşköy ha creado escuelas y métodos de aprendizaje con el fin de transmitirlo y preservarlo.
Cuando se domina el Kuş Dili, cada silbido significa algo diferente: la duración, los tonos y melodías, y los alientos largos o cortos conforman una sinfonía de trinos en las montañas que se traducen en cosas distintas. Además, se puede realizar sólo con la boca o con los labios, la mano y los dedos, y cada dedo otorga una entonación diferente: a veces se usan los dos anulares; otras, los dos medios, pero todo tiene un sentido y enriquece esta forma de comunicarse con los otros a pesar de la distancia.
No obstante el gran valor de su riqueza cultural, Kuşköy es un pueblo pequeño que no ofrece grandes oportunidades de crecimiento para sus habitantes. Por eso, muchos jóvenes locales han migrado a otros lugares con el fin de prepararse más o, incluso, de buscar trabajo y mejores fuentes de ingreso.
Sumado a esto está el uso de celulares que, por la comodidad e inmediatez que ofrecen, van robándole atención a las tradiciones: resulta más fácil teclear un mensaje o mandar una nota de voz que invertir tiempo en aprender a hablar como un pájaro; por eso, tristemente, las nuevas generaciones de Turquía del norte están dejando morir este increíble lenguaje. En un intento por rescatarlo, se llevan a cabo actividades en torno al Kuş Dili, con el fin de difundirlo, preservarlo y, ¿por qué no?, también de que más gente lo aprenda.
Desde luego que Kuşköy no es el único lugar donde se utiliza el silbido como forma de comunicación: al menos en Grecia, Mozambique y las sierras de México existen formas similares de lenguaje. Pero este caso ayuda a ilustrar lo importante que es evitar que una manifestación cultural de siglos se vaya perdiendo con el crecimiento y el arraigo de la tecnología en el mundo.
Aclaro: no quiero decir que la tecnología sea la villana de esta historia, pues gracias a ella es posible conocer otras culturas y tradiciones, y de igual modo rescatarlas, fortaleciendo así las identidades nacionales y hasta nuestra esencia humana al entablar una relación más sólida con el pasado y con el futuro. Porque es justo así como se alcanzan las alturas y se trascienden los horizontes de la historia…