El trapecista mexicano Tito Gaona y su secreto para lograr lo imposible

El trapecista mexicano Tito Gaona y su secreto para lograr lo imposible
Francisco Masse

Francisco Masse

Inspiración

Mi madre, como muchas otras mujeres de su tiempo, fue suscriptora y asidua lectora de una pequeña revista mensual que reproducía “selecciones” de distintas publicaciones y periódicos de los Estados Unidos, entre artículos motivacionales, chistes cortos —recuerdo la sección “La risa, remedio infalible”—, consejos de salud, descubrimientos científicos y mini biografías. En sus páginas, donde me inicié como lector juvenil, supe del trapecista mexicano Tito Gaona y de su secreto para lograr el imposible triple salto mortal a ciegas.

Antes de contar dicha anécdota, un poco de historia: Tito Gaona en realidad se llama Víctor Daniel Gaona Palencia y, en la década de 1970 —junto a sus hermanos Mando, Chela y Richie— formó parte de la familia circense de trapecistas The Flying Gaonas, la cual había sido fundada por su padre, Víctor Gaona Murillo. Este cuarteto mexicano se presentó en las mejores pistas y con circos tan afamados como el de los Ringling Bros. y el Barnum & Bailey.

Tito Gaona y sus hermanos

Cortesía de www.titogaona.com

Tito fue un trapecista precoz: debutó en la cama elástica del Circo Tom’s Packs de Nueva Orleans a la edad de siete años y en 1964, a los dieciséis, ejecutó por primera vez el salto mortal con tres giros al frente, conocido como “triple salto mortal”. En el Festival Internacional de Montecarlo de 1978, un certamen de artes circenses, Gaona recibió el máximo galardón, el Payaso de Oro, por una suerte que hasta hoy no ha sido superada: el triple salto mortal a ciegas.

Así las cosas, la mini biografía de este artista mexicano hablaba de sus difíciles inicios al lado de su padre, de la formación del cuarteto, de sus primeros éxitos y de la fama mundial que le llegó con lo que consiguió en Montecarlo. Y aún me acuerdo de la pregunta directa a Tito Gaona: ¿cuál es el secreto para lograr dar tres giros en el aire y completar el triple salto mortal a ciegas?; pero lo que recuerdo aún mejor es la respuesta que dio éste: “Girar, cualquiera lo hace. El verdadero secreto es saber exactamente cuándo dejar de girar”.

Por alguna razón, y aunque no he vuelto a encontrarla en ninguna publicación electrónica, esa idea que leí a la edad de once años me ha seguido toda la vida como un antídoto para el perfeccionismo paralizante: saber cuándo dejar de girar. Es decir, saber cuándo dejar de escribir y de corregir obsesivamente, cuándo dejar de seguir hallando errores y de hacer mejoras, y decir: “Ya está listo para que alguien lea”; saber cuál es la última pincelada de ese lienzo que llevas meses detallando y llevarlo a enmarcar; saber cuándo han sido suficientes ensayos del baile, del discurso o de la presentación de negocios ante tu cliente… ¡en fin!, cuándo soltarte del trapecio al que estás aferrado, cuánto tiempo girar y, sobre todo, cuándo dejar de dar vueltas para tomar el otro trapecio.

Tito Gaona en el trapecio

Cortesía de www.titogaona.com

Si por la ansiedad nos estiramos antes, o si titubeamos y dejamos de girar después del momento preciso, seguramente iremos a dar de cara contra la red de protección, si la hay, o nos daremos un duro frentazo con el piso. Lo mismo sucede cuando nos precipitamos y presentamos un producto inacabado, o cuando por la inseguridad y el perfeccionismo invertimos demasiado tiempo en autocríticas, en infinitas revisiones o en correcciones y añadiduras sin importancia. Lo que distingue al aprendiz del chef es que ambos saben poner al fuego, pero sólo el segundo sabe con precisión cuándo retirar de la llama y servir.

Así, aplicando el secreto de Tito Gaona, para lograr lo imposible primero toma ímpetu; después, lánzate sin dudar, abrazando el vacío y la incertidumbre; da las vueltas que necesites y, cuando sea el momento, simplemente deja de girar. Deja de estar “sobando” tu propuesta creativa y envíala al cliente. Deja de añadirle y quitarle cosas a ese correo que tienes en borrador desde hace meses y mándalo a la empresa de tus sueños con tu CV. Deja de darle vueltas al asunto y muestra al público tu lienzo o tus fotos, o invita a cenar a esa chica o a ese hombre que llevas meses tratando. Recuerda que tienes todo el tiempo del mundo para dar vueltas… pero sólo un instante para dejar de girar y lanzarte al frente.

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