En décadas recientes y gracias a las contribuciones de científicos e investigadores de todo el mundo, la comprensión colectiva de la salud mental se ha transformado. Por ello es que, a pesar de que aún existen estigmas al respecto, cada vez más gente se ocupa de su bienestar emocional y mental, lo cual ha permitido identificar trastornos y enfermedades con un impacto significativo en la salud pública, tales como el Trastorno Afectivo Estacional —SAD, por las siglas en inglés de Seasonal Affective Disorder—, que fue definido por el psiquiatra Norman E. Rosenthal.
Rosenthal, quien nació en Sudáfrica pero ha construido su carrera en los Estados Unidos, a principios de la década de 1980 se convirtió en investigador del National Institute of Mental Health —una clínica con sede en Bethesda, Maryland— y, a mediados de esa década, fue pionero en la investigación del Trastorno Afectivo Estacional, para el que desarrolló un tratamiento de fototerapia que resultó favorable para muchos pacientes, a pesar de que sus métodos fueron puestos en duda por resultar poco ortodoxos.
Otro tratamiento por el que también se le señaló fue la incorporación de la práctica de la meditación trascendental[1] con fines terapéuticos en casos de estrés postraumático (PTSD). De joven, Rosenthal había practicado esta técnica y, tras recomendarla a uno de sus pacientes quien obtuvo buenos resultados, la adoptó como una terapia auxiliar para este y otros trastornos, ya que por su efecto tranquilizante permite bajar el ritmo cardiaco del paciente y enfocarlo en su momento presente.
Pero, más allá de estas prácticas revolucionarias y polémicas para su época, el doctor Rosenthal ha transformado los hallazgos de su práctica clínica y psiquiátrica en textos científicos y en libros. El más reciente se titula Poetry Rx: How Fifty Inspiring Poems Can Heal and Bring Joy to Your Life o “Poesía Rx: Cómo cincuenta poemas inspiradores pueden curarte y traer alegría a tu vida”, en el cual comparte la poesía que ha ayudado y acompañado a sus pacientes, familiares y amigos a atravesar momentos difíciles de su vida.
Rosenthal dividió su libro en secciones, enfocándose en situaciones como las rupturas, los duelos, el amor, la naturaleza o el estrés. Cada poema incluye una breve semblanza del autor o autora y las reflexiones que la obra provocó en el psiquiatra; muchos de estos comentarios son anecdóticos, pero eso no les resta valor como herramientas para la sanación personal.
Rosenthal no es el primer profesional de la salud en emplear el arte como una forma de terapia o como auxiliar en tratamientos médicos; sin embargo, en este libro y en las entrevistas que ha concedido sobre él, aclara que fueron sus propias experiencias y los hallazgos que realizó durante sus estudios sobre el SAD los que lo llevaron a intentar este tratamiento con poesía, cuya respuesta ha sido positiva. En este caso, la poesía funciona como cualquier otra obra de ficción: permite que el lector ejercite la empatía, reflexione y considere puntos de vista distintos a los propios.
La poesía, en particular, nos enseña a identificar nuestras emociones y a trabajar con ellas para alcanzar un estado de tranquilidad y bienestar. En una entrevista para la revista AARP, el autor comentó que “algunos poemas curativos son como una vacuna para el alma, porque hacen mucho más que calmar, motivar e inspirar. Un gran poema en realidad nos protege a nivel psicológico”. Si no lees muchos poemas, quizás haya sucedido que te identificas con la letra de una canción —poesía cantada, al fin y al cabo— o con la frase de un personaje fílmico o literario. Este proceso en que nos reconocemos en emociones ajenas nos ayuda a entender las situaciones por las que estamos atravesando y a reflexionar sobre el poder que tenemos al actuar en respuesta a ellas.
En este sentido, la poesía funciona de manera similar a los recuerdos: nuestro cerebro sabe que lo que leemos no está ocurriendo realmente, pero su poder es tal que las emociones son reales y podemos conmovernos hasta las lágrimas, sentir escalofríos o que se nos eriza la piel con la lectura.
Así, leer poesía provee acompañamiento, es terapéutico y coadyuvante, pero desde luego no se trata de una cura milagrosa, aunque los efectos positivos que tiene sobre nuestra salud y nuestro cerebro son evidencia de su poder. ¿Y qué podemos leer? Entre los poemas que Rosenthal recomienda se encuentran: “There’s a Certain Slant of Light”, de Emily Dickinson, “Much have I traveled in the realms of gold”, de John Keats, y “Love After Love”, de Derek Walcott; pero también hay poetas en español como Rubén Darío, Jaime Sabines, César Vallejo o Pablo Neruda que, sin duda, podrán ayudar a sanar tus heridas emocionales.
[1] Esta escuela de meditación, basada en la repetición de mantras o frases repetitivas en lengua sánscrita, fue popularizada en la década de 1960 cuando The Beatles viajaron a la India para aprenderla de su creador, el Maharishi Mahesh Yogi. [N. del E.]