Consejos para viajar solo… o en compañía de la mejor persona

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Yolanda Bravo Saldaña

Yolanda Bravo Saldaña

Inspiración

Viajar solo, o sola, no es para todos: de entrada es necesario mencionar ese punto. Pero trasladarse a otros lugares con una perspectiva turística es un acto de libertad que te permite conocer sitios distintos, conectar contigo mismo y conocer a muchas personas en el camino. Como expresó el escritor Cesar Pavese: “Viajar es una brutalidad. Te fuerza a confiar en desconocidos y a perder de vista la comodidad familiar de tu casa y tus amigos. Estás constantemente en desequilibrio. Nada es tuyo excepto lo esencial: el aire, el sueño, los sueños, el mar, el cielo; todas cosas que tienden hacia lo eterno o lo que imaginamos como tal”.

Viajar se puede hacer en avión, coche, autobús, moto, tren, bicicleta, a pie o hasta pidiendo aventón. Y la libertad de viajar en solitario inicia desde el momento en que el viajero toma todas las decisiones: adónde ir, qué comer, qué visitar, cuántas horas dormir, cuántos días quedarse en un lugar; el itinerario —si es que hay, pues también existen los viajes “sin plan”— lo lleva solamente una persona. No tienes que esperar a nadie. ¿Quieres dormir todo el día porque estás cansado? Hazlo. ¿Quieres irte de shopping a tiendas o practicar tu hobby? Date el gusto.

Viajar solo

Se viaja solo pero no se está solo, pues cada persona que encuentras es una invitación a la charla: desde la persona que atiende un bar, el taxista, otro turista solitario que quizá viene de un país lejano al tuyo, hasta el policía de la esquina. A veces, cuando se viaja en pareja, con familia o amigos, se conforma un grupo que parece no necesitar de nuevas amistades y por eso no se conoce gente nueva. El turista solitario vive todo lo contrario: cada persona es un prospecto de una amistad que resulta muy libre, ya que en cualquier momento puedes seguir tu camino.

El único punto en contra de viajar solo es que no se pueden compartir los gastos, aunque sí hay modos de reducirlos. Otro inconveniente, sobre todo en esta época pandémica, es que algunos planes turísticos —por ejemplo, el turismo “de conciertos”— están diseñados para un mínimo de dos personas. Pero no me preocupo: esto terminará algún día y siempre puedo ponerme de acuerdo con otro viajero solitario para compartir una experiencia. En este sentido, hay que tener en mente que, ya sea en solitario o acompañado, casi todo tiene solución.

Algo es muy cierto: viajar en solitario es la mejor oportunidad para estar con una persona con quien debes sentirte bien siempre, hasta la muerte: tú mismo. He comprobado que en cualquier lado la gente responde bien si eres amable y te ayudan si se los pides con amabilidad y una sonrisa.

Consejos para viajar como entidad única

Tu viaje se complicará si no puedes estar sola y estás acostumbrada a que los demás resuelvan las cosas por ti. En mis viajes he descubierto que, en general con una buena actitud y una sonrisa, puedes granjearte a la gente en cualquier parte del mundo y para cualquier emergencia que se te pueda presentar, incluso aunque no domines el idioma.

Eso sí: no se trata de abusar de los demás y deberás hacerte responsable de tus cosas, tus horarios y tus necesidades; pero con buena actitud puedes solucionar muchos inconvenientes. El consejo es: nunca pierdas la calma, ten paciencia cuando las cosas no salgan como las tenías planeadas y pide ayuda de la manera más atenta. La gente enojada sólo hace enojar a los demás.

Lleva todo preparado desde el origen —esto aplica incluso si no viajas solo—, cuida bien tus pertenencias y, si puedes, contrata un seguro de viaje. Si viajas en coche, en moto o en bicicleta, no tomes caminos que no conozcas, no manejes de noche ni por zonas que tengan fama de peligrosas. No te pares en cualquier punto de una carretera: trata de hacerlo en casetas de cuota o gasolineras donde haya gente, y procura no llamar la atención para que no vean que viajas en solitario.

Confía, pero guarda siempre una prudente distancia con los demás. Hay personas que, como no saben viajar solas, permiten que extraños les resuelvan las cosas o toman tours para sentirse acompañadas y terminan siendo timadas… o algo peor. Durante el viaje, no le digas a nadie que viajas solo —yo siempre digo que un amigo o amiga llegará en unas horas—; no se trata de un “me da vergüenza que sepan que viajo solo”: se trata de tu propia seguridad.

Viajar solo: un acto de libertad

Viajar en bici o en moto es una experiencia emocionante, pero si lo haces, extrema precauciones: ten en mente que vas en un vehículo vulnerable en el que es más visible que transitas solo o sola. Si decides viajar en tren —por ejemplo, a Europa o Estados Unidos—, trata de conseguir boletos que aseguren un viaje seguro. En estos tiempos, toma en cuenta que uno no puede simplemente llegar a cualquier lado y que tú, al viajar solo, eres ciento por ciento responsable de tu viaje.

Viajar en solitario te pondrá en contacto contigo mismo, y con el entorno al cual decidas ir, de una manera más estrecha: vibrarás ante el paisaje, los sonidos, la comida, la gente, la luz del amanecer o del atardecer, o con el simple viento que cruce por tu piel. Viajar solo o sola es abrazarte y abrazar al mundo.

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