Cómo implementar la creatividad en la vida “godín”

Cómo implementar la creatividad en la vida "godín"
Karina Licea

Karina Licea

Mucho se dice que la creatividad se va perdiendo a medida que crecemos: la escuela, la familia y la sociedad nos preparan para una vida adulta con intereses profesionales que, con frecuencia, implican integrarse a la actividad económica y alejarse del arte y la imaginación, convirtiéndonos en máquinas humanas que producen sin descanso. Entonces, el entorno laboral asfixia el potencial creativo: una jornada administrativa, por ejemplo, está dominada por horas de cálculo, juntas y cierta seriedad impuesta por la empresa. En esta rutina gris, el “godín” se convence de que la creatividad no tiene cabida en los objetivos trimestrales ni los reportes de fin de mes.

No obstante, Duncan Wardle, ex jefe de Creatividad e Innovación de Disney, es prueba de que estas habilidades no tienen fecha de caducidad, pues afirma que el crecimiento personal y la inventiva son rasgos necesarios para el éxito profesional, incluso en el ámbito empresarial y de negocios. Wardle fortaleció la cultura corporativa de Disney por más de 25 años usando innovación creativa, cuyo impacto se maximizó con la fundación del Equipo Catalizador Creativo: un grupo de colaboradores de élite dedicado a la disrupción positiva, el cual se encargó de capacitar a los ejecutivos de Pixar y de Marvel, y de democratizar la creatividad como un engranaje de toda la organización.

Bajo el liderazgo de Wardle, Disney construyó experiencias y marcas como el imperio de Star Wars, la tecnología de la pulsera MagicBand en los parques temáticos y algunas exitosas campañas de relaciones públicas, como enviar un muñeco Buzz Lightyear al espacio, en alianza con la NASA. Estas experiencias propuestas por el equipo de Wardle e implementadas en divisiones corporativas como Lucasfilm, Pixar, ESPN y Disneyland, tuvieron espectaculares resultados de negocio.

Y uno se pregunta: ¿cualquier “godín” puede desarrollar esta capacidad de enfoque creativo en su trabajo de oficina? La respuesta es afirmativa, según Wardle, si se siguen las tres premisas fundamentales sobre la creatividad: deconstrucción, imaginación y acción. La primera establece que el ser humano es naturalmente creativo, sin importar su ocupación o su ambiente laboral; la segunda enseña que la creatividad no desaparece, sino que se mantiene oculta o temporalmente reprimida; la tercera asume que cualquier adulto puede desbloquear su capacidad creativa.

Enfoque creativo en el trabajo de oficina

Estas premisas anulan la creencia limitante de que la imaginación y la creatividad son capacidades exclusivas de los artistas; una vez se acepta la verdad que hay en ellas, el oficinista puede recuperar la curiosidad de la infancia. Wardle usa la analogía de la caja: un niño recibe un juguete costoso y complejo, y centra su atención en él durante un corto tiempo; después, su atención se enfoca en la caja del juguete —que para el pequeño no es basura, sino un castillo, un submarino o una nave espacial— y empieza jugar con ella.

Ahora, el adulto “godín” puede aplicar esta misma lógica flexible a sus procesos laborales: por ejemplo, en lugar de ver un e-mail como un medio de comunicación repetitivo, con información engorrosa y hasta innecesaria, puede poner en tela de juicio su formato: por ejemplo, ¿qué pasaría si este correo se convirtiera en un meme o en un GIF? Esta insistencia en el “¿qué pasaría si?” —what if?, en inglés— es lo que Wardle define como la base de la creatividad adulta.

La seriedad se nutre de la respuesta obvia; la creatividad, en cambio, se activa con la pregunta inesperada. Este simple cambio de perspectiva rompe con la rigidez mental que se opone a la imaginación. Y si hablamos de propiciar ideas innovadoras y genuinas, se sugiere incorporar el juego en la vida adulta. El cerebro consciente —ese que el “godín” usa para enviar correos y cumplir con su agenda— solo comprende el 13% de la capacidad cerebral total; el 87% restante es terreno del inconsciente, que se reserva para las experiencias nuevas y creativas. En este espacio, el juego funciona como un puente que evade la lógica para acceder al mundo de la creación.

En la oficina, jugar no se trata de construir castillos con las hojas de archivo muerto, sino de desafíos para los presupuestos y paradigmas de la vida godín. Por ejemplo, usando principios del pensamiento lateral, un juego puede consistir en proponer soluciones intencionalmente absurdas para un problema real y, después, hallar formas viables de implementar esa idea inicial; otra táctica sería realizar tu planeación semanal sin palabras, usando solo colores y dibujos.

Estas dinámicas, en apariencia inútiles, tienen la ventaja de que momentáneamente desactivan la autocrítica y la racionalidad, abriendo la mente a posibilidades nuevas que a menudo se desechan de antemano. Quizá no produzcan un gran descubrimiento metodológico o una genial idea para un nuevo producto a la primera; sin embargo, con la práctica constante poco a poco se empezará a desarrollar esa especie de “tercer ojo” creativo y a implementarlo en el trabajo cotidiano. Al final, la creatividad es una respuesta directa a un desafío en el ámbito profesional.

Abrir la mente a nuevas posibilidades

Pensémoslo un momento: los oficinistas dedican a su empleo al menos ocho horas diarias —la tercera parte de cada día—, sin contar los tiempos de traslado; entonces, si tu vida laboral es sólo monotonía y rigidez creativa, es momento de convertir las tareas rutinarias en oportunidades para la innovación. En última instancia, el valor de las horas invertidas en tu trabajo radica en tu capacidad de aportar ideas novedosas, factibles y efectivas para lo que sea que te dediques, donde la creatividad y la imaginación casi siempre son el hilo conductor.

En conclusión, el camino para aplicar la creatividad en la oficina implica cambiar tu enfoque y combatir tus prejuicios acerca de la vida adulta. Según Duncan Wardle, la madurez no extingue el fuego creativo, de modo que el “godín” debe recordar que su capacidad de juego y curiosidad son superpoderes que viven dentro de él y que lo protegen del mundo automatizado. Madurar no debería debilitar la capacidad creativa, sino hacer que prevalezca la curiosidad y la acción para hallar cierta trascendencia y autorrealización entre rutinas y papeleos. 

Y tú, ¿estás listo para convertirte en el próximo catalizador creativo?

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