El hombre sensato se adapta al mundo tal como es;
el hombre insensato intenta adaptar el mundo a lo que él quiere que sea.
Por lo tanto, todo progreso depende del hombre insensato.
George Bernard Shaw
La civilización vive estableciendo ideas y la educación se dedica a comunicar esas ideas establecidas. El problema con ambas es que, en muchos casos, se tornan ordinarias y predecibles, adoptando una concepción rígida de cómo deben ser las cosas. Se convierten en un régimen. Así, en la práctica, la única forma para cambiar las ideas ya establecidas es desafiándolas.
Pero la forma más efectiva de hacerlo no es desafiándolas desde afuera, sino desde dentro, rompiendo sus pautas y reordenando su estructura interna mediante la percepción, el entendimiento, el análisis y la síntesis, el humor o la creatividad; en otras palabras, explorando formas paralelas de reestructurar la información disponible.
Bienvenidos al mundo del pensamiento creativo. El criterio de lo ordinario no sirve: en su lugar, lo diferente es la premisa que lo cambia todo. Esta idea de marcar la diferencia tiene que implicar un avance, ser ingeniosa, evolutiva y útil. Si no mejora a la humanidad, es sólo una pose, el reflejo de algún ego.
El proceso creativo significa romper patrones para rearmarlos en formas diferentes y elegir libremente cómo hacerlo. Por eso, te comparto las siguientes fases y técnicas para generar y discernir ideas creativas.
Fase I. Definir el problema
El primer paso para resolver un problema es definirlo en términos creativos, empezando por precisar su contorno y dimensionar sus proporciones. Esto es importante: si cambia la definición del problema, también su solución.
Técnica de la ruptura. Ayuda a ver el problema desde diferentes ángulos y, por consiguiente, a considerar alternativas para definirlo. Consiste en descomponer un problema en las partes que lo integran y explorar la forma en que éstas se relacionan entre sí para localizar el enfoque más importante.
Empieza por identificar los límites del problema y el criterio de división de sus partes, que pueden ser físicas o simbólicas, y cada una de ellas será un elemento en sí mismo a ser también identificado y descompuesto. Repite con atención el proceso de fragmentación y análisis hasta que comprendas el todo. Llegado ese punto, piensa en las partes en las que puedes concentrarte mejor y busca puntos que puedas innovar, cambiar o combinar.
Fase II. Generar ideas
Esta fase es quizá la parte sustancial del proceso. El siguiente es sólo uno de los múltiples métodos que existen para generarlas, individual o grupalmente:
Técnica Piensausencia. Sirve para salir del estancamiento mental; es efectiva cuando quieres hacer algo que no se ha hecho antes. Comienza por pensar en lo que no estás pensando: si miras algo, observa lo que falta, lo que no está allí; observa lo que no hace la gente, lo que omite hacer o haz una lista de lo que siempre olvidas: en otras palabras, piensa deliberada y atentamente en aquello que está ausente.
Somos muy buenos para ver lo que hay, pero no tanto para ver lo que no está, y en ocasiones la solución está justo en la pieza que falta. La técnica compensa esta deficiencia al llevarnos hacia lo que naturalmente no hacemos.
Fase III. Seleccionar ideas
Una vez que has creado un conjunto de ideas, el siguiente paso es decidir cuál de ellas merece ser explorada y analizada para desarrollarla de la forma más favorable. La siguiente es una forma conveniente para lograrlo:
Técnica de selección negativa. Es útil como una primera etapa para crear una lista corta de ideas y también cuando necesitas seleccionar sólo una idea de una lista larga. Empieza por revisar la definición del problema para recordar lo que estás tratando de lograr; luego evalúa cada idea y colócala en una de dos columnas: “No” y “Quizá”; descarta la primera columna y, si la segunda lista aún es larga, repite el proceso hasta que obtengas una corta y viable.
Fase IV. Poner las ideas en práctica
Esta es una etapa creativa crucial, pues consiste en ejecutar tu idea. El método que te propongo puede resultarte útil para reducir los riesgos al hacerlo:
Técnica del propósito. Es sorprendente la frecuencia con que, debido a la prisa que se tiene por hallar una solución, no prestamos suficiente atención a la comprensión profunda del problema que tratamos de solucionar.
Este método sirve para descubrir el propósito real de la solución que estás tratando de implementar. Para empezar, busca la razón profunda detrás de lo que estás intentando hacer y mírala desde tantos ángulos como sea posible. Luego, asume el papel de alguien a quien quisieras venderle tu idea: piensa qué te diría y qué le contestarías, juega ambos roles y observa la idea desde ambos puntos de vista. Con esto podrás contemplar y rebatir de forma mental aquello que necesite ser corregido o mejorado, antes de implementarlo.
Por definición, una persona creativa no sólo debe ver las cosas de manera diferente: también ser diferente de otras formas. No cualquiera tiene el carácter y el valor para caminar solo contra la corriente del sistema. Pero si logras esto, ya estás empezando a cambiar al mundo…