Imagina que estás observando un cuadro de dieciséis por veinticuatro centímetros. En él predomina un tono lila sereno, al centro está dibujado un marco de maderos rústicos, apenas delineado en blanco, del que cuelga de un pie una mujer rubia vestida con un traje similar al de un arlequín, en blanco y negro con detalles en rojo. ¿En qué te hace pensar este personaje ahorcado? Lo que sea que venga a tu mente podría estar relacionado con quien eres en el interior. ¿La razón?: esta es la descripción de la carta El Ahorcado, uno de los veintidós arcanos mayores del tarot, tal como lo imaginó la pintora surrealista Leonora Carrington.
© Estate of Leonora Carrington/Artists Rights Society (ARS), New York.
Leonora, de origen inglés y nacionalizada mexicana, nació en 1917 en el seno de una familia acomodada. Desde su infancia, la artista fue incapaz de adaptarse a las expectativas de su familia, con frecuencia fue tachada de rebelde y rechazada en prestigiados colegios. Lo que realmente le interesaba eran los cuentos celtas, los relatos de fantasmas y el rumor de que por sus venas corría sangre gitana.
Las piezas de este mundo interior jugarían un papel importante en su obra artística posterior y serían plasmadas en intrincadas obras surrealistas. Podría pensarse que la vida de Carrington fue una búsqueda constante por la libertad, la cual finalmente conquistó en México, donde pudo dedicarse al arte y a explorar todo aquello que habitaba en su mente y su alma. Pero, ¿por qué pintó a los arcanos mayores del tarot? ¿Qué significado tenían para ella estas figuras?
En principio, es común encontrar referencias al tarot en distintas obras surrealistas; por ejemplo, en La maja del Tarot, una pintura encargada a Carrington por María Félix, éste es el tema central de la obra. Y aunque Leonora no seguía ciegamente las tendencias surrealistas, sus allegados sabían que tenía un interés y una conexión personal con dicho juego de adivinación… y que tiraba las cartas como nadie más.
La maja del tarot, 1965.
© Estate of Leonora Carrington/Artists Rights Society (ARS), New York.
Aunque el tarot tiene una larga historia, se atribuye al francés Antoine Court de Gébelin su popularización como instrumento para leer la suerte, ya que publicó un libro en el que exponía la relación de las cartas con el misticismo egipcio. La baraja del tarot consta de 78 cartas —22 arcanos mayores y 56 menores— y se usaba para jugar; de hecho, los arcanos se empleaban como comodines y algunos especulan que la carta de El Loco del tarot es el origen del Joker en la baraja inglesa.
A medida que el tarot se popularizó como artefacto de adivinación, se establecieron significados para cada uno de sus arcanos y, con esa guía, se comenzaron a tirar las cartas. Pero lo más interesante del juego se manifiesta al otorgarle un sentido personal: las cartas, revelen o no el futuro, arman una narrativa que revela nuestro sentir personal y hasta nuestro inconsciente. Leonora entendía esto y por ello sus amigos se asombraban de su uso de las cartas: para ella cada carta era un espejo, una oportunidad de emprender una excursión a su propio interior.
© Estate of Leonora Carrington/Artists Rights Society (ARS), New York.
En 2018, la curadora de arte Tere Arcq preparaba la exposición Cuentos Mágicos para conmemorar el centenario del nacimiento de Carrington cuando descubrió, como parte de una colección personal, los veintidós óleos que representan a los arcanos mayores, dos de ellos fechados en1955.
Ante el descubrimiento, Arcq sugirió a Susan Arberth, historiadora y especialista en la obra de Leonora, y a Robert Ansell, editor de Fulgur Press, publicar un libro en torno al tarot de Leonora Carrington. En el prólogo del libro, el hijo de la artista declaró que su madre estaba en una indagación personal permanente y que el tarot era su herramienta favorita para ello.
© Estate of Leonora Carrington/Artists Rights Society (ARS), New York.
Las pinturas no son sólo un homenaje a una de sus herramientas favoritas de autoconocimiento: también son un ejercicio de reinterpretación y de apropiación del sentido de las cartas. En ellas predominan las figuras femeninas: incluso El Diablo y El Mundo son personajes femeninos. Esto, más que una mera sustitución de género, forma parte de una estética propia de Leonora y expresa la integración de elementos recurrentes en su pintura y de su mundo interior.
© Estate of Leonora Carrington/Artists Rights Society (ARS), New York.
Así es como vemos a El Loco y a La Muerte como figuras largas y estilizadas, de trazos finos en blanco contrastados con fondos azules o violetas. El Ahorcado —la carta que mencioné al principio— aparece en otras obras de Leonora y en esta serie tiene un lugar especial; es una carta que inspira serenidad por su composición cromática y por la expresión del personaje central.
Leonora, al pintar cada uno de los veintidós arcanos, plasmó lo que ella veía reflejado en las cartas al momento de leerlas; se trata de pequeños fragmentos de su mundo interior que cobran un sentido personal. Y, de hecho, cualquiera que guste del tarot puede hacer el mismo ejercicio: hacer sus propias representaciones de los arcanos, dándoles elementos únicos para simbolizar lo que las cartas le han comunicado personalmente.
Por lo pronto, el tarot de Leonora Carrington queda abierto para interpretar qué significaría cada arcano para la artista. Y, también, para indagar qué nuevo reflejo brinda cada carta cuando es vista por una nueva mirada… como la tuya.