No sabemos cómo va a ser contada la historia de la humanidad después del covid-19, pero antes de 2020 habría sido impensable que quedarnos en casa sería casi un acto heroico. Y a lo largo de los confinamientos derivados de la pandemia, muchos no sólo descubrimos que se puede hacer arte con la pelusa de nuestro ombligo, sino que esa mancha de mugre que nos negábamos a ver —y, mucho menos, a limpiar— sería el inicio de la adquisición de rutinas de limpieza doméstica cuya tendencia ha ido en ascenso en casi todo el mundo.
Además de remozarla o acondicionarla, conservar la casa limpia y en orden fue una de las actividades que más cambiaron con la pandemia: debido a la obligada necesidad de una mayor higiene —y como desde entonces pasamos más tiempo en el hogar—, la limpieza doméstica se hizo más recurrente y se realizó más a fondo, o al menos eso fue lo que arrojaron un par de estudios auspiciados por dos marcas de electrodomésticos.
Una de las vías de cambio, sin duda, fue el uso del cleanfulness, cuyo nombre deriva de clean —“limpiar”, en inglés— y del método de meditación conocido como mindfulness, el cual postula que si nos esforzamos por estar en el “aquí y ahora” durante nuestras prácticas de orden y limpieza de la casa, podemos alcanzar paz interior y así propiciar que descienda nuestro nivel de cortisol, que no es otra cosa sino la hormona del estrés.
A semejanza del mindfulness, donde nos enfocamos en el momento que estamos viviendo, en el cleanfulness aceptamos lo que hacemos por nuestra casa sin más, sin exigirnos y sin juzgar nada. La cosa es empezar, pues cuando se convierte en algo común podemos hacer de esta práctica una herramienta para mantener nuestra salud mental tan reluciente como los pisos de nuestra habitación.
Una de las primeras tareas es otorgarle un tiempo específico a la limpieza de la casa, pues así ya no habrá necesidad de retrasarla, ni mucho menos un pretexto para no hacerla: se recomienda dedicarle veinte minutos a esta actividad todos los días; soji, o “limpiar” en japonés, es lo que estarás haciendo este tiempo, y después te tomarás diez minutos de descanso. La intención es que, poco a poco, logres que nada externo entre en tu mente en el tiempo soji.
El hecho de que haya muchas cosas sucias no significa que las tengamos que limpiar el mismo día: es importante darle a cada pendiente su pequeño espacio en nuestra agenda. Así, durante el tiempo de ordenar tu casa, olvídate de tus demás problemas: tu única batalla en ese momento será organizar el clóset. A esto le llaman “presencia consciente”. En el cleanfulness, también es importante hacer consciencia sobre no acumular —pues esto es una forma de apego— y donar lo que no uses. Recuerda que tu supuesta basura puede ser el tesoro de alguien más.