
En términos generales, el matcha es un polvo obtenido a partir de la pulverización de la planta del té verde (Camellia sinensis) —de hecho, en japonés matcha significa “polvo de té”—; a diferencia del té verde, que es una infusión obtenida al sumergir sólo las hojas en agua caliente, el matcha se disuelve y se prepara con la planta completa. Además de esta diferencia en la elaboración, el cultivo y procesamiento también varían y se traducen en dos bebidas con propiedades distintas.
A pesar del importante papel cultural que tiene el matcha en Japón, la práctica para su producción se originó en China y fue llevada por monjes itinerantes al país nipón, donde la bebida adquirió un gran valor ceremonial e histórico, y derivó en las ceremonias de té japonesas. Aunque dichos rituales existen desde hace siglos, no fue sino hasta la llegada del cine —¿recuerdas el té que Kumiko le prepara a Daniel-san en Karate Kid II (1986)?—, la televisión y, más recientemente, las redes sociales, que éstos fueron reconocidos incluso por quienes no han visitado el Lejano Oriente.
Desde tiempos ancestrales, nuestra especie ha consumido bebidas por sus efectos energizantes y reparadores. Así, no es extraño que el matcha se haya popularizado tanto en la última década, pues con el avance científico ha sido posible identificar en él una gran cantidad de compuestos benéficos para nuestra salud: la cafeína, que aminora la percepción del cansancio y nos despierta; la L-teanina, un aminoácido cuyas propiedades hacen que la cafeína se libere progresivamente, evitando los picos de absorción que afectan a personas sensibles; los antioxidantes —las catequinas como el galato de epigalocatequina (EGCG) y las quercetinas—, la clorofila y la fibra, presente en la planta pulverizada.

Y, ¿cómo obtiene la bebida todas estas propiedades? Todo empieza desde que las plantas de té destinadas a convertirse en matcha se cultivan a la sombra para evitar que se oxide la L-teanina, uno de sus componentes más importantes; además, con esta técnica la planta produce más cafeína, clorofila y aminoácidos que le otorgan un sabor ligeramente dulce. Después de dos o tres meses, las plantas alcanzan el tamaño adecuado, se cosechan y son puestas en cámaras de vapor para detener la actividad enzimática responsable de la degradación. Más tarde, a las plantas se les retiran las nervaduras y los troncos; finalmente, son pulverizadas en molinos de piedra y envasadas para su distribución y venta.
Además de su valor nutricional, otra de las razones que contribuyen a la popularidad del matcha es la apreciación que de él se hace en redes sociales como TikTok e Instagram, donde miles de usuarios comparten diariamente preparaciones y recetas de bebidas, postres y alimentos a los que añaden matcha para enriquecerlos en propiedades y sabor. A menudo el matcha se compara con el café, pues por su contenido de cafeína tiene los mismos efectos vigorizantes, pero sin secuelas negativas como la acidez estomacal, los dientes manchados, los picos de cafeína, la ansiedad, el insomnio y un largo etcétera; así, esta bebida es una opción muy atractiva para quienes desean reducir o evitar el consumo de café.
Actualmente, el matcha no sólo ha ganado terreno en bebidas como lattes, frappés y smoothies, sino también en la confitería: basta visitar tiendas especializadas o realizar una búsqueda en internet para encontrar galletas, pasteles, natillas y otros dulces a los que se añade este aderezo de color y nutrientes. Por esta fascinación actual — aunada a la publicidad gratuita en redes sociales—, el matcha se ha posicionado como uno de los tés más consumidos en el mundo: según datos del Data Bridge Market Research, en 2022 el mercado de la bebida alcanzó los 2 450 millones de dólares y se estima que para 2030 llegue a los 5 330 millones de dólares.

El panorama de la producción y el consumo de matcha es prometedor, pero hay desafíos que deben tomarse en cuenta. Por ejemplo, si eres adepto de la bebida es vital no caer en el consumo excesivo, pues éste provoca problemas intestinales, malabsorción de hierro, dolor de cabeza, acidez e insomnio. Asimismo, hoy en día Japón está enfrentando problemas para cubrir la demanda interna e internacional del polvo de té, de tal suerte que algunos distribuidores han establecido límites de compra, suspendieron temporalmente la venta de algunos productos o, bien, han aumentado el precio del té.
Veamos qué pasa en el futuro. Y tú, ¿ya eres fan del matcha?
