W. A. Dwiggins, ¿el primer diseñador gráfico de la historia?

W. A. Dwiggins, ¿el primer diseñador gráfico de la historia?
Francisco Masse

Francisco Masse

Quizá lo he compartido alguna vez ya, pero viene a cuento decir que antes de enfocar mi quehacer profesional primordialmente en la palabra escrita, estudié Diseño de la Comunicación Gráfica en la UAM y, aunque con ciertas interrupciones, he ejercido la profesión durante treinta años. Pero en estas tres décadas jamás me había preguntado cuándo se acuñó el término “diseño gráfico” y quién ostenta el honor de ser el primer diseñador gráfico de la historia.

Antes de contestar, un poco de contexto: en la frontera entre los siglos XIX y XX, surgió en Inglaterra un movimiento ligado al diseño y las artes decorativas llamado Arts and Crafts, el cual se considera la transición entre la artesanía y la producción industrial de objetos que, para promocionarse, hacían uso de la publicidad impresa: carteles, volantes y catálogos con ilustraciones artísticas y arreglos tipográficos vistosos para llamar la atención de los clientes.

Así, las academias de arte en Europa y Estados Unidos empezaron a cubrir dos flancos: por un lado estaba el arte tradicional para la contemplación —pintura, escultura, grabado— y, por otro, el “arte aplicado”, que a menudo se destinaba a la imprenta para ser reproducido cientos o miles de veces; entonces había ilustradores, coloristas, caligrafistas, rotulistas y tipógrafos que diseñaban novedosos estilos de letra… pero aún no había diseñadores gráficos a la vista.

Cartel con cursos en la Escuela de Artes y Oficios de California

Entra en escena, entonces, el estadounidense William Addison Dwiggins (1880-1956), tipógrafo, formador de libros y dibujante que, en un artículo publicado en 1922 dentro de un suplemento del Boston Evening Transcript, escribió por vez primera —supuestamente— el término graphic design para definir la labor de los artistas y artesanos gráficos que trabajaban para clientes comerciales.[1] En el mismo texto, Dwiggins exhortaba a sus colegas a satisfacer su propia expresión artística en medio de lo que llamó “una revolución mecánica”, refiriéndose al “arte publicitario” como una de las formas del diseño gráfico.

W. A. Dwiggins

En pocas palabras, Dwiggins resumió a grandes rasgos lo que, según yo, siguen siendo hasta hoy los diseñadores gráficos: no exactamente artistas, pero sí profesionales con alta sensibilidad artística y sentido de la estética, capaces de estructurar mensajes visuales valiéndose de formas, ilustraciones, letras —diseñadas o dibujadas—, colores, composiciones y ordenamientos estáticos o dinámicos, cuyo propósito no es la expresión personal, sino la comunicación de un mensaje comercial, político, institucional, religioso o de cualquier otra índole, proveniente de un tercero —es decir, de un cliente.

Además de esta importante aportación al mundo del diseño gráfico, Dwiggins también fue un notable diseñador tipográfico de fuentes como la familia Metro —con toda una serie de variantes en pesos y anchuras—, la Electra y la Caledonia. Pero, ¿realmente fue él quien acuñó el término “diseño gráfico”?

Gráfico-parodia de Dwiggins sobre los estándares de impresión (1919)

A pesar de que, en general, se asume que Dwiggins es quien se lleva el crédito, una investigación del diseñador e historiador Paul Shaw pone en entredicho la popular afirmación. En una publicación de su sitio web demuestra cómo, desde 1917, la California School of Arts and Crafts anunciaba cursos de “Graphic Design and Lettering, otra palabra que se ha puesto de moda y que, sin ser propiamente caligrafía, abarca el diseño manual de monogramas, iniciales y ornamentos hechos con plumilla.

En conclusión, más que acuñar o crear un término cuyo origen es muy difícil de rastrear, el mérito del buen William Addison fue el de poner a la vista del público —o “visibilizar”, como se dice en esta parte del siglo XXI— a un grupo de artistas que estaban ejerciendo un oficio nuevo, surgido tanto del avance tecnológico como de la necesidad de que industrias nacientes pudieran comunicarse con sus posibles clientes, consumidores o lectores. Por ello, millones de colegas le estaremos eternamente agradecidos, señor Dwiggins…

Cierre artículo

[1] Paul A. Rodgers, Joyce Yee, The Routledge Companion to Design Research; Routledge, Nueva York, 2015, pp. 87-88.

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