Las musas y cómo encontrar la inspiración perdida

Las musas y cómo encontrar la inspiración perdida
José C. Sánchez

José C. Sánchez

Creatividad

“Cuando llegue la inspiración, que me sorprenda trabajando”, es una frase atribuida al pintor Pablo Picasso. Y cuando se habla de inspiración, con frecuencia ésta se atribuye a las musas, pero… ¿quiénes son ellas? Y, sobre todo, ¿cómo obtenemos su bendición? Revisemos un poco su historia, antes de hablar sobre la inspiración y qué hacer cuando ésta no nos llega.

Nuestra primera parada es la sagrada montaña de Helicón, la cual es habitada por las nueve musas de la inspiración griega, según puedes comprobar leyendo la Teogonía del poeta Hesíodo. Fue ahí, en Helicón, donde dicho poeta nativo de Beocia —en origen, hijo de una familia de pastores— fue bendecido por estas míticas criaturas y dedicó su tiempo libre a la poesía.

Gustave Moreau: 'Hesíodo y las musas' (1860)

Hesíodo nos habla de las nueve musas que inspiran a toda clase de artistas y creadores. La mitología dice que estas criaturas son hijas de Zeus y Mnemosine, y que formaron parte del séquito de Apolo, dios de la música y patrono de las Bellas Artes clásicas, con quien todas tuvieron amoríos.

Las nueve musas son: Clío, la musa de la historia; Euterpe, que se encarga de la música; Talía patrocina la comedia; Melpómene tiene el desdichado trabajo de ser la musa de la tragedia, Terpsícore es la que inspira la danza; Erató es la musa de la poesía lírica o amorosa, y Polimnia lo es de la poesía sacra; Urania es la musa de la astronomía y de las ciencias exactas y, por último, está Calíope, quien patrocina la retórica y la poesía heroica.

Christian Bernhard Rode: 'La musa Urania' (s. XVIII)

Por supuesto, la anterior es una definición simplificada, pues en otros textos se explica cómo estas musas inspiran más artes. Como sea, así como Hesíodo gozó de sus dones, otros artistas, cuando se les agota la inspiración, han clamado por su presencia, y otros creadores han preferido el trabajo duro, como Thomas Alva Edison, quien afirmó que “el genio es 1% inspiración y 99% transpiración”.

Ahora bien, si en tu camino creativo alguna vez has perdido la inspiración, es hora de proponer cinco herramientas para tocar la puerta de las musas y darle un empujón a tu creatividad.

Consejos para encontrar la inspiración

  1. Toma un paseo. Imagina que vas a la pradera que pisó Hesíodo y, una vez ahí, espera a que el canto de las musas te toque en sueños… Pero como eso no es posible, simplemente toma un pequeño paseo para despejarte; hacer una pausa suele ayudar a la creatividad y no sólo a la de los artistas.
  2. Forja una disciplina. Si creemos la frase acerca del esfuerzo de Edison, establecer una rutina de trabajo puede ayudar a hallar la inspiración: si eres escritor, escribe al menos un párrafo todos los días; si eres músico, compón una pequeña obra al día… se trata de que la musa llegue a ti, no en sueños, sino —como dijo Picasso— cuando te encuentres trabajando.
  3. Consulta libros. Hoy en día existen manuales con ejercicios y consejos para fomentar la inspiración; por ejemplo, en la creación literaria está la Gramática de la fantasía de Gianni Rodari y seguramente cada disciplina de la creación humana tiene textos que puedes consultar para encontrar inspiración.
Christian Bernhard Rode: 'La musa Clío' (s. XVIII)
  1. Persiste. El camino de la creatividad es más un maratón que una carrera de velocidad, así que no pierdas la paciencia; recuerda que fallar y equivocarte forman parte del proceso… y que Edison echó a perder decenas de bombillas antes de dar con la solución para la lámpara incandescente.
  2. Confía en tu intuición. Es un hecho que, creas en las musas o no, la mayoría de nosotros ha tenido lo que se llama un “momento eureka” al menos una vez en la vida: esa pequeña gran epifanía con la que comprendemos qué se necesita para cristalizar una idea o para dar con la clave para solucionar un proceso.

Entonces, si seguimos trabajando y esforzándonos, quizá lleguemos a recibir el favor de las musas. Así, tal vez Calíope, Talía, Polimnia u otra de ellas bese nuestra frente y nos susurre al oído: ¡sigue adelante!, pues es trabajando que alcanzamos la inspiración… y no al revés.

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