Para evitar las críticas, no digas nada, no hagas nada, no seas nada.
Elbert Hubbard
En estos tiempos, cuando la negatividad está de moda y el odio tan presente en la interacción cotidiana, abordar el tema de los haters es muy oportuno. Y es que parece que cada vez hay más de ellos por todos lados: en YouTube, en las redes sociales, en el día a día. Pero, primero, hay que tener en claro qué es un hater.
A pesar de que el uso de la palabra hater —literalmente, “odiador” en inglés— es nuevo, el concepto es bastante viejo: hace referencia a una persona que profesa un odio profundo hacia algo o alguien, aunque sus razones no sean del todo lógicas ni claras. Un hater es, también, todo aquel que permanece firme en un juicio negativo hacia su objeto de odio, incluso si se le presentan pruebas de que éste no es negativo en sí mismo.
En ocasiones, el sentimiento de rechazo que experimentan los haters no tiene que ver con la envidia o con su objeto de desprecio, sino más bien con un impulso interno de tener donde descargar su insatisfacción y saciar su necesidad de despreciar o, simplemente, con sentirse congruentes consigo mismos.
En el siglo XVII, el filósofo Francis Bacon explicó por qué nos aferramos a juicios negativos aunque no existan pruebas que los sustenten: una vez que hemos adoptado una opinión frente a algo, nuestra mente trata de hallar la lógica necesaria para reforzar nuestra sensación de coherencia y que la propia postura conserve su validez. Así, en ocasiones para el cerebro ser congruente es más importante que ser honesto o buscar la verdad.
Ante lo anterior, no es tan difícil entender por qué cada día aparecen más haters. Sumado a esto, el ritmo de vida que se lleva en el mundo globalizado, en el que coexistimos con toda clase de personas, riesgos, obstáculos e incomodidades —la falta de espacio, por ejemplo—, hace que vivamos en una neurosis permanente que nos hace menos tolerantes, y esa puede ser una de las causas de la proliferación de las personas resentidas con la vida.
Como sea, he aquí algunos tipos de hater:
El iracundo
Todo el tiempo está al pendiente de lo que hace el objeto de su odio y siempre tiene algo que criticarle, rebatirle o señalarle, pues todo lo relacionado con ello le parecerá detestable. Dicen por ahí que tener un hater de este tipo es una extraña forma de halago, pues puede indicar que algo estás haciendo bien o que tienes un rasgo positivo que genera envidia en ciertas personas.
El rival
Esta persona constantemente está comparándose con el objeto de su odio, buscando competir y hallar diferentes maneras en las que pueda “demostrar” su superioridad. Si bien dicha clasificación de hater no es la más dañina, sí puede llegar a ser la más exasperante.
El silencioso
Es alguien que no se expresa de manera directa, pero permanece al tanto de lo que hace o le sucede al objeto de su odio, sólo para elaborar un juicio negativo sobre él. Aunque permanece oculto, dedica su tiempo a buscar hasta encontrar algo que alimente su desprecio.
El “amigo”
Posiblemente el peor y más peligroso de todos, porque suele ser alguien cercano al objeto de su odio. A pesar del sentimiento negativo que le genera, decide estar cerca y crear un vínculo cercano con él, aunque en ocasiones deja traslucir sus sentimientos negativos. Si tienes uno de estos haters, deshacerse de él —o de ella— puede no ser tan sencillo; pero hay personas que, a pesar de que tengamos muchas historias con ellas, es mejor dejar en el pasado.
¿Y si yo soy el hater?
Quizá deberías empezar por apreciarte más a ti mismo. Algunos psicólogos señalan que lo que no nos gusta de nosotros lo proyectamos en los demás, y que si eres intolerante con los otros tendrás menor tolerancia contigo mismo.
El mundo está compuesto por todo lo que decidimos verter en él, así que si queremos vivir en un lugar mejor hay que empezar por actuar mejor nosotros mismos. Para concluir, si te cruzas con alguna de estas personas, quizá lo mejor que puedas hacer sea aprender a ignorarlas o tener tolerancia y paciencia, pues lo que este mundo necesita no son más haters,sino más amor.