A unos cuantos días de San Valentín, es bueno recordar que la gente celebra como mejor le place. Algunas parejas irán a cenar algún suculento platillo a la luz de las velas, y luego tendrán un personalísimo encuentro en la habitación. Algunos más recorrerán los lugares donde se conocieron, o donde tuvieron sus primeras citas… y los forever alone, aquellos que no tienen —o no quieren tener— una presunta alma gemela, quizá se sienten a ver un maratón en Netflix o se den una vuelta en alguna librería. Tal vez para ellos ver, o leer, algo que pertenezca al género de comedia romántica sea una buena opción.
Cuando escuchamos las palabras comedia romántica lo primero que suele venir a nuestra mente son las actuaciones de Hugh Grant y Meg Ryan —quienes fueran, a finales de los noventa y principios de los dos miles, actores emblemáticos de este tipo de películas—, pero si rastreamos sus orígenes, encontraremos que la comedia romántica tiene profundas raíces literarias, mucho más importantes e influyentes de lo que a primera vista parecerían.
Ojalá que las siguientes recomendaciones, tanto literarias como cinematográficas, sirvan bien para conversar con tu respectiva pareja, para impresionar a un potencial prospecto, o al menos para pasar un buen rato de soledad este 14 de febrero.
El Bardo entra en escena
Stephen King, en la introducción de su guión La tormenta del siglo señala, con la ironía que lo caracteriza:
…Quisiera recordarle que el hombre a quien la mayoría de estudiosos de la literatura considera el más insigne escritor anglosajón trabajaba en un medio oral y visual, y no —al menos no principalmente— en el medio de la letra impresa. No estoy tratando de compararme con Shakespeare —pecaría de estrafalario—, pero creo enteramente posible que escribiera para el cine o la televisión así como para Broadway si estuviera vivo hoy en día. Incluso es posible que llamara a los chicos de la censura de ABC para tratar de convencerles de que la violencia en el Acto V de Julio César resulta necesaria… por no mencionar que está tratada con gran delicadeza.
Al rey del terror no le falta razón; muchas de las comedias shakespeareanas encuadran perfectamente en lo que hoy en día se ha encasillado como comedia romántica. Sé que esta afirmación sin duda dará retortijones a los intelectuales más puristas, pero más que desdeñar al magnífico Bardo de Avon, se trata de reconocer la innegable influencia que sus ideas han tenidoen la narrativa universal y que, indudablemente, seguirán teniendo durante muchos siglos más.
El género de comedia romántica básicamente trata de una pareja a la que se le aplica la repetida frase infantil “¡se quieren y no son novios!”, y se enfoca en diferentes enredos y malentendidos. Se trata, pues, de hacer divertido lo que en la vida real resulta conflictivo y humillante; de ahí su éxito. Un genio como Shakespeare tenía esto en cuenta, por eso desarrolló varias comedias con tramas similares.
Que el autor de Macbeth escribía comedias en este tenor queda claro incluso al revisar la página del Utah Shakespeare Festival, en la que hay un apartado dedicado al género y se engloban, entre otros ejemplos, El mercader de Venecia, Los dos hidalgos de Verona, Como gustéis, La doceava noche y Sueño de una noche de verano, con la obvia salvedad de que las tramas de tiempos isabelinos son mucho más violentas que un capítulo de Friends.
Hidalgos, sueños y damas
Profundizar en la extensa obra de Shakespeare nos tomaría demasiado tiempo, así que nos limitaremos a presentar algunos ejemplos prácticos que se adaptan perfectamente al género que nos ocupa.
Una de las comedias menos conocidas del Bardo —si la comparamos con Hamlet o Romeo y Julieta— es Noche de reyes, cuyo título original es Twelfth Night, or What You Will (“La doceava noche, o lo que dispongas”). La obra trata sobre Viola, una mujer que se disfraza de hombre y se rebautiza como Cesario. Tan vigente es que en 2006 se adaptó a una comedia adolescente ambientada en una preparatoria y titulada She’s the man —Ella es el hombre.
Los dos hidalgos de Veronaes otro de sus títulos más celebres, que al ser leída bajo los criterios de la actualidad sin duda irritaría a más de una conciencia políticamente correcta. Sin revelar muchos spoilers —otro concepto de hoy en día— la historia trata de dos amigos, Valentino y Proteus, donde el primero reprende al segundo por enfocarse más en cuestiones del amor que en las intelectuales. Naturalmente, los líos y enredos comienzan a tejer una trama que parecería la de una cinta noventera, pero que en realidad es mucho más vieja que la escrita por Shakespeare, pues el dramaturgo británico se inspiró a su vez en Los siete libros de la Diana, una novela pastoril de Jorge de Montemayor.
Finalmente, recordemos otra de las mejores comedias de William Shakespeare, con una historia tan bien estructurada e inmortal que ha sido adaptada en un musical con temática gay y hasta reimaginada por Woody Allen. Hablamos de Sueño de una noche de verano.
Los enredos de Sueño de una noche de verano se dan durante la boda de Hipólita y Teseo. Uno de los elementos esenciales de la narración es una poción mágica que hace que quien la tome se enamore de la primera persona que vea. Como es de esperarse, la situación se saldrá de control cuando los personajes tengan contacto con ella.
La historia de magia y fantasía de Sueño de una noche de verano ha sido representada en diversas formas. Los grandes directores Ingmar Bergman y Woody Allen han realizado cada uno sus propias versiones, aunque la de Allen se aleja más de la original. También se ha representado en otros medios, como en un segmento animado de la caricatura Animaniacs, en el cómic Sandman de Neil Gaiman, en la célebre pieza musical de Mendelssohn y en un musical para adolescentes llamado Were the world mine—Si el mundo fuera mío—, en la que un muchacho homosexual usa la pócima del amor en sus compañeros homofóbicos.
De Oscar Wilde a Helen Fielding
Las comedias románticas se basan en encuentros, desencuentros, reencuentros, amores, desamores, decepciones, se tratan de la naturaleza y relaciones humanas. Por ese simple motivo su estructura y esquema es tan exitoso.
Además de Shakespeare, otro clásico literario de lengua inglesa que puede ubicarse dentro de este género es La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde, de hecho, el subtítulo original, que se ha perdido con el tiempo debido a las traducciones, era A trivial comedy for serious people —Una comedia trivial para gente seria. Pero, además de en el cine, el género ha crecido también en la literatura. Una novelista que suele abordarlo es la británica Helen Fielding, cuya historia más destacada es El diario de Bridget Jones, una obra que encaja perfectamente en dicho estilo.
Esperamos que encuentres útiles las recomendaciones que te presentamos. Tal vez al verlas, o leerlas, te sientas identificado con los personajes, y recuerdes que al final todos podemos elegir qué tipo de personaje somos y en qué tipo de historia vivimos. Si por casualidad decides leer Como gustéis, pon atención en el siguiente pasaje —que es uno de los más hermosos fragmentos sobre la naturaleza humana jamás escritos:
El mundo es un escenario,
y los hombres y mujeres simples actores.
Todos hacen sus entradas y sus mutis
y diversos papeles en su vida.
Recuerda entonces que casados, solteros, con o sin pareja, regalando chocolates o tomando una cerveza viendo Netflix, todos nosotros somos actores en el gran escenario de nuestras vidas.