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La alimentación, ¿cómo afecta nuestra salud mental?

La alimentación, ¿cómo afecta nuestra salud mental?
Michelle Medrez

Michelle Medrez

Miscelánea

Probablemente hayas escuchado que el intestino es “el segundo cerebro del cuerpo humano”. Pues bien, el intestino sí es responsable de producir varias hormonas implicadas en diversos procesos neurológicos, como la serotonina y, en efecto, hay neurotransmisores implicados en el funcionamiento de nuestro aparato digestivo. De hecho,el intestino contiene millones de células similares a las que posee el cerebro, debido a que ambos se desarrollan en la misma parte del embrión.

El intestino forma parte de nuestro sistema entérico, una parte del sistema nervioso periférico. Resulta entonces interesante saber cuáles son las relaciones entre el cerebro y los malestares que nos hacen ir al gastroenterólogo; por ejemplo, el síndrome del intestino irritable.

Nadie duda que haya conexiones entre el cerebro y el resto de nuestro cuerpo. Nosotros mismo podemos comprobar que las conexiones existen cuando, por ejemplo, antes de presentar un examen o de hablar en público nos invade el miedo, el estrés, la duda o la ansiedad. Nuestras emociones son respuestas provocadas por nuestro sistema nervioso central, éstas funcionan a su vez como estímulos que provocan otras respuestas en otras partes de nuestro cuerpo.

Así, entonces, la ansiedad puede estimular los movimientos peristálticos de los intestinos precipitando un mayor número de evacuaciones. Muchos malestares intestinales son el reflejo de nuestro estado de ánimo y no es raro que casi la mitad de los afectados por el síndrome del intestino irritable también padezca depresión o ansiedad.

Nuestras emociones, nuestro cuerpo y nuestra mente forman un todo interrelacionado. El doctor David Perlmutter, autor del libro Cerebro de pan, ha señalado que una alimentación deficiente, o muy alta en grasas, azúcares o harinas refinadas, puede ser un factor importante en nuestra predisposición a sufrir dolores de cabeza, ansiedad, depresión, hiperactividad, déficit atencional e incluso Alzheimer.

Según Perlmutter, bombardear el cerebro con carbohidratos —los cuales, además, tienden a estar saturados de ingredientes con efectos inflamatorios como el gluten— produce efectos irritantes que dañan el cerebro y que pueden, en consecuencia, irritar el colon —que es la última porción, y la más larga, del intestino grueso.

Bombardear el cerebro con carbohidratos produce efectos irritantes que dañan el cerebro

Para cuidar de nuestro colon y de nuestro cerebro, podemos incluir los siguientes alimentos en nuestra dieta:

  • Vegetales de hoja verde
    Para muchas personas, estos suelen ser los alimentos menos agradables, pero si uno busca maneras apetitosas y sanas de cocinarlos o aderezarlos, pueden dar gratas sorpresas. El kale, las espinacas, las coles de Bruselas y el brócoli son ricos en nutrientes para el cerebro por su alto contenido en vitamina C, magnesio, hierro y fosforo. El consumo habitual de estos alimentos puede ayudar a ralentizar el deterioro cognitivo.
  • Frutos rojos
    Un estudio publicado por la revista Annals of Neurology en el 2012 mostró que las mujeres que consumen dos o más raciones de fresas y arándanos a la semana pueden retrasar hasta dos años y medio los síntomas de la pérdida de memoria, en comparación con quienes no los comen habitualmente.
  • Nueces
    Las nueces son fuente de grasas saludables, especialmente de una llamada ácido alfa-linolénico. Este ácido graso ayuda a disminuir la presión arterial y protege las arterias, lo que resulta benéfico no sólo para el cerebro, sino también para el corazón.

Por otro lado, los síntomas y el dolor son en sí mismos estresantes. El estrés del dolor sumado al estrés de la vida diaria genera un ciclo sin fin. Por eso es conveniente también atender estas causas. Para combatir el estrés podemos realizar las siguientes actividades:

  • Haz “pausas vegetarianas” en tu dieta normal
    Según Irina Matveikova, autora del libro Inteligencia digestiva: una visión holística de tu segundo cerebro, el intestino, en tanto central nutritiva e inmunitaria, puede fácilmente convertirse en un lugar de sobrecarga tóxica, por lo que es aconsejable realizar “pausas” de tres días —de viernes a domingo, por ejemplo— consistentes en una dieta vegetariana o en un periodo de ayuno semilíquido. Estas pausas resultan benéficas para reducir el estrés de nuestro intestino, evitar procesos degenerativos y prevenir el cáncer de colon.
Haz "pausas vegetarianas" en tu dieta normal
  • Toma siestas de veinte a cuarenta minutos
    Dormir le da al cerebro y al cuerpo la oportunidad de reparar células, consolidar recuerdos y recargarse. Dormir bien puede mejorar la memoria y las funciones cognitivas. Se ha sugerido que las siestas nos ayudan a retener mejor nueva información gracias a que “empujan” los recuerdos del hipocampo hacia la corteza, lo que permite un almacenamiento más permanente y su integración con información previa.
  • Aprende a reconocer tus respuestas ante el estrés
    Puedes comenzar un diario que te ayude a identificar las situaciones que te estresan y tus respuestas ante ellas. El propósito es que identifiques y trates de eliminar, o al menos reducir, las respuestas que te generan más estrés. Al mismo tiempo, puedes ir aprendiendo técnicas de respiración o técnicas de meditación, con el fin de controlar mejor el estrés cotidiano.

Recordemos que ya desde la antigüedad sabíamos que mens sana in corpore sano, ‘mente sana en cuerpo sano’. Ahora tenemos toda la evidencia para afirmar que es cierto, así que seamos conscientes y cuidemos de nuestra mente cuidando de nuestro cuerpo.

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