Es posible hablar del gran genio del Renacimiento, Leonardo da Vinci, desde diferentes perspectivas. Podemos, por ejemplo, concebirlo como un gran artista y autor de obras como La Mona Lisa o La última cena; o bien, como un científico extraordinario que realizó bocetos y estudios botánicos y anatómicos tanto de animales como de seres humanos.
Leonardo también fue un prolífico inventor. Su sed de conocimiento e inagotable creatividad lo llevaron a diseñar numerosos artefactos en beneficio del hombre: desde utensilios y aparatos de cocina —máquinas para fabricar espagueti, el tenedor, la servilleta o el pimentero—, pasando por armas de guerra —la ametralladora, así como catapultas, ballestas gigantes y tanques—, hasta diseños de inventos que sólo la tecnología de los siglos posteriores permitió concretar —el helicóptero, el submarino y el automóvil, por citar algunos. También se cree que algunos de sus cuadros encierran grandes enigmas y secretos que han inspirado novelas, documentales y películas. Pero en este artículo abordaré otro misterio, el cual yace en uno de sus cuadernos de manuscritos y bocetos: se trata del diseño de un humanoide mecánico, escondido en cuatro páginas del Códice Atlántico [1] en el folio 579r, y en los folios 1077r, 1021r y 1021v como posibles fuentes de los mecanismos de este robot. [2]
En 1495, Leonardo diseñó un hombre mecánico, cubierto con una armadura medieval germano-italiana, que aparentemente era capaz de realizar movimientos parecidos a los de los humanos —sentarse, mover los brazos, el cuello y la mandíbula— de forma anatómicamente perfecta. La existencia de estos diseños se ignoraba hasta 1957; fue el historiador italiano Carlo Pedretti —un especialista que consagró su vida al estudio de la obra de Leonardo— quien analizó los cerca de cinco mil manuscritos llenos de diseños y dibujos, y descubrió los bosquejos mecánicos de un carro, un león y un soldado mecánicos. No se sabe si Leonardo construyó este soldado autómata, pero algunas fuentes señalan que sí construyó el león mecánico y que éste desfiló en 1499 en el palacio de Milán.
Por otro lado, en 1974 el químico e ingeniero croata Ladislao Reti estudió el Códice Madrid [3] y volvió a encontrarse con el diseño de estos tres robots, que intentaron reconstruirse en 1996. El ingeniero robótico Mark Rosheim publicó un estudio independiente del carro mecánico de Leonardo, y más tarde el Museo de Historia y Ciencia de Florencia preparó una exhibición con los resultados de su investigación. Por su lado, en 2002, Rosheim construyó un modelo del carro robótico en escala real para un documental de la BBC, y desde entonces éste se ha conocido como “el robot de Leonardo”.
Pero volviendo al caballero mecánico, en su libro Los robots de Leonardo: Atlas ilustrado, Mario Taddei profundiza en los misterios de las creaciones robóticas de Da Vinci, y en 2007 decide reconstruirlos siguiendo paso a paso sus dibujos e instrucciones. Para sorpresa de todos, la construcción del autómata medieval fue todo un éxito, ya que era perfectamente funcional; esto causó una gran admiración en torno al ingenio y la capacidad de Leonardo para proyectar un diseño tan complicado en el siglo XV. Sin duda, era una obra digna de un genio adelantado a su época. Al ubicar los bocetos en los manuscritos dedicados a la ingeniería militar, podemos especular que Leonardo no sólo ideó la creación de un soldado robótico para ser utilizado en el campo de batalla, sino la fabricación de una legión de éstos —lo cual podemos relacionar con ejércitos mecánicos como los que aparecen en la saga de ciencia ficción La guerra de las galaxias.
Cabe señalar que la robótica actual dio inicio en el siglo XIX, cuando Joseph Jacquard inventó, en 1801, una máquina textil programable mediante tarjetas perforadas; en los años posteriores, la Revolución industrial impulsaría el desarrollo de estos ingenios mecánicos. Antes de esto, durante los siglos XVII y XVIII, en Europa se habían construido ingeniosos muñecos mecánicos con características de robots: a mediados del siglo XVIII, Jacques de Vauncansos fabricó varios músicos de tamaño humano y, en 1805, Henri Maillardert confeccionó una muñeca mecánica capaz de hacer dibujos. A partir de los años cincuenta del siglo XX, hubo un considerable avance en el desarrollo de la tecnología y la inteligencia artificial, que resultó en las primeras computadoras electrónicas. En 1954, la compañía Devol diseñó el primer robot programable y acuñó el término autómata universal; poco después, en 1959, comenzaría la comercialización de los robots. Actualmente, el concepto de la robótica ha evolucionado hacia los sistemas móviles autónomos, que son aquéllos capaces de desenvolverse por sí mismos en entornos desconocidos y parcialmente cambiantes sin necesidad de supervisión, como los robots ExoMars que actualmente se encuentran analizando la superficie de Marte.
El genio polifacético de Leonardo da Vinci, sus escritos, sus dibujos y sus pinturas continúan sorprendiendo y fascinando al mundo. Su visión particular de la realidad, que buscaba siempre el equilibrio entre utilidad, belleza, arte y ciencia, sigue inspirándonos. Muestra de ello es que en el año 2000 se creó en su honor el Sistema Quirúrgico da Vinci, un equipo de cirugía robótica desarrollado por la empresa norteamericana Intuitive Surgical que combina la pasión por la mecánica y la ciencia al servicio de la humanidad.
[1] El Códice Atlántico se conserva en la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Es una de las más grandes colecciones de dibujos y estudios de Leonardo, fechados entre 1492 y 1516, y expresa el interés del artista por una gran variedad de campos, desde fortificaciones militares hasta la botánica.
[2] La palabra robot se empleó por primera vez en 1917 en una obra de teatro llamada R.U.R. o Los Robots Universales de Rossum, escrita por el dramaturgo checo Karel Capek. La trama es sencilla: el hombre fabrica un robot y luego el robot mata al hombre. La palabra checa robota significa ‘servidumbre’ o ‘trabajador forzado’; cuando la obra se tradujo al inglés, esta palabra se convirtió en el término robot.
[3] Los Códices Madrid I-II son manuscritos de Leonardo que fueron encontrados en los archivos de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, en 1964. Son ocho volúmenes de 540 páginas, encuadernados en cuero azul, y tratan sobre mecánica, estática, geometría y construcción de fortificaciones.