El ritmo de vida actual es acelerado. Pasamos el día corriendo de un lado al otro, siempre con una larga lista de pendientes que, en general, no contempla periodos de descanso que sonnecesarios para el buen funcionamiento de nuestra mente y del cuerpo. Seguramente sabes que debes dormir entre siete y ocho horas diarias para sentirte descansado; pero, ¿realmente le das la prioridad e importancia requeridas a tu sueño y descanso?
Los humanos pasamos la tercera parte de la vida durmiendo, y no porque seamos perezosos, sino porque al dormir el cuerpo lleva a cabo funciones fisiológicas indispensables para nuestra recuperación tras el desgaste diario. Así, dormir no es una recompensa ni sirve para “recargar baterías”; más bien es una necesidad biológica crucial que exige condiciones específicas y frecuencia constante. Si eres de esas personas que se desvelan “fiesteando”, trabajando o viendo series, y creen que tres o cuatro horas de sueño —y un café extra grande— son suficientes para el día, sigue leyendo para enterarte de lo que la ciencia dice al respecto.
Durante el sueño se consolida la memoria en el cerebro, por lo que no dormir lo suficiente puede provocar problemas para recordar las cosas. De igual modo, al dormir tienen lugar regulaciones metabólicas muy relevantes y se activa el sistema inmune, de modo que trastornos como el insomnio, la apnea o las parasomnias nos hacen más propensos a contraer enfermedades y además, según la Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM, impactan negativamente en nuestro nivel de energía y rendimiento físico, e inducen alteraciones en la conducta.
Dormir poco también afecta la capacidad de aprendizaje, de tomar decisiones y el sentido del humor; además, los patrones irregulares y el sueño insuficiente se vinculan con cambios de humor repentinos, ansiedad, depresión, conductas de riesgo e impulsividad, tanto en adolescentes como en adultos. Todo lo anterior deteriora nuestra capacidad de socializar y de establecer vínculos duraderos, lo que a la larga pone en riesgo el bienestar emocional y la salud mental.
Por otro lado, los patrones irregulares o la insuficiencia de sueño pueden dar pie a la aparición de “microsueños”, que son lapsos breves en los que el individuo se queda dormido y no se da cuenta de ello. ¿Te ha pasado alguna vez que perdiste el hilo de una película por una desconexión de atención temporal o llegaste a algún lugar sin recordar el camino? Quizá te quedaste dormido, lo cual es muy peligroso si, por ejemplo, manejas maquinaria o herramientas riesgosas, o peor aún si se va conduciendo. De hecho, se ha probado que la somnolencia y el déficit de sueño deterioran la capacidad de manejar tanto o más que la ingestión de alcohol, y son la causa de más de cien mil accidentes automovilísticos al año.
Por último, una condición muy extendida en la actualidad es el Síndrome de sueño insuficiente (SSI), una alteración en la que día tras día no obtienes la cantidad ni la calidad de sueño nocturno, y padeces somnolencia durante el día. Lo peor es que la pérdida de sueño es acumulativa y se va convirtiendo en una deuda que pagamos con el deterioro paulatino, pero constante, de nuestra salud.
Creo que ha quedado clara la urgencia de priorizar el descanso y mejorar los hábitos de sueño. Desde luego, hay que tener disciplina y practicarlos todos los días para que sus beneficios tengan un efecto duradero. Aquí te comparto una lista de sugerencias para mejorar este aspecto tan relevante para tu salud:
- Duerme en una habitación oscura y libre de elementos que puedan perturbar tu sueño, tales como relojes, televisiones u objetos ruidosos.
- Establece una rutina fijando una hora para dormir y una para despertar, y respétala todos los días como una prioridad, incluso en fin de semana.
- Evita actividades estimulantes al menos dos horas antes de dormir y limita la exposición a pantallas una hora antes.
- Reduce el consumo de cafeína, alcohol, nicotina y sustancias similares.
- Evita tomar café después de las dos de la tarde, pues su efecto estimulante se prolonga hasta la noche.
- Al acercarse tu hora de dormir, realiza actividades relajantes como meditar, estirar el cuerpo, escuchar música tranquila o tomar un baño caliente.