Los once trastornos de personalidad, ¿cuáles son?

Los once trastornos de personalidad, ¿cuáles son?
Francisco Masse

Francisco Masse

Mente y espíritu

“Uno tiene su propia personalidad, ¿no?”, farfullaba insistentemente el borrachín que llegó a sentarse en el asiento de junto, dirigiéndose a mi hermano y a mí cuando regresábamos de noche a casa en metro. “¿A poco no? ¡Uno tiene su propia personalidad!”, repetía casi a gritos, visiblemente molesto de que siguiéramos ignorándolo. Tres décadas y media después, sigo dándole la razón al etílico señor: uno tiene su propia personalidad, sin duda; y también sus vicios, sus manías o, cuando la cosa se pone grave, uno de los trastornos de personalidad reconocidos en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.

Antes de enlistar los once principales trastornos, conviene definir a qué se refiere este vocablo, pues hoy en día la terminología se usa muy a la ligera para calificar a gente con defectos como el perfeccionismo, la vanidad o la suspicacia. Pero no: aquí nos referimos a patrones de conducta, cognición o experiencia interna que se desarrollan a edades tempranas, persisten a lo largo de la vida y se asocian con niveles importantes de sufrimiento o discapacidad; estos patrones son exhibidos por el individuo en diversos contextos y, en general, se alejan de las conductas aceptadas por la cultura del individuo afectado.

Una primera clasificación reconoce tres tipos de trastornos: los raros o excéntricos, que a pesar de lo cool que suenan, se tratan de los más graves y los que mayor sufrimiento acarrean; los dramáticos, emocionales o erráticos, que a mi parecer son los más comunes y los más insoportables, ahora leerás el porqué; y los ansiosos o temerosos, cuyo número sin duda aumentó a mi alrededor luego de los sismos de 2017 y de la pandemia que acaeció tres años después.

Enajenación mental

Entre los raros o excéntricos se clasifican los trastornos de personalidad paranoide, esquizoide y esquizotipo; sé que suenan a nombres de bandas de heavy metal y no dudo que muchos de esos head bangers adolezcan de uno de ellos. El trastorno de personalidad paranoide se caracteriza por un exceso de desconfianza y quien la sufre siempre cree ver intenciones malévolas en los actos de los demás; son personas muy sensibles, que se sienten insultadas u ofendidas fácilmente, que creen que los demás son hostiles con ellas y suelen aislarse para evitar exponerse a las “malas acciones” de los otros.

Le siguen los esquizoides y esquizotipos, que no deben confundirse con los esquizofrénicos, los cuales sufren una grave psicosis, delirios y alucinaciones. Los esquizoides se recluyen y aíslan de los demás, pues no tienen el más mínimo interés en las interacciones sociales, son fríos emocionalmente, distantes, apáticos, a menudo asexuales y anhedónicos, o sea que han perdido la capacidad de disfrutar; los esquizotipos, en cambio, son personas que carecen de habilidad social, tienen comportamientos y creencias extrañas, expresan sentimientos inapropiados a la situación y hablan de forma casi incomprensible, no por moda, rebeldía u originalidad juvenil, sino porque no pueden evitarlo.

Dentro del grupo de los dramáticos está el trastorno de personalidad antisocial que, por su nombre, podría confundirse con los rasgos del esquizotipo, pero más bien hablamos de gente que manifiesta una total indiferencia ante los derechos y el dolor de los demás, que es cruel, insensible y manipuladora, y actúa de forma impulsiva, sin medir mucho las consecuencias. Después encontramos el trastorno de personalidad limítrofe o borderline, como se le conoce por su nombre en inglés; quienes lo sufren tienen arrebatos emocionales abruptos e intensos, son inestables en sus relaciones personales, amorosas y laborales, así como en su identidad, y a menudo caen en actos de autolesión.

Enseguida, están los más antipáticos del grupo: los histriónicos y los narcisistas. Quien padece el primer trastorno buscará llamar la atención a cualquier costo: habla sin cesar y casi a gritos, expresa una emocionalidad desbordada, busca impresionar, es una persona centrada en sí misma, cae en el exhibicionismo y en actitudes de seducción sexual fuera de lugar; y no: no necesita “mal copear” para hacer todo eso.

Los narcisistas, como sabemos porque ya hemos hablado de ellos en Bicaalú, están enamorados de sí mismos y de su propia imagen, pero no sólo eso: poseen una idea exagerada, grandilocuente y desproporcionada de ellos mismos; más que atención, necesitan la admiración de otros, ya que se piensan “especiales”; carecen de empatía, no consideran los sentimientos ni las necesidades de los demás, y suelen manipular para obtener lo que desean. Como dije líneas arriba: de éstos, abundan, y más en las redes sociales.

Nos restan tres trastornos reconocidos por el DSM-5, o la quinta edición del Manual diagnóstico que referimos al principio: el trastorno de personalidad por evitación, que consiste en un patrón de inhibición social e hipersensibilidad a la desaprobación tan marcado que el individuo, justo, evita cualquier interacción exterior; le sigue el dependiente, que se caracteriza por depender emocionalmente y de modo enfermizo de que alguien más cuide de él.

Trastornos

Por último, tenemos el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo, que no hay que confundir con el trastorno obsesivo-compulsivo a secas, en el cual el sujeto sufre de ideas intrusivas y obsesivas, las cuales debe “exorcizar” mediante acciones repetitivas que deben realizarse de forma rutinaria y compulsiva. El trastorno de personalidad con este nombre quizás es menos severo, pues se vincula con una obsesión con las reglas, las listas y los horarios, con la necesidad del perfeccionismo, con el control, el orden y la productividad laboral. Según estadísticas, éste es el trastorno más común en los Estados Unidos… y no dudo que en México también sea muy socorrido.

Seguramente, mientras leías estas líneas fueron desfilando por tu mente las imágenes del “cuate” de cuya amistad mejor prescindiste, de aquella jefa en el trabajo que más odiaste, del ex esposo o de la ex novia que te dejaron el corazón hecho jirones, de alguna que otra celebridad o de alguna figura de la política nacional o internacional. Pero antes de poner cara de “ahora me explico todo”, recordemos que estas clasificaciones no son divisiones estrictas y sólo sirven para agrupar ciertos síntomas que suelen presentarse de forma asociada; además, para que un trastorno sea tal debe producir sufrimiento y discapacidad para relacionarse de forma efectiva con el entorno y la realidad.

Por otro lado, y esto es lo más importante: este artículo no es académico y sólo sirve para alimentar tu curiosidad con información basada en textos científicos, así que no es útil para diagnosticar a nadie —eso debe hacerlo un profesional de la salud mental tras estudiar al paciente—, y mucho menos es un test para diagnosticarte a ti mismo. Así que, si te sentiste identificado con alguna de estas descripciones, antes de saltar a conclusiones… habla con tu médico.

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