En la mansión de un joven heredero aparece el fantasma de un hombre congelado. Se dice que el difunto padre del muchacho tenía cientos de supermercados, pero trató mal a un obrero que, por accidente, murió en la sección de frigoríficos y ahora se quiere vengar de la familia. No obstante, el joven es ayudado por dos chicos, dos chicas y un simpático gran danés, quienes tras investigar descubren que no hay tal fantasma, que una maquinaria baja la temperatura en la mansión y que el ánima en pena no es otro sino el contador del millonario, despedido por intentar estafarlo.
Al llegar la policía y esposar al falso espectro, éste dice la misma frase que infinidad de malvados repetirán al final de los episodios de la serie que hoy nos ocupa:
─¡Lo habría logrado de no haber sido por estos entrometidos muchachos y por su estúpido perro!
El can aludido, quien sabe hablar perfectamente, responde gritando su nombre. Desde luego, estamos hablando de: ¡Scooby, Dooby-Doo!
* * *
A lo largo de más de medio siglo, Scooby-Doo y su pandilla han pasado de ser una simple caricatura infantil a convertirse en una franquicia con un gran impacto cultural y millones de fanáticos alrededor del mundo. Sin exagerar, podemos afirmar que se trata de uno de los dibujos animados más icónicos del siglo XX y, aunque a simple vista sus episodios y películas pueden parecer una trama repetitiva, con un perro parlante y cuatro muchachos que responden a estereotipos, detrás de todo ello hay un contexto y un trasfondo históricos.
Retrocedamos al año 1969, el fin de una década en la que la guerra de Vietnam, la crisis de los misiles, los asesinatos de John F. Kennedy y de Martin Luther King, revueltas de corte racial y otros sucesos sangrientos marcaron la historia de los Estados Unidos, por lo que la violencia en televisión empezaba a ser parte de la vida diaria y este asunto consternaba a muchos padres de familia.
Así, asociaciones civiles conservadoras como la Action for Children’s Television (ACT) protestaron contra caricaturas como El Fantasma del Espacio o Los Herculoides, que hoy podrán parecernos inocentes pero en aquel entonces se consideraban violentas. En respuesta a ese movimiento, la cadena televisiva CBS contrató a William Hannah y a Joseph Barbera para que crearan caricaturas pacíficas donde niñas y niños aprendieran valores como la justicia y pudieran usar su pensamiento crítico.
La empresa de éstos, Hanna-Barbera, ya tenía una respetable trayectoria y había creado el dibujo animado más popular en horario de alta audiencia, Los Picapiedra, de modo que su portafolios hablaba por sí solo. Entonces, los guionistas Joe Ruby y Ken Spears recibieron una tarea titánica: crear un nombre pegajoso y que resultara inolvidable a través de los años. ¿Cuál podría ser?…
Hamlet, hippies y Frank Sinatra
El nombre de Scooby-Doo surgió inspirado por una canción de Frank Sinatra que estaba de moda en ese entonces, “Strangers in the Night”, pues en una parte el cantante tararea “dooby, dooby doo”. Partiendo de ahí, el personaje y su pandilla serían producto de su época, con elementos de la cultura hippie: basta ver su camioneta decorada al estilo del flower power, la Máquina Misteriosa; o a Shaggy, quien sospechosamente siempre tiene hambre —o, como dicen los que fuman cannabis, “le da el munchis”—; además, la estética y los fondos de las escenas, a veces aterradores, tienen una clara influencia psicodélica.
Así, el sábado 13 de septiembre de 1969 a las 10:30 de la mañana se estrenó el primer episodio de Scooby-Doo, Where Are You! —que en México conocimos como Scooby-Doo, ¿dónde estás? o Misterio a la orden— y el mundo conoció a nuestros queridos “jóvenes entrometidos”: Fred, el líder; Dafne, la chica guapa; Vilma, la nerd que lo sabe todo y Shaggy, el cobarde de buen corazón, además de su gran danés con el que viajan resolviendo misterios sobrenaturales.
Entre 1969 y 1970 se transmitieron los veinticinco episodios de esta primera serie de la franquicia. Sus tramas fomentaban el pensamiento lógico y el escepticismo entre los niños, pues desde el sillón analizaban las pistas para intentar descubrir al criminal. No en vano el astrónomo Carl Sagan dijo que Scooby-Doo enseñaba a los niños que lo sobrenatural siempre tiene explicación científica… y que siempre habrá alguien que quiera sacar dinero de la situación.
Entre los chistes recurrentes, Vilma siempre pierde sus lentes y se topa de frente con el monstruo sin darse cuenta, Shaggy y Scooby son perseguidos con un fondo musical, el can es premiado con Scooby Galletas —su snack favorito— y, al final de cada episodio, invariablemente descubren que todo es un fraude y que, como dice Vilma, detrás de cada misterio siempre hay “tipos corruptos, agentes de bienes raíces charlatanes, yernos desheredados y médiums mitómanos”.
Pero hubo una serie en la que los personajes sí enfrentaron amenazas sobrenaturales: Los 13 fantasmas de Scooby-Doo, la cual constó de sólo trece episodios, se transmitió originalmente de 1985 a 1986, y quedó inconclusa. En ella, además de que la pandilla tiene una apariencia más ochentera, su mentor es Vincent Van Ghoul, un poderoso hechicero que homenajea al actor Vincent Price, quien incluso prestó su inconfundible voz[1] para doblar al personaje.
Aunque las tramas tenían una estructura similar y un tanto predecible, ciertos cambios temáticos mantenían el interés y hacían que la gente quisiera seguir viendo la serie. Por ejemplo, en el capítulo de The New Scooby and Scrappy-Doo Show emitido el 22 de septiembre de 1984, la pandilla se hospeda en un hotel embrujado en Dinamarca y encaran nada menos que al fantasma del rey Hamlet, padre del famoso personaje creado por William Shakespeare.
Nuestro querido canino también ha hecho equipo con muchas estrellas invitadas: desde Batman hasta los integrantes de la banda KISS, pasando por escritores como Harlan Ellison, el luchador John Cena y la cantante Cher. Asimismo, algunos personajes como H. P. Hatecraft y Steve Kingman no son sino parodias de los escritores de terror H. P. Lovecraft y Stephen King.
Scoobygalletas en el tiempo
Hasta el momento, se han emitido catorce series televisivas de Scooby-Doo, desde 1969 hasta 2024; se han estrenado 45 películas, la mayoría directas a video y algunas con actores reales y, ¡claro! un Scooby hecho con CGI. De este modo, el gran danés más famoso del mundo y sus cuatro amigos investigadores han sabido renovarse a través del tiempo, adaptándose a los gustos de las nuevas generaciones, a veces con acierto… pero otras fallando estrepitosamente. Algunos de los cambios más aborrecidos por el público han sido la aparición del sobrino del Scooby, el insoportable Scrappy Doo, incrustado a la fuerza en la trama; y, en 2023, el estreno de Velma, un spin-off animado que sigue el origen de la chica inteligente del grupo y suscitó una campaña de odio en redes sociales, pues además de alejarse de la historia y los personajes que conocemos —Vilma es de la India, Daphne es asiática y Shaggy es negro—, su humor está orientado al público adulto, Scooby nunca aparece y está hecha para dar publicidad a su guionista, la comediante Mindy Kaling, quien además dobla a la protagonista.
Pero, como un tenaz esfuerzo tras el fracaso de Velma, está en preproducción una nueva serie animada de Scooby-Doo que tentativamente se llamará Go-Go Mystery Machine!; en ella, Shaggy y Scooby hacen un viaje gastronómico a Japón y, sin querer, despiertan a cientos de criaturas mitológicas que aterrorizan al país entero. Además, en un esfuerzo por atraer nuevas generaciones, la serie guarda un estilo semejante al anime, amén de que aparecen nuevos personajes y un perrito de raza shiba inu, la cual se ha hecho muy popular gracias a los memes de Cheems.
No cabe duda que tenemos historias de Scooby-Doo para rato; mientras tanto, siempre podemos desvelarnos viendo sus episodios viejitos en algún servicio de streaming, sin importar si se nos aparece un fantasma o un hombre lobo a altas horas de la noche, pues gracias a Misterio a la Orden todos sabemos que detrás de cada entidad sobrenatural… siempre hay un farsante disfrazado.
[1] Si no tienes idea de quién estamos hablando, Price hizo la parte hablada y la tétrica carcajada del final la canción “Thriller” de Michael Jackson. [N. del E.]